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19 de agosto de 2019

Vivir constantemente estresado impacta en la felicidad

Vivimos saturados e hiperestimulados, lo que tiene a la larga efectos sobre nuestra salud psíquica.

En “El libro que tu cerebro no quiere leer” (Urano, 2019), del escritor e investigador español David del Rosario, el autor plantea, mediante relatos de situaciones personales y sociales (reales), la lucha diaria que vivimos con nuestro cerebro y sistema perceptivo en el mundo moderno. No sabemos si en otras épocas fue así también, pero el hiper-estímulo y la multitarea de las sociedades modernas no colabora a la satisfacción y a la felicidad. Lo intuimos, lo sabemos.

Son los sabios de Oriente, budistas a hinduistas, quienes se han dedicado más profundamente a analizar el funcionamiento de la mente y sus trampas (de esto dieron cuenta en sus textos sagrados). 

El concepto de “maya” (o “maia”) en sánscrito explica la ilusión que nos rodea, el sueño de una separación o dualidad entre nosotros y el mundo, creada por la mente, atrapada en sus enredos. Nos vamos al pasado o al futuro con extraordinaria facilidad, cuando lo único que tenemos es el instante y la materia que nos rodea.

Escribe David del Rosario: “El 99% de las veces que sentimos miedo, éste proviene de estímulos internos, es decir, nuestros propios pensamientos. ‘No sé cómo voy a pagar el seguro del coche’, ‘es imposible entregar el proyecto a tiempo’, ‘llevo tres noches durmiendo en el sofá’”.  
 

El miedo en nuestras sociedades ya no viene dado por problemas de la estepa o animales salvajes, sino por el funcionamiento de nuestra propia cabeza.


Vivir constantemente estresados tiene un impacto directo sobre la esperanza de vida, la salud y la felicidad. Vivimos saturados, dispersos entre la casa, el correo electrónico, Netflix. Cuando queremos usar la concentración para descartar pensamientos y rehabilitar el cerebro, ¡estamos agotados! 

“Detrás de la biología del miedo moderno hay un pensamiento raíz, y detrás de esa raíz se encuentra la costumbre de tratar de no sufrir, sufriendo. Llevamos siglos usando el miedo como crema protectora frente al sufrimiento, y acabamos de darnos cuenta de que su factor de protección es cero. Seguimos sufriendo. Después de tantos intentos desesperados, no queda otra que empezar a mirar adentro, empezar a arar y cultivar nuestro campo mental, sacando cada traza de miedo a la luz de la consciencia. Aquí el miedo se transforma”, continúa el autor. 
Qué obtenemos si ponemos atención brevemente sobre la mente y nos preguntamos ¿Cómo me hace sentir este pensamiento? 

“El poder del ahora”, del alemán Eckhart Tolle, publicado en 1997, fue uno de los pioneros en reflotar el tema de la atención consciente, cuando Internet y los trabajos modernos, la familia, ya estaban produciendo desequilibrios neuróticos.

Pero más allá de la literatura sobre el tema, la ciencia tiene otros aportes. 
Según la doctora Nadia Giraudo, referente en redes sociales en temáticas de crecimiento personal y el poder de nuestra mente para enfermarnos y sanarnos, y autora del libro “Medicina Cuerpo Mente Alma”: “Hasta no hace muchos años, el paradigma imperante entre los estudiosos del tema nos decía que una vez que establecíamos ciertas conexiones neuronales, éstas eran para siempre, y lo que es peor, que ‘neurona que moría era neurona que se perdía’, ya que no se replicaban como las demás células del organismo”.

“Hoy en día, las neurociencias más modernas nos traen la buena noticia de que esto no es así… No sólo que es posible la replicación neuronal y el recuperar algunas de las que por diferentes motivos se van perdiendo, sino que las conexiones entre ellas son total y absolutamente maleables, permitiéndonos hacer nuevas asociaciones mentales y tener entendimientos diferentes sobre lo que nos está sucediendo, donde antes ya se había establecido otro modo de ver esa situación. A esta forma de entender algo determinado, se le llama ‘creencia’: es lo que ‘creo’ que es una determinada cosa que estoy viendo o viviendo”.

¿Para qué nos sirve esto a los seres humanos? Resumidamente, para evolucionar, crecer, superar obstáculos y cambiar aquello que nos limita o lastima.

 
Dice Giraudo: “Una vez que encontramos esa creencia que hacía que hasta hoy entendamos ‘esa situación’ de ‘esa manera’ dolorosa o limitante, trabajamos en establecer nuevas conexiones neuronales en torno a eso para que así como antes ‘en piloto automático’ se disparaban ideas, sensaciones y decisiones que nos alejaban de la plenitud, puedan empezar a automatizarse las gobernadas por estas nuevas conexiones, más alineadas a nuestro ser y recursos actuales, acercándonos así a la felicidad”.

Lograr la atención plena
Los neurotóxicos limitan mucho la atención. La multitarea también. Las redes sociales, también. El ego, y la dependencia de las miradas ajenas, también. 
Le pedimos a Mónika Correia Nobre, astróloga, instructora de meditación y fundadora de Astroflor Escuela de Antakarana, que nos proporcionara algunas claves de la atención plena. 

Ella dice: “Modificar los comandos es una tarea relativamente simple gracias a la neuroplasticidad del cerebro, que es el órgano que procesa los estímulos donde interactúan nuestro ‘yoes’ internos. Para esto, la práctica lo es todo. La manera más simple es entrenar la atención plena, cuya técnica podría resumirse en la capacidad que tenemos todos de enfocarnos por completo en una sola cosa. Al hacerlo de manera intencional durante el tiempo suficiente, se genera un estado mental donde la conciencia ampliada habilita el contacto con el yo real, la mente silenciosa”.

Enfocarse es una práctica que puede realizarse con las tareas más sencillas de la vida cotidiana, como caminar o al tomar té, dibujar o leer, es un primer paso.

Suele ser más fácil enfocarse en una tarea dentro de un ambiente silencioso, sobre todo, al principio de la práctica. Aunque, por ejemplo, poner atención en el canto de un pajarito que pasa cerca, puede ser igualmente efectivo.

Si estamos dando una caminata, podemos observar atentamente y sin juzgar cada paso, prestar atención a la masa de pizza que amasamos. La idea es siempre la misma: permanecer por completo identificado y atento en la acción.

La mejor manera de comenzar a entrenar es por pequeños momentos, un par de minutos son suficientes, pero con la voluntad puesta en seguir entrenando. Hay que tener presente que las costumbres de la mente o de las emociones continuarán durante un tiempo.

Si, por ejemplo, tenemos el hábito de amasar para descargar la tensión mientras pensamos en la última discusión o problema, o en lo apurados que estamos porque hay mucho para hacer, la mente desenfocada del momento presente perderá la oportunidad de anclarse en el yo real.

Observar los pensamientos que viajan en nuestro interior nos permiten revelar cuáles son las emociones asociadas, lo cual influirá en nuestro humor, estado de salud y vida en general. 

 
Proponernos utilizar pequeños momentos de la vida cotidiana para conectar, sin presión, pero de manera sostenida. CC


Las Claves
“Desenchufar” el cerebro

1. Observar la forma de objetos inspiradores o bellos. 
 
2. Observar la naturaleza: flores, plantas, cielo, mar. 
 
3. Observar los diferentes colores y formas de las sombras en el suelo. 
 
4. Percibir el cuerpo haciendo movimientos mínimos o en cámara lenta. 
 
5. Observar la respiración, al inhalar, al exhalar. 
 
6. Escuchar atentamente sonidos del ambiente por breves instantes. 
 
7. Identificarnos con la acción que estamos realizando, cualquiera sea.

 



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