CULTO
16 de octubre de 2021
El Papa reclamó por el salario básico y reducción horaria
Fue a través de un mensaje a los movimientos populares del mundo.
En el coloquio de IDEA, ante empresarios habló sobre “los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria” y que “no se puede vivir” de ese tipo de ayudas.
Durante el IV Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, el papa Francisco envió un mensaje grabado en el que interpeló a las “corporaciones globales” y reclamó a los gobiernos un Salario Básico y Universal y reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas, una propuesta que en nuestro país ya se debate en la CGT, y que la diputada del Frente de Todos y dirigente de la Asociación Bancaria, Claudia Ormaechea, propuso en el parlamento.
En su intervención ante los delegados de los movimientos populares, el jefe de la iglesia católica los llamó “queridos poetas sociales”, y los convocó a “salir mejores de esta crisis signada por el descarte y la exclusión que la pandemia por COVID-19 ha profundizado”.
El miércoles pasado, en el coloquio de IDEA, frente a los principales empresarios del país y también a través de un video, el Papa intervino en el debate sobre “Una Argentina Sostenible”, y en su mensaje habló sobre la importancia fundamental del trabajo, aseguró que “los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria” y que “no se puede vivir” de ese tipo de ayudas y lamentó haber sido malinterpretado en su Madre Patria en cuanto a estos temas.
Salario básico y reducción horaria
“Muchas veces me dicen: ´Padre, estamos de acuerdo, pero, en concreto, ¿qué debemos hacer?’”, dijo Jorge Bergoglio ante una audiencia planetaria que lo observaba a través de pantallas de teléfonos celulares y ordenadores, y continuó: “Yo no tengo la respuesta, por eso debemos soñar juntos y encontrarla entre todos. Sin embargo, hay medidas concretas que tal vez permitan algunos cambios significativos. Son medidas que están presentes en vuestros documentos, en vuestras intervenciones y que yo he tomado muy en cuenta, sobre las que medité y consulté a especialistas”, anunció.
A renglón seguido, Francisco recordó: “En encuentros pasados hablamos de la integración urbana, la agricultura familiar, la economía popular. A estas, que todavía exigen seguir trabajando juntos para concretarlas, me gustaría sumarle dos más: el salario universal y la reducción de la jornada de trabajo”.
La posibilidad de que los desocupados de la Argentina cobren un Ingreso Básico Universal es una propuesta que desde la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) impulsa Juan Grabois, el dirigente social más cercano a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y que llevó como bandera durante la última marcha masiva que protagonizaron los denominados “Cayetanos” el pasado 7 de agosto y que convocó a unas 300 mil personas que se encolumnaron hacia Plaza de Mayo, desde la Iglesia de San Cayetano en Liniersf.
La convocatoria a esa movilización realizada por los movimientos sociales alineados con la Casa Rosada fue por “Tierra, Techo y Trabajo”, un lema con el cual el papa Francisco abrió su intervención.
El Sumo Pontífice aseguró que “un ingreso básico (el IBU) o salario universal” es necesario “para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida” y aclarósd: “Es justo luchar por una distribución humana de estos recursos. Y es tarea de los Gobiernos establecer esquemas fiscales y redistributivos para que la riqueza de una parte sea compartida con la equidad sin que esto suponga un peso insoportable, principalmente para la clase media —generalmente, cuando hay estos conflictos, es la que más sufre—”.
El Papa también pidió no olvidar que “las grandes fortunas de hoy son fruto del trabajo, la investigación científica y la innovación técnica de miles de hombres y mujeres a lo largo de generaciones”.
Sobre la reducción de la jornada laboral, un modelo que funciona en otros países y que por estos días forma parte de la agenda de dirigentes gremiales como Sergio Palazzo, titular de la Asociación Bancaria, quien impulsó el tema y favoreció el debate, Francisco precisó que: “La reducción de la jornada laboral” de ser analizada con seriedad y trajo a la memoria que: “En el siglo XIX los obreros trabajaban doce, catorce, dieciséis horas por día. Cuando conquistaron la jornada de ocho horas no colapsó nada como algunos sectores preveían. Entonces, insisto, trabajar menos para que más gente tenga acceso al mercado laboral es un aspecto que necesitamos explorar con cierta urgencia. No puede haber tantas personas agobiadas por el exceso de trabajo y tantas otras agobiadas por la falta de trabajo”.
Francisco consideró que tanto el Salario Básico Universal como la reducción horaria “son medidas necesarias, pero desde luego no suficientes”. Aclaró que solo estas dos medidas “no resuelven el problema de fondo, tampoco garantizan el acceso a la tierra, techo y trabajo en la cantidad y calidad que los campesinos sin tierras, las familias sin un techo seguro y los trabajadores precarios merecen” y agregó que “tampoco van a resolver los enormes desafíos ambientales que tenemos por delante” pero sostuvo que quería mencionarlas “porque son medidas posibles y marcarían un cambio positivo de orientación”.
Mirando a cámara primero y después leyendo las prolijas hojas a doble faz que tenía impresas, el Papa argentino cerró el IV Congreso Mundial de Movimientos Populares con una frase que los dirigentes grabarán en su memoria, aunque no es la primera vez que la utiliza: “Queridos Poetas Sociales. Así me gusta llamarlos [porque] tienen la capacidad y el coraje de crear esperanza allí donde sólo aparece descarte y exclusión. Poesía quiere decir creatividad, y ustedes crean esperanza; con sus manos saben forjar la dignidad de cada uno, la de sus familias y la de la sociedad toda con tierra, techo y trabajo, cuidado, comunidad”.
En buena parte de su intervención, Francisco hizo mención a la pandemia global del nuevo coronavirus y sus consecuencias: “En estos meses muchas cosas que ustedes denunciaban quedaron en total evidencia. La pandemia transparentó las desigualdades sociales que azotan a nuestros pueblos y expuso —sin pedir permiso ni perdón— la desgarradora situación de tantos hermanos y hermanas, esa situación que tantos mecanismos de post-verdad no pudieron ocultar”, interpretó.
“Ustedes son, como les dije en la carta que les envié el año pasado, un verdadero ejército invisible, son parte fundamental de esa humanidad que lucha por la vida frente a un sistema de muerte”, les recordó el sacerdote.
En uno de los pasajes más salientes, Francisco dijo que después de analizar la situación de desigualdad y de extrema vulnerabilidad por la que pasa un gran porcentaje de habitantes del planeta podía volverse “pedigüeño” y entonces pasó a pedir en nombre de Dios.
A los grandes laboratorios les solicitó “que liberen las patentes” y que “tengan un gesto de humanidad y permitan que cada país, cada pueblo, cada ser humano tenga acceso a las vacunas. Hay países donde sólo tres, cuatro por ciento de sus habitantes fueron vacunados”.
A los grandes grupos financieros y a los organismos internacionales de crédito les pidió “en nombre de Dios que permitan a los países y condonen esas deudas tantas veces contraídas contra pobres garantizar las necesidades básicas de su gente los intereses de esos mismos pueblos”.
“A las grandes corporaciones extractivas —mineras, petroleras—, forestales, inmobiliarias, agro negocios” les pidió “que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, de contaminar los ríos y los mares, de intoxicar los pueblos y los alimentos”.
A las grandes corporaciones alimentarias, que “dejen de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento”.
A los fabricantes y traficantes de armas, que “cesen totalmente su actividad”. A los gigantes de la tecnología les reclamó que “dejen de explotar la fragilidad humana, las vulnerabilidades de las personas, para obtener ganancias, sin considerar cómo aumentan los discursos de odio, el grooming, las fake news, las teorías conspirativas, la manipulación política”.
Sergio Palazzo, como el papa Francisco, impulsa la reducción de la jornada laboral de 8 a 6 horas
Sergio Palazzo, como el papa Francisco, impulsa la reducción de la jornada laboral de 8 a 6 horas
A los medios de comunicación les pidió que “terminen con la lógica de la post-verdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio, que busquen contribuir a la fraternidad humana y a la empatía con los más vulnerados”.
Luego vino una exhortación a las naciones más fuertes: “Quiero pedirles en nombre de Dios a los países poderosos que cesen las agresiones, bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra. No al neocolonialismo. Los conflictos deben resolverse en instancias multilaterales como las Naciones Unidas. Ya hemos visto cómo terminan las intervenciones, invasiones y ocupaciones unilaterales; aunque se hagan bajo los más nobles motivos o ropajes”.
A los gobiernos en general, a los políticos de todos los partidos, el papa Francisco los interpeló para que, “junto a los pobres de la tierra, representen a sus pueblos y trabajen por el bien común” y les pidió “el coraje de mirar a sus pueblos, mirar a los ojos de la gente, y la valentía de saber que el bien de un pueblo es mucho más que un consenso entre las partes” y les aconsejó: “Cuídense de escuchar solamente a las elites económicas tantas veces portavoces de ideologías superficiales que eluden los verdaderos dilemas de la humanidad”.
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