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28 de octubre de 2020

Argentina no podrà evitar la segunda ola de Coronavirus

Para testear más, hay que aumentar la capacidad de diagnóstico.

El Paìs debe cambiar de estrategia, escuchar otras voces y diseñar una red inteligente de testeos. “Es peligroso renunciar al protocolo universal.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó este lunes a “no bajar los brazos en la lucha contra un coronavirus que estrecha cada vez más el cerco en Europa, pone a la economía contra las cuerdas, desata protestas e incluso se politiza”.

“No podemos bajar los brazos, no podemos bajar los brazos”, machacó el director general de la OMS, Adhanom Ghebreyesus, en una rueda de prensa. “Cuando los dirigentes actúan rápidamente, el virus puede ser frenado”, dijo y advirtió que “es peligroso renunciar a controlar”.

El martes, la OMS dijo que las muertes diarias por COVID en Europa habían aumentado en casi un 40 por ciento en una semana. La doctora Margaret Harris de la organización advirtió que Francia, España, el Reino Unido, los Países Bajos y Rusia habían experimentado algunos de los aumentos más significativos.

Seis de siete fuentes consultadas se autodefinieron preocupadas por los rebrotes de coronavirus que, aventuran, golpearán a la Argentina. Más allá del relativo veranito que se respira en el AMBA, donde dominan los barbijos-sub-nariz, parece inevitable que, una vez que afloje la primera ola de Covid-19, venga otra. Nadie se anima al cuándo. Pero cinco de los siete entrevistados matizaron la cuestión: el futuro no está escrito y estamos a tiempo, si se modifica la estrategia, se escuchan otros expertos y se mejora el testeo con una red inteligente para localizar, testear y aislar a toda persona que haya tomado contacto con un caso confirmado.

Dos de las siete fuentes hablaron -off the record- de un rumor: reportan cortocircuitos entre los ministerios de Salud y de Ciencia y Tecnología. Como un matrimonio en crisis, uno de ellos no se estaría sintiendo escuchado. Son chismes en los que nadie profundiza mucho. No por temor a represalias sino por cautela: es ocioso echar leña al fuego cuando el horno no está para bollos. Y el horno somos nosotros.

Cinco científicos del Conicet enfocados en la lucha contra el Covid-19, dieron su opiniòn. Entre ellos, Andrea Garmanik (IIBBA-Conicet), Diego Comerci (UNSAM-Conicet) y Rodrigo Quiroga (UNC-Conicet). Se sumaron también Marta Cohen, reconocida médica patóloga argentina que vive en Inglaterra (distinguida hace días por la reina Isabel II), y Sonia Tarragona, subsecretaria de Medicamentos e Información Estratégica del Ministerio de Salud de la Nación.Lejos quedaron esos días de mayo en que la investigadora Andrea Gamarnik salía en los medios por un desarrollo estrella sacado contrarreloj en su laboratorio: el test nacional CovidAr IgG, capaz de determinar la presencia de anticuerpos contra el coronavirus. ¿Qué ve Gamarnik de la pandemia, ahora, pisando noviembre?

“Estoy muy preocupada por los rebrotes. Ahora tenemos una situación medianamente estable en AMBA porque hay mucha gente guardada en sus casas. Pero como el de al lado se relaja, invita a relajarse. Esto puede ser un problema a corto plazo. Creo que habría que focalizarse en un aspecto crucial que no requiere tanta infraestructura: crear un sistema para el rastreo y aislamiento de contactos estrechos. Requiere organización y es central en este momento”, explicó.

La misma secuencia (rastreo, testeo, aislamiento) fue repetida por todos los entrevistados. Metódica, Gamarnik siguió: “Vamos de lo general a lo particular. El test que diseñamos cumple un rol muy importante y se usa para ver dónde estamos parados: nos permite saber cuántas personas se infectaron, lo que es un dato útil. Pero creo que Argentina hace muy pocos tests diagnósticos”.
“Para testear más, hay que aumentar la capacidad de diagnóstico. Para aumentar la capacidad de diagnóstico hay que generar infraestructura. Pero eso requiere decisiones estratégicas”, evaluó la investigadora.

Es decir, “armar laboratorios nuevos, lo que no es una tarea sencilla... desde el principio de la pandemia se amplió un montón la capacidad diagnóstica, pero habría que multiplicarla por cinco, por lo menos”.

“Para testear más, hay que aumentar la capacidad de diagnóstico. Para aumentar la capacidad de diagnóstico hay que generar infraestructura. Pero eso requiere decisiones estratégicas”, evaluó la investigadora.

Es decir, “armar laboratorios nuevos, lo que no es una tarea sencilla... desde el principio de la pandemia se amplió un montón la capacidad diagnóstica, pero habría que multiplicarla por cinco, por lo menos”.

A la altura de la pandemia
A esa capacidad desplegada a medias se refirió también Diego Comerci, investigador principal de la UNSAM-Conicet y quien estuvo a cargo de la producción de un logrado test molecular rápido de Covid-19 (por la técnica de Easy Loop Amplification), que lleva solo una hora y media, y menos equipamiento que la clásica PCR.

Comerci fue claro: “Creo que va a ser un verano complicado, con brotes de dengue, cuyos síntomas son muy parecidos al coronavirus. Creo que vamos a tener rebrotes el año que viene. Esperemos que no”.
Según la médica, “va a haber que aprender a convivir con este virus, para lo cual todo el mundo se va a tener que testear seguido con pruebas diagnósticas rápidas: chicos y docentes antes de ir a la escuela, en las universidades, hospitales, geriátricos. Testearse será parte de la rutina”.

“¿Un nuevo hábito semejante a cuál?,

“Tal como nos lavamos los dientes, vamos a tener que chequear nuestra higiene viral”, aclaró.

“Buscando cómo justificar que se necesitan más tests encontré un artículo en base a un estudio de familias de Londres. Encontraron más de 39.000 positivos de Covid. De esos, 77% no tenía síntomas. Del restante 23% sintomático, el 83% no tenía síntomas clásicos: ni dolor de garganta ni temperatura, ni pérdida de olfato. Solo cansancio, somnolencia y dolor de cabeza o muscular. El virus circula mayormente entre asintomáticos: hay que cortar el círculo de transmisión con testeo inteligente”, argumentó.

En la misma línea opinó el químico Rodrigo Quiroga, otro de los científicos preocupados por las curvas que no bajan y por las que podrían venir: “Los rebrotes son evitables, siempre y cuando uno mantenga bajo control la circulación viral. Rastreo y aislamiento podrían evitar o al menos combatir una segunda ola. Se vio en Australia y en Nueva Zelanda”.

Pero “fácil, no es. La población relaja los cuidados y el factor estacional, se ve en Europa, tiene su peso, sin contar que la inmunidad parece durar solo unos meses, lo cual quizás alimente los rebrotes. Es una combinación de factores. La clave sigue siendo rastrear, testear y aislar”.



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