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20 de diciembre de 2014

De Guantánamo a Uruguay, una nueva vida en libertad

MONTEVIDEO.- Las multitudes los asustan. Dicen que por eso están tan contentos de estar en Uruguay , "un país casi vacío". Se entiende: pasaron unos 12 años virtualmente aislados en la tristemente célebre prisión de Guantánamo, en Cuba, acusados de terrorismo.


Poco más de una semana después de haber sido trasladados a Montevideo en medio de un fuerte operativo de seguridad, los seis refugiados de Guantánamo empiezan a dejarse ver en las calles de Montevideo, caminan por la rambla, visitan la playa y muestran orgullosos sus flamantes cédulas de identidad uruguayas.

"Antes de que me dijeran que iba a venir a vivir acá, jamás había oído hablar de un país llamado Uruguay", dijo el palestino Mohammed Tahanmatan, de 35 años. Admitió que pudo ubicarlo en el mapa gracias a un atlas que encontró en Guantánamo.

El domingo pasado fue radicalmente diferente para Tahanmatan y los otros cinco ex prisioneros, que están alojados temporariamente en una casa en el centro de Montevideo, cedida por la central sindical PIT-CNT.

Con el propósito de ayudarlos a "despejarse", varios dirigentes sindicales organizaron una visita a Canelones, en las afueras de Montevideo, a la casa de la profesora que les da clases de español. Varios periodistas participaron de la visita, a condición de no encender cámaras de televisión ni grabadoras y de mantener off the record buena parte de lo que dijeron en las casi ocho horas que duró el encuentro.

El día empezó con una visita a una feria vecinal, con lección de español sobre frutas y verduras incluida. Más tarde, los refugiados faenaron y asaron un cordero en el jardín de la profesora y, luego de un banquete al estilo de Medio Oriente, terminaron el día con una visita a la playa, en la que algunos de ellos escribieron en la arena una frase que dice todo: "Viva la libertad".

En sus diálogos con los periodistas, los seis dejaron en evidencia su mayor preocupación: conocer el paradero de sus familias y encontrar la manera de reunirse con ellas.

De los cuatro sirios del grupo, no todos han podido contactarse con sus familiares, y el temor que tienen es que algunos puedan encontrarse en zonas bajo control del grupo jihadista Estado Islámico (EI), que ocupa buena parte de Siria y de Irak. Aislados en Guantánamo, estos hombres ni siquiera sabían de la existencia de este grupo que tiene en vilo a toda la región.

El más joven es Ali Hussain Shaabaan, que nació en 1982 en Siria, donde estudió inglés durante varios años. Shaabaan pudo contactar a sus padres y ansía conocer a algunos de sus hermanos que nacieron durante su confinamiento en Guantánamo, desde enero de 2002.

Van a la playa, preparan asado, aprenden español y caminan por las calles de Montevideo; entre la preocupación por sus familias en Medio Oriente y la ilusión de dejar atrás más de una década de reclusión, los seis ex prisioneros empiezan a dar vuelta la página.

El grupo incluye también a los sirios Ahmed Adnan Ahjam, de 37 años, y Omar Mahmoud Faraj, un carnicero de 39 años. Los dos fueron detenidos en Paquistán en 2002 y trasladados a Guantánamo. El más veterano es el tunecino Abdul Bin Mohammed Abis Ourgy, de 49 años, que habla italiano porque vivió varios años en Milán; fue contrabandista y es fanático del Milan, uno de los equipos de la ciudad.

En el período previo a su liberación, sus carceleros les permitieron estar juntos en varias ocasiones. Pero ellos se negaban a creer en la promesa de una vida en libertad en Uruguay. No fue hasta que bajaron del avión y vieron que los esperaban autoridades identificadas con la bandera uruguaya en sus uniformes que pudieron respirar aliviados, reconocieron en diálogo. 

El único casado es otro sirio, Jihad Diyab, de 43 años, que llevó a juicio el método de alimentación forzosa al que fue sometido en Guantánamo. Nacido en el Líbano, de padre sirio y madre argentina, se fue a vivir a Siria a los tres años. Dice que ya pudo hablar por teléfono con su mujer y tres de sus hijos, que viven como refugiados en el Líbano. Pero recibió la peor noticia: su hijo mayor murió en la guerra civil que desangra a Siria. Por eso, dice que está preocupado por la suerte del resto de su extensa familia.

No fue hasta que bajaron del avión y vieron que los esperaban autoridades identificadas con la bandera uruguaya en sus uniformes que pudieron respirar aliviados.
Diyab llegó a Montevideo muy débil, delgado y emocionalmente conmocionado. En Guantánamo estuvo en huelga de hambre intermitentemente desde 2007 y fue sometido a más de 1000 procedimientos de alimentación forzosa. Pero el domingo, cuando pudo hablar, se mostró muy animado. Ya no necesita silla de ruedas, camina con muletas y parece estar recuperando su fuerza.

Está desesperado por reencontrarse con su familia y sueña con abrir un restaurante, negocio que conoce por haber trabajado en el que tenía su padre. El fin de semana, pudo cocinar por primera vez en muchos años: tomó posesión de la cocina y preparó varias ensaladas, hummus y otros platos árabes. Un rato antes, caminando por la feria, habló sobre la rama libanesa de su familia y quiso saber qué publicaron sobre él los medios.

Los archivos secretos del Pentágono sobre cada uno de los prisioneros que pasaron por Guantánamo desde su apertura, el 11 de enero de 2002, incluyen un historial de supuesto reclutamiento y pertenencia a organizaciones terroristas y ataques a intereses norteamericanos.

Sin embargo, los propios jueces norteamericanos dejaron constancia en varios de los casos que llegaron a sus manos que la mayoría de la evidencia no es fidedigna ni fue corroborada, o incluso fue arrancada bajo tortura a otros detenidos, tanto en Guantánamo como en alguna de las cárceles secretas que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) mantuvo operativas en varios países.

Los propios jueces norteamericanos dejaron constancia en varios de los casos que llegaron a sus manos que la mayoría de la evidencia no es fidedigna ni fue corroborada, o incluso fue arrancada bajo tortura a otros detenidos.
En los prontuarios de los seis hombres, así como en los de muchos otros presos de Guantánamo, aparecen con frecuencia los nombres de dos fuentes cuyos testimonios deben ser considerados poco confiables, según WikiLeaks.

Ellos son Abu Zubaydah y Abu Faraj Farj al-Libbi. Los dos fueron sometidos a intensas sesiones de torturas en distintas prisiones secretas de la CIA y en Egipto, y varias de sus confesiones se probaron luego falsas o erradas, según advirtió el informe del Senado norteamericano difundido la semana pasada en Estados Unidos y que provocó una fuerte polémica.

El gobierno norteamericano determinó en 2009 que no había evidencias para enjuiciar a los seis hombres que ahora viven en Uruguay, y determinó que debían ser puestos en libertad.

Pero la espera fue larga. Primero empezó la búsqueda de un país que estuviera dispuesto a recibirlos. Y, una vez que Uruguay aceptó recibir el mayor número de presos trasladados de Guantánamo hasta ahora, empezó una ardua negociación de más de un año.

La semana pasada, las autoridades uruguayas expidieron cédulas de identidad para los seis. Ellos las muestran orgullosos, y repiten una frase: "Ahora nuestra patria es Uruguay".

AGRADECIMIENTO

El grupo dice que tiene esperanzas de reunirse con el presidente uruguayo, José Mujica , por quien sienten un agradecimiento "cercano a la veneración", dijo una fuente cercana a los refugia

Shaabaan, Faraj, Ourgy y Tahanmatan posan detrás del revelador mensaje que escribieron en la arena, en la costa del departamento de Canelones. Foto: AFP / Agencia AFP del

Tahanmatan es el que subraya que está feliz viviendo en un país "casi vacío", con 3,3 millones de habitantes en algo más de 176.000 km2. En los 6000 km2 de su territorio palestino natal viven apiñados cinco millones de personas. Para él, volver a Cisjordania no es una opción. Tampoco cree que su numerosa familia (compuesta por sus padres y 14 hermanos) esté dispuesta a dejar Medio Oriente para instalarse en Uruguay. Pero sí confía en que, por lo menos, su madre lo visite.

Tahanmatan se muestra como un hombre de firmes creencias religiosas, que transmite con una sonrisa y palabras amables. En Ramallah cursó estudios secundarios y trabajó en la construcción. Pero después de 12 años en Guantánamo no se siente con fuerzas para retomar ese oficio. Sus registros de salud indican que hizo varias huelgas de hambre y padeció depresión severa. Ahora planea sacar el registro de conducir y trabajar en el sector del transporte. Le gustaría también volver a estudiar.

La espera fue larga. Una vez que Uruguay aceptó recibir el mayor número de presos trasladados de Guantánamo hasta ahora, empezó una ardua negociación de más de un año.
Ese día, como todos los últimos, los seis practicaron las primeras palabras que aprendieron en español. Aunque el inglés sigue siendo el salvavidas de casi todos para comunicarse, es la lengua de sus captores y dicen que quieren dejarla atrás cuanto antes.

La tolerancia cultural estuvo a prueba a lo largo de todo el día: los alimentos se prepararon según la tradición musulmana, desde la forma de encender y alimentar el fuego hasta el método "halal" para sacrificar el cordero. Nadie bebió alcohol. Los seis se retiraron al interior de la casa a orar dos veces y no estrecharon las manos ni se tomaron fotografías con las mujeres presentes.

Los ex prisioneros dejaron en claro cuáles son los límites de la exposición pública a la que están dispuestos. Pero aceptaron e incluso pidieron que se tomaran imágenes en varios momentos.

La central sindical PIT-CNT canceló una conferencia de prensa prevista para esta semana, por considerar que hubiera representado un grado de escrutinio para el que los seis árabes todavía no están preparados. Dos de ellos dijeron que sentían haber pasado 12 años como "personas muertas".

Al igual que en sus otras salidas en Montevideo, algunos uruguayos que paseaban el domingo por la feria los identificaron y saludaron. Una pareja incluso se tomó una selfie con ellos. Si bien la opinión pública uruguaya está lejos de aprobar en forma unánime la decisión de Mujica derecibir a los ex presos de Guantánamo, desde que llegaron no ha habido una sola muestra abierta de rechazo.

LOS EX PRESOS QUE ESTÁN EN URUGUAY

Omar Faraj

Sirio

Carnicero de 39 años, EE.UU. lo señalaba como integrante de una célula terrorista siria que escapó de las autoridades de ese país; fue detenido en 2002 en Paquistán

Ahmed Adnan Ahjam

Sirio

De 37 años, al igual que Faraj, fue detenido en 2002, en Paquistán, tras huir de Tora Bora; según documentos clasificados, Ahjam recibió capacitación sobre operaciones suicidas en Siria

Jihab Diyab

Sirio

Con madre argentina y padre libanés, casado y de 43 años, llegó a Uruguay muy debilitado por el método de alimentación forzosa al que fue sometido; era miembro de un grupo compuesto por células terroristas

Mohammed Tahanmatan

Palestino

De 35 años, fue detenido en casas de seguridad pertenecientes a Al-Qaeda, donde también se capturó a otros miembros del grupo; espera que su madre pueda visitarlo en Uruguay

Ali Shaabaan

Sirio

De 32 años, durante varios años estudio inglés en su país; según EE.UU., integró una célula terrorista siria que escapó de las autoridades y huyó a Afganistán en 2000, y también recibió entrenamiento suicida

Abdul Bin Abis Ourgy

Tunecino

Con 49 años, es el más veterano del grupo de ex prisioneros; habla italiano porque vivió varios años en Milán; fue contrabandista y se hizo simpatizante del club Milan

Fuente:FMFleming-Agencia AFP-Fotos: AFP

 / Agencia AFP



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