El 18F dejará dos postales. Una el de una Plaza de Mayo preanunciada repleta por la marcha de los fiscales, a un mes de la muerte de Alberto Nisman; y la otra, el Gobierno a pleno con la central nuclear Atucha II, rebautizada Néstor Kirchner, de fondo. Todo está dispuesto para que el gabinete, gobernadores y legisladores respalden in situ a Cristina Fernández de Kirchner, en tal vez una de las jornadas más difíciles de su gestión, pero hasta anoche en Presidencia todavía escatimaban confirmar su presencia.

La Jefa de Estado no se quedó en Santa Cruz, como estaba previsto, disfrutando el fin de semana XL de carnaval. En un sorpresivo regreso, la mandataria recibió los 38 años de su hijo en la residencia presidencial veraniega de Chapadmalal, junto a su nuera Rocío García y su nieto Néstor Iván. Más allá de reavivar los ya eternos rumores de recambio ministerial, el prematuro viaje permitió a Cristina Kirchner estar cerca del partido bonaerense de Zárate, donde se realizará el evento para coronar que Atucha II alcanzará el 100% de su capacidad, llevando energía a tres millones de usuarios, uno de los pilares siempre discutidos del modelo. Por sí mismo es un hito que el kirchnerismo pretendía destacar con bombos y platillos. Que justo sea el día de la marcha le otorga aún más relevancia.

Por eso para esta mañana se organizaron salidas de micros para los dirigentes K para trasladarlos los 115 kilómetros hasta la ciudad de Lima. Además, se espera una audiencia de miles. Sin contar la militancia movilizada, la Central cuenta con una dotación de 2 mil trabajadores.

A la espera del acto organizado por el Ministerio de Planificación de Julio De Vido, que está previsto para el mediodía y podría transmitirse en cadena nacional si Cristina Kirchner es la oradora, amenizará la espera un show organizado por Javier Grosman, ideólogo de los festejos del Bicentenario.

"A ella la confirmarán poco antes del acto", especulaban ayer en la Rosada sobre la presencia de la mandataria. Todo indica que, llegada de Chapadmalal, partirá hacia Zárate luego de un paso por la Quinta de Olivos. La jornada la culminaría allí, resguardada en la residencia presidencial mientras se desarrolla la Marcha del Silencio. Como alternativas, en caso de que Cristina Kirchner se llamara a silencio, se barajaba la posibilidad de un discurso del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. No sería la intensión oficial: "Necesitamos mostrarla respaldada por el poder político territorial ante el golpismo de la Justicia y la oposición", reflexionaron en un despacho de Balcarce 50.

La convocatoria en homenaje a Nisman, en lo formal aunque en lo subterráneo agita otras banderas críticas al Gobierno, no es lo único de lo que debe ser defendida Cristina Kirchner. Será el tercer discurso presidencial desde que el fiscal Gerardo Pollicita pidió, el viernes pasado, su imputación por el supuesto encubrimiento con Irán del atentado a la AMIA. En El Calafate, en la tradicional conmemoración K del descubrimiento del Lago Argentino, la mandataria evitó replicar la acusación judicial. Sólo lanzó una elíptica referencia de fortaleza: "A los que aún se asombran de cómo aguanto todo lo que tengo que aguantar, les digo que aprendí acá en la Patagonia con el viento, el frío, la nieve y el olvido".

Mañana, en su cumpleaños 53, Cristina Kirchner podrá comparar ambas postales del 18F.
Fuente:Agencias Argentinas