Decididamente un año para olvidar será el 2014 para el mercado de trabajo y los principales actores del mundo laboral. La contracción de la actividad económica golpeó fuerte sobre las variables más relevantes del mercado, recreando una combinación compleja y preocupante: una caída, por primera vez años, de los salarios reales en un contexto de inquietante deterioro del nivel de empleo. Frente a ese escenario de dificultades, la apuesta por la conflictividad socio-laboral constituyó la principal respuesta del actor sindical, pero la propia fragmentación del sector limitó sus efectos concretos hasta que la ofensiva de confrontación terminó el año deambulando al borde de la intrascendencia.

Con esa experiencia de fondo, el objetivo de superar la división interna y componer algún esquema de unidad constituye para la dirigencia sindical casi una razón de ser de cara al año electoral que será 2015. Tanto gremios aliados como opositores a la administración kirchnerista prevén que los nubarrones que golpearon la economía en 2014 persistirán durante los próximos meses e interpretan que solo a partir de un fortalecimiento de la capacidad de acción del sector podrán minimizar sus consecuencias sobre los bolsillos de los trabajadores.

La próxima ronda de paritarias será, en ese marco, un desafío clave. Si bien algunos dirigentes ya anticiparon reclamos de aumento de hasta el 50% y otros deslizaron un piso del 40%, la gran mayoría evita hablar de números y asegura que su objetivo central en la negociación con el sectores empresario será recuperar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios acumulada este año, que estiman en el orden de 5%.

Otro de los planteos que suma adhesiones entre la dirigencia sindical se vincula con la posibilidad de un adelantamiento de la renegociación de los convenios. Esa alternativa cobró aún más fuerza a partir de la decisión de varias administraciones provinciales de anticipar la discusión salarial con los gremios docentes para despejar el horizonte de conflictos en el inicio del próximo ciclo lectivo.

Desde el Gobierno desestiman de plano ese escenario de la misma forma que rechazan que la futura negociación salarial se concentre en la discusión de subas de entre el 40% y 50%. "Ninguna economía es viable con aumentos salariales del 50%", advirtió a El Cronista un importante funcionario del gabinete nacional.

Las previsiones de la Casa Rosada descuentan para los próximos meses una marcada desaceleración en la inflación que, en su visión, será clave para contener las demandas sindicales. En esa interpretación, los nuevos aumentos deberían ubicarse por debajo del 30%. "Entre el 25% y el 28%", deslizan en algunos despachos oficiales, cifras que en diversas organizaciones sindicales califican como "pura ciencia ficción".

Aunque con menos ruido, desde el Gobierno advierten de otro factor que actuará como disciplinador de las aspiraciones salariales de los gremios: la creciente preocupación por el empleo. Diversos informes privados anticipan para el primer trimestre del próximo año una contracción mayor en la demanda laboral de las empresas. "Por lo menos ocho de cada diez empleadores no prevé contratar nuevo personal en el período enero-marzo", alertó un relevamiento de la consultora Manpower.

Buena parte de los gremios enrolados en la CGT oficial, que lidera Antonio Caló, como aquellos sindicatos que responden a la central opositora de Hugo Moyano admiten su temor por el futuro del empleo. Pero sostienen que el proceso de unidad permitirá recuperar protagonismo al sector para negociar con mayor fortaleza condiciones laborales y convertirse en factor de poder en medio de la pulseada electoral por la sucesión presidencial de Cristina Fernández.

Fuente:FMF