POLITICA
18 de diciembre de 2021
La ira de Máximo Kirchner logró unir a la oposición
Para los líderes del Congreso la clave para volver a negociar es que Cristina y Máximo se corran.
La caída del proyecto de Presupuesto debilita más al Presidente y empodera a una oposición que puede esconder sus carencias.
"Aprendan a escuchar", repetía de manera irritante Máximo Kirchner, luego de encender la mecha de una dinamita que tendría consecuencias sobre su propio castillo de poder al explotar. Había gritos, insultos, chicanas y una sesión desmadrada. El presidente del bloque del Frente de Todos rompió cualquier posibilidad de acuerdo para avanzar sobre el tratamiento del presupuesto y, sobre todo, el delicado pacto que se había logrado para tratarlo en comisiones unos días después. Hubo dudas sobre el trasfondo: si era una estrategia para romper todo y hasta para debilitar al presidente Alberto Fernández, el más golpeado por lo que ocurrió. O si, en cambio, fue solo un brote de superficial ira política, teoría que abonan muchos de los legisladores presentes y que, para tristeza de quienes esperan debates de alto nivel, parece que tienen razón.
El golpe político le pega de lleno a Alberto Fernández, quien sin embargo hoy tendrá un gesto de apoyo a quien destruyó la posibilidad de acordar. El Presidente estará nuevamente con Máximo Kirchner. Pero fue tan nocivo para el oficialismo, que en un segundo ordenó algo que estaba igual de complicado que el acuerdo por el Presupuesto: que la oposición tomara una decisión unánime. Dentro de Juntos por el Cambio había posiciones encontradas entre quienes pedían negociar y tender puentes, y los más duros, que buscaban hacerle sentir el rigor de las elecciones al Gobierno.
Había primado la idea de negociar y, así como un día antes dieron quórum, ahora aceptarían ir a comisiones para darle la chance al oficialismo de emprolijar un proyecto que hasta ponía colorados a los oficialistas. Es que en la pauta no cerraban las cuentas por ningún lado por la cantidad de gastos que se sumaron sin recursos; sin fondos ni fuentes de financiamiento asegurados. Pero la palabra de Máximo lo logró. Sentados en las bancas y con algunas miradas, en pocos segundos se pusieron de acuerdo para cambiar de posición y en vez de debatir en comisiones, votarlo en contra. "La pelota estaba frente al arco para el gol. Decidimos esperar. Pero Máximo lo hizo: dijo no, pateen y hagan el gol", graficó un diputado.
El escenario que viene parece complejo porque no habrá magia. Ya no está José Luis Ramón para tener votos automáticos extra y el contexto "perdedor" del oficialismo no atrae. No solo no tienen los votos, sino que el poder degradado no seduce a los diputados que pueden tener dudas. "Les va a salir carísimo cada voto", explican en Diputados, donde más allá del amor por las leyes también cuentan favores, guiños y dinero para conseguir apoyos.
Orden en la oposición y el rol de Morales
En la oposición fue un día intenso. El radicalismo no durmió y del Congreso pasaron al comité. Con una negociación interna intensa, en la que fue clave Alfredo Cornejo y la "paciencia" de Gerardo Morales, pero en la que hubo también tensiones (con varios referentes históricos), hubo lista de unidad y convivirán el propio Morales como presidente, con el líder de los díscolos, Martín Lousteau.
El propio Morales tendrá un desafío personal inmediato que le va a traer sensaciones encontradas. Ayer sugirió que no está "tan" de acuerdo con lo que pasó en el Congreso porque el Presupuesto es una ley importante, más allá de que "era invotable" lo que mandó el Gobierno. "Pero primero quiero hablar con mi bloque, tengo un pensamiento diferente respecto de cómo pararnos frente a leyes que son tan importantes", dijo el nuevo presidente de la UCR. Morales tiene una relación política muy cercana a Sergio Massa, el presidente de la Cámara y a quien señalan como uno de los que podría intentar recomponer relaciones. Ambos tienen una alianza por la que comparten gestión en Jujuy.
En Juntos por el Cambio se sienten empoderados y la debilidad del oficialismo le volverá a servir para tapar carencias propias. La duda será el camino a seguir: si acelerar como oposición y bloquear cualquier iniciativa (idea que se ejecutó en Mendoza, por ejemplo, y que apoyan muchos en el ala dura); o volver a tender puentes. En ese camino hay una señal que puede ser clave: si Alberto Fernández toma o no distancia de Cristina. "Con Cristina no se puede negociar nada. El Presidente ha tenido oportunidades de liderar, pero no las toma. Si sigue de la misma manera, no habrá diálogo posible", resumió una legisladora.
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