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27 de septiembre de 2020

Trump presenta a su candidata al Supremo, Amy Barnett

Amy Coney Barrett va reemplazar a Ginsburg en la Corte Suprema.

La elegida de Trump para llenar la vacante que deja Ruth Ginsburg es partidaria de la política migratoria del presidente y tiene posiciones contrarias a Obamacare y el derecho al aborto.

El presidente Donald Trump anunció este sábado desde los jardines de la Casa Blanca la nominación de Amy Coney Barrett para suceder a la fallecida Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema. Barret era considerada como la favorita a la nominación después de que hace una semana el presidente adelantara su intención de nominar a una mujer para el cargo vitalicio.

Trump calificó el acto como un "momento de mucho orgullo" para él y dijo que Barrett es una mujer de "intelecto imponente" y "lealtad inquebrantable a la Constitución". Agregó que es "una de las mentes legales más brillantes y talentosas" de la nación.

Barrett dijo minutos después del anuncio que está "profundamente honrada" y agregó que si se confirma su nominación en el Senado sustituirá a una mujer que rompió todas las barreras. Así mismo se comprometió a tender puentes con aquellos con cuyas opiniones difiere e insistió en una de sus posiciones filosóficas de jurisprudencia que "un juez debe aplicar la ley tal como está escrita", dejando de lado variables como los cambios sociales, las circunstancias socioeconómicas, dicen algunos expertos legales.

La jueza Amy Coney Barrett tiene un probado perfil conservador con posturas similares a las del presidente en temas clave como la inmigración, la ley de salud, la posesión de armas y el aborto que disparan el temor de los progresistas por el sello que imprimiría durante las décadas que previsiblemente pasará en el tribunal más importante del país, una vez sea confirmada por el Senado, donde no se espera ninguna sorpresa debido a que es dominado por los republicanos.

Entre los demócratas preocupa especialmente la posición de la nominada frente a Obamacare, de la que es una clara opositora.

Reacción de Pelosi y Biden
Justo por ello, la jefa de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, criticó duramente la nominación a través de un comunicado escrito poco tiempo después de anunciarse desde la Casa Blanca:

"Durante cuatro años, el presidente Trump ha tratado de aplastar la Ley del Cuidado de Salud Asequible (Obamacare o ACA) en el Congreso y los Tribunales. Esta nominación amenaza con la destrucción de las protecciones que salvan vidas para 135 millones de estadounidenses con afecciones preexistentes, junto con todos los demás beneficios y protección de ACA".

Pelosi agregó que "las reglas que impiden que las compañías de seguros consideren a la mujer como una condición preexistente desaparecerán. La capacidad de los jóvenes de permanecer en el seguro de sus padres hasta los 26 años desaparecerá. La expansión de Medicaid que llevó la atención médica a millones y los ahorros en medicamentos de Medicare para las personas mayores al cerrar el 'periodo sin cobertura' desaparecerá. La prohibición que impide que las aseguradoras vuelvan a poner límites anuales y de por vida a su atención médica desaparecerá. Y los gastos máximos de desembolso personal que evitan que las familias se declaren en bancarrota debido a las interminables facturas médicas también desaparecerán".

Por su parte, el líder de la mayoría en el Senado, el republicano Mitch McConnell, dijo que Trump "no podría haber tomado una mejor decisión" al seleccionar a Barrett como su nominada: "La jueza Amy Coney Barrett es una jurista excepcionalmente impresionante y una nominada sumamente bien calificada para la Corte Suprema de Estados Unidos”. El senador se ha mostrado firme en que el Senado confirme a la jueza en su cargo.

El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, pidió al Senado que no confirme a la jueza antes de que se conozca el resultado de las elecciones de noviembre. "El Senado no debería actuar sobre esta vacante hasta después de que el pueblo estadounidense seleccione a su próximo presidente y al próximo Congreso", dijo Biden en un comunicado.

Audiencias de confirmación
Las audiencias de confirmación comenzarían el 12 de octubre, reportó The Washington Post. El primer día sería para declaraciones de apertura, seguido por dos días de preguntas y respuestas para finalmente escuchar testimonios de terceros el 15 del próximo mes.

Se prevé que el presidente del Comité Judicial del Senado, Lindsey Graham, anuncie el programa oficial el sábado por la noche en una entrevista con Fox News.

McConnell ha dicho que tomará una decisión sobre la votación del pleno de la cámara alta después de las audiencias.

Desbalance
Por ello, la casi segura llegada de Barret a la Corte Suprema promete acabar con el llamado equilibrio ideológico que reinó en la máxima isntancia judicial del país por varias décadas, dándole a los conservadores una clara mayoría de 6 votos contra 3 de los llamados liberales. Barret sustituirá a Ginsburg, quien era considerada una de las más férreas defensoras de las posiciones progresistas dentro del tribunal.

Tras la repentina muerte de Antonin Scalia en 2016, la preocupación de los republicanos era que el presidente Barack Obama alterara ese equilibrio nombrando a un juez liberal. Por eso fue que el líder republicano Mitch McConnell bloqueó la nominación de Derrick Garland, argumentando que se trataba de una decisión que había que dejar al próximo presidente porque era año electoral. Ese argumento, paradójicamente, ya no es válido para el senador de Kentucky en 2020, otro año electoral.

Coney Barrett, jueza de la corte de apelaciones del circuito 11, con sede en Chicago, fue una seria candidata para reemplazar en 2018 al fallecido juez conservador Antonin Scalia. En aquella ocasión Trump afirmó: "La estoy guardando para Ginsburg", según reveló entonces el diario digital Axios

Una jueza para dos batallas: la ley de Salud y el aborto
Conservadora y católica practicante, Coney Barrett inclinaría la balanza de la Corte Suprema durante décadas ya que el nombramiento es de por vida y ella tiene apenas 48 años de edad. El desbalance ocurrirá en los temas que más polarizan a los estadounidenses, especialmente el aborto, un asunto en el que representa la antítesis de Ginsburg, una jueza que se convirtió en un auténtico icono progresista.

En la corte federal de apelaciones de Chicago, Coney Barrett adoptó posiciones que respaldan el derecho a portar armas, se oponen a la inmigración y rechazan la ley del Cuidado de Salud Asequible, (ACA por sus siglas en inglés) conocida como 'Obamacare', la reforma de salud impulsada por el expresidente Barack Obama que los republicanos han intentado desmantelar en los últimos años.

La Corte Suprema tiene previsto escuchar los argumentos orales el próximo 10 de noviembre sobre la última propuesta para derogar Obamacare, una demanda presentada por 18 estados republicanos que cuenta con el respaldo del gobierno de Trump. Los republicanos no han ofrecido ningún plan para reemplazar esa ley, que extendió el seguro médico a unos 20 millones de estadounidenses.

"Amy Coney Barrett cumple con las dos pruebas de fuego de Trump para los jueces federales: La voluntad de revocar la Ley del Cuidado de Salud a Asequible y revocar Roe v. Wade", el caso histórico que despenalizó el aborto en Estados Unidos, dijo a AFP Daniel Foldberg, director del grupo de presión progresista Alliance for Justice. "La jueza, que incluso se ha opuesto a garantizar el acceso a la anticoncepción, sería una pesadilla para la libertad reproductiva", agregó.
La carrera legal, un medio para "la construcción del reino de Dios"
Amy Coney Barrett pasó su infancia en Nueva Orleans, en el sur conservador, y después se convirtió en una de las mejores estudiantes de la escuela de derecho de Notre Dame en Indiana, institución en la que enseñó durante 15 años. Al comienzo de su carrera como abogada, trabajando como secretaria del magistrado del Supremo Antonin Scalia, adoptó su filosofía "originalista" que entiende la Constitución tal como estaba destinada a ser leída en el momento de su redacción, en contraposición a la interpretación más progresista.

Bajo estos principios, en 2017 criticó al actual presidente de la Corte Suprema, el también conservador John G. Roberts Jr., por haber sostenido una de las disposiciones más importantes del Obamacare, acusándole de haber traicionado las reglas del 'textualismo'.

Sus críticos sacan a la palestra con frecuencia una de sus conferencias, impartida a estudiantes en Notre Dame, en la que se presenta a sí misma como un "tipo diferente de abogada", y considera que una "carrera legal no es más que un medio para un fin... y ese fin es la construcción del reino de Dios". Destacados demócratas, como la senadora Dianne Feinstein, han señalado públicamente que sus creencias religiosas influyen en sus decisiones como jueza.

Amy Coney Barret y su esposo tienen 7 hijos, incluidos dos adoptados, de origen haitiano, y un hijo con síndrome de Down. La familia vive en South Bend, Indiana, y son parte muy activa de su comunidad, tanto en los colegios de los hijos como en partidos de fútbol, eventos deportivos y charlas en la Universidad de Notre Dame, en donde fue seleccionada en tres ocasiones como profesora del año.

"El dogma vive ampliamente dentro de ti"
En el año 2017 Barret fue nombrada como magistrada de la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito. Durante la audiencia de confirmación de su nombramiento, la senadora Dianne Feinstein, demócrata por California, le espetó: "Tiene un largo historial de creer que sus creencias religiosas deben prevalecer... el dogma vive ampliamente dentro de usted", una frase que, aunque usada en su contra, la convirtió en una verdadera heroína entre las bases más religiosas y conservadoras, que la consideraron un símbolo contra la presunta intolerancia anticatólica.

Ese mismo año varios medios revelaron que tanto la jueza como su esposo pertenecían a un grupo ultraconservador católico llamado 'People of Praise', una especie de secta católica que adoptó prácticas protestantes como el hablar en lenguas y creer en la sanación divina o las profecías, y que enfrenta reclamos de adherirse a una estructura autoritaria, que controla el modo de vida de sus miembros.

'People of Praise' surgió del llamado movimiento carismático católico de finales de la década de 1960, que mezclaba el catolicismo y el pentecostalismo protestante. En grupos como este, las mujeres casadas, como Barrett, hablan de sus esposos como sus "jefes" y todos los miembros deben donar el 5% de sus ingresos a la organización, según un reporte del diario británico The Guardian. Los jefes, añade este medio, son todos hombres y dictan las pautas de comportamiento.

Registros financieros presentados al Congreso muestran que Barrett se desempeñó entre 2015 y 2017 como fideicomisaria del Trinity School de Greenlawn, una escuela católica privada vinculada a 'People of Praise' y cuyo manual para padres explica el compromiso de la escuela con el establecimiento de "relaciones cristianas", de acuerdo con “las escrituras y la tradición cristiana”.

"Entendemos que el matrimonio es una relación legal y comprometida entre un hombre y una mujer y creemos que el único lugar adecuado para la actividad sexual es dentro de estos límites del amor conyugal", dice el manual, no solo excluyendo la legitimidad del matrimonio homosexual, sino incluso la posibilidad del sexo fuera del matrimonio.

"No es de extrañar que Trump quiera nominar a Amy Coney Barrett, una jueza con un historial de retórica anti-LGBTQ", dijo Human Rights Campaign, un prominente grupo de defensa de derechos LGBTQ+. "Ella ha argumentado en contra de los derechos trans, el matrimonio igualitario y los derechos reproductivos, y no debería estar en la Corte Suprema", añadió la organización.

 

 

En el lado opuesto, a los conservadores les entusiasma su nombramiento y ya circulan por internet memes de ella caracterizada como una heroína. Barrett es adalid de todas las causas que más movilizan a la base más conservadora del Partido Republicano, algo fundamental a las puertas de las elecciones presidenciales de noviembre.

La nominada es un reflejo vivo del Estados Unidos blanco, cristiano y conservador que predomina en extensas zonas del centro del país y que con la llegada del presidente Trump a la Casa Blanca defiende más que nunca ese modo de vida sociocultural que ha cambiado drásticamente en las últimas décadas con nuevos flujos migratorios y la transformación social de las grandes urbes.



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