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POLITICA

28 de octubre de 2019

Alberto Fernández: el que abandonó a los K, se reconcilió y volvió como Presidente

Alberto será el presidente de una Argentina polarizada y en crisis.

Siente que fue kirchnerista antes de que el kirchnerismo existiera. Se define como peronista liberal-progresista. Rompió con muchos espacios

En el desayuno del 9 de agosto de 2000, en un bar de Corrientes y Callao de la Capital Federal, Alberto Fernández formalizó ante Néstor Kirchner su ruptura con el bloque de legisladores porteños de Domingo Cavallo y se terminó de enrolar en las huestes del gobernador de Santa Cruz, que casi no tenía referencias fuera de su provincia.

Se transforma así en el primer kirchnerista antes de que el kirchnerismo existiera. Ya venía trabajando con él en el grupo Calafate, el germen del Frente para la Victoria.

Fernández, un abogado de 60 de años, cultivó el pragmatismo del peronismo, se ubicó del lado progresista en ese ecléctico movimiento político y rompió con varios de los espacios que lo contuvieron aunque siempre dejó puentes que le permitieron reconstruir esos lazos. Nunca sus rupturas fueron definitivas.


Él mismo se define como “liberal de izquierda”, integrante de “la rama del liberalismo progresista del peronismo”.

Hizo su carrera más como armador que como conductor, tal es así que la candidatura presidencial fue la segunda nominación a un cargo electivo, después de haber sido legislador porteño. No hay antecedentes de tan pocas candidaturas previas a la máxima magistratura desde el regreso de la democracia.

Moviéndose en esos amplios espacios ideológicos del peronismo, imaginó –junto a Néstor Kirchner– la construcción de un movimiento político superador con aquella famosa transversalidad, pero terminaron abrevando en las estructuras tradicionales del PJ.

Fernández y Kirchner en 2007. Foto:archivo 

Alberto bajó el ascensor del edificio de Juncal y Uruguay mandando mensajes a sus amigos. Les decía que sentía que se había sacado un peso de encima. Y cuando le preguntaban cómo había sido la reunión, les respondía que la evocación a Néstor fue el punto de encuentro.

Cristina había entendido que con su caudal de votos no alcanzaba, que tenía un techo limitante, que debía compartir fórmula con alguien que no fuera un incondicional y que abriera las puertas a la reunificación peronista.

De Néstor
Alberto Fernández fue claramente un hombre de Néstor Kirchner, el que lo puso como su operador nacional para el armado político que lo hizo presidente en aquel singular proceso electoral de 2003.

Eduardo Valdés, un peronista porteño amigo de ambos y que luego fue embajador en el Vaticano y uno de los nexos del kirchnerismo con Francisco, fue quien los presentó en 1996.

Fernández venía de la militancia en el PJ de Capital Federal, era superintendente de Seguros de la Nación en el gobierno de Carlos Menem, había sido tentado para romper con el menemismo por Carlos “Chacho” Álvarez y su grupo de los 8 y no sólo se quedó en el peronismo sino que se sumó a listas de Cavallo en la elección porteña de 1995.

Antes había pasado en un cargo de tercera línea (subdirector de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía) en la gestión de Raúl Alfonsín y fue también funcionario bonaerense de Eduardo Duhalde.
 
Pero el futuro presidente prefiere contar su historia desde Néstor Kirchner en adelante. En 2011, escribió Políticamente incorrecto, en homenaje al fallecido mandatario y que es una especie de biografía de ambos.

Por cosas de la vida y de la política, aquel libro estaba prácticamente perdido de las mesas de saldos de las librerías porteñas y en mayo de este año, cuando Cristina anunció a su compañero de fórmula, se transformó en un suceso editorial.

En el libro, Alberto Fernández deja claro su lealtad a Néstor Kirchner, con quien primero se reportaba en los ocho meses que fue jefe de Gabinete de Cristina Fernández.


Es más, reconoce que fue Néstor el que rompió la carta que Fernández le había escrito a Cristina para despedirse de la jefatura de Gabinete, después de la tormenta política que había provocado la resolución 125 de las retenciones móviles.

Fue el jefe de Gabinete que más tiempo permaneció hasta ahora y era el puente de Kirchner con factores de poder, como empresarios, medios y otros actores sociales clave.

“Mi alejamiento del gobierno sobrevino cuando advertí que, en el sendero común que transitamos a raíz de la resolución 125, Kirchner, Cristina y yo habíamos percibido una realidad diferente. En ellos primó una mirada trágica, como si se tratara del fin de un ciclo. Sus ánimos estaban muy radicalizados y optaron por extremar posiciones para enfrentar lo que vivían como una suerte de conspiración de muchos actores contra el gobierno (...) Mi mirada tenía una voluntad autocrítica, reclamaba correcciones a nuestro método de disputa, propiciaba el cambio de algunas figuras desgastadas, entre ellas la mía”, escribió en su libro.
  

Alberto, reconciliado con CFK. | AP

Faltaba todavía tiempo para que se volviese el tenaz cuestionador de Cristina Fernández, a la que le apuntó por el manejo de la economía, la corrupción, el autoritarismo y los errores de conducción política.

Eran los años que transitaba la avenida del medio de la mano de Sergio Massa, el que lo había reemplazado como jefe de Gabinete. Intentaba repetir con el tigrense lo que había hecho con el santacruceño pero terminaron volviendo juntos al lugar de donde se habían ido. Había formado su propio espacio político, Parte, que casi no logró consolidar.

Del Bicho y de Litto
La definición más repetida de él alude a sus cualidades de componedor y dialoguista, aunque ha mostrado en esta campaña y en expresiones públicas que la confrontación y la acusación se siente más cómodo.

Su perfil en redes sociales lo aleja bastante del dirigente moderado que se intentó construir.

Fernández es bien porteño, abogado, profesor de Derecho Penal, futbolero, hincha de Argentinos Juniors y llegó a jugar en las inferiores del “Bicho” de La Paternal como arquero.


Fernández y su pasión por la música. Foto:captura Web
Su otra pasión es la música. En las reuniones con sus amigos siempre termina con la guitarra en mano cantando temas del rock nacional de los ‘70. Su admiración por Litto Nebbia es tal que se dejó los bigotes para parecerse al autor de La Balsa.

Le gusta el tango pero canta uno solo, Como dos extraños.

El 10 de diciembre va a ocupar el despacho que está al lado en la Rosada del que ocupó durante más de cinco años. El principal de la sede del gobierno argentino.

Uno de sus desafíos será, justamente, que sea el despacho más importante.



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