22 de abril de 2015
Cristina apuesta fuerte a un alineamiento con Putin
Desde Rusia con amor, petróleo y algo más: La Presidenta inicia en Moscú una agenda de acuerdos comerciales y energéticos.
Funcionarios ya avanzaron en áreas como la minería y la compra de uranio para una central nuclear. Pero el plato fuerte es la llegada del gigante Gazprom, que dispone de billetera para ayudar al desarrollo de Vaca Muerta
No tendrá el glamour de la Quinta Avenida neoyorkina, que tantas veces transitó, pero las calles nevadas del centro de Moscú también tienen su encanto.
Y no solamente por la belleza del histórico Kremlin, sino por el olor a dólares y petróleo que Cristina Kirchner está percibiendo en esta nueva visita a Rusia, que hoy comienza su agenda oficial.
La Presidenta argentina ya se resignó a que solamente podrá visitar Estados Unidos para asistir a las asambleas de Naciones Unidas y que la foto con Barack Obama en los jardines de la Casa Blanca será un gusto que no podrá darse.
Acaso un síntoma de ello haya sido la inesperadamente agresiva alocución de la mandataria argentina en la reciente cumbre de las Américas, una ocasión en la que todos los líderes latinoamericanos se dedicaron a elogiar el deshielo de la relación Estados Unidos-Cuba.
De manera que Cristina se respalda en los "nuevos amigos" para transitar el final de su mandato, con una nueva postura diplomática, que le aportan una mezcla de oxígeno financiero, cooperación tecnológica y apoyo en las peleas internacionales que la Argentina ha sabido conseguir.
A comienzos de año, el viaje a China había significado un bálsamo. Para empezar, le permitió tomar distancia de la crisis política provocada por la trágica muerte del fiscal Alberto Nisman.
Y, además terminó de consolidar los acuerdos para que el Banco Central pudiera utilizar la línea de u$s11.000 millones, gracias a los cuales se mantuvo la estabilidad de las reservas y se conquistó una paz cambiaria redituable en términos electorales.
También es por la cercanía estratégica con China que el ministro Florencio Randazzo puede cortar cintas de los nuevos vagones. El costo de la renovación ferroviaria que busca dejar atrás la tragedia de Once es de u$s2.100 millones.
Y, por cierto, sin el país asiático no sería posible financiar la construcción de las represas santacruceñas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, que costarán u$s4.700 millones.
Para completar el listado de la "buena onda" con China, el presidente de YPF, Miguel Galuccio, anunció la firma de pre-acuerdo con la compañía Sinopec, que abre la posibilidad de inversiones para explorar petróleo y gas en el yacimiento de Vaca Muerta.
El amigo ruso
Ahora, Vladimir Putin también ofrece su mano amiga, justo cuando la Argentina vuelve a sentir cómo sus relaciones con Estados Unidos se enfrían tras las últimas decisiones del juez Thomas Griesa que la aíslan aun más en el plano financiero.
Ya en su visita a la Argentina el año pasado, el astuto mandatario le había comentado a Cristina su opinión en el sentido de que, tras el fallo favorable a los "fondos buitre" había, en realidad, una estrategia de avanzar sobre los recursos naturales argentinos.
Música para los oídos de una Presidenta adepta a ver conspiraciones internacionales detrás de cada revés político.
La ayuda rusa puede parecer algo "devaluada" luego de la crisis financiera que el país sufrió a fines del año pasado, cuando debió debilitar el rublo, en medio de una fuerte caída del precio del petróleo y el gas.
Pero, con o sin apremios financieros, Rusia sigue siendo una gran potencia mundial, que para Cristina justifica el acercamiento a uno de los países hoy enfrentados con Occidente
No por casualidad, la gigante energética Gazprom se ha transformado en un arma diplomática de una elocuencia envidiable.
Un ejemplo: prácticamente el 60% del gas que consume Austria, el 35% que demanda Alemania y alrededor del 20% que utiliza Francia, proviene de gasoductos controlados por esta compañía.
Con ventas anuales por encima de los u$s160.000 millones, esta empresa también provee la totalidad del gas que requieren Lituania, Estonia y Finlandia.
En otras palabras, los recursos de la compañía resultan clave para el funcionamiento de buena parte de Europa.
Socios en una agenda nuclear
Si China constituyó la esperanza y apuesta estratégica para la renovación de la infraestructura, en particular en el tema urgente de los ferrocarriles, Rusia es una carta importante en el no menos crucial tema energético.
Prueba de ello es la delegación que acompaña a Cristina, en la que se encuentra el ministro de Planificación, Julio de Vido y el presidente de YPF, Miguel Galluccio.
De Vido, que había llegado a Rusia antes que Cristina, firmó un acuerdo minero, un convenio para adquirir turbinas para generación hidroeléctrica –con financiamiento del banco de desarrollo ruso-.
También avanzó en la agenda de cooperación en materia aeroespacial y en la provisión de tecnología para enriquecimiento de uranio, a utilizarse en la expansión del plan de energía atómica de Atucha, que incluye la construcción de la sexta central nuclear.
Como siempre, De Vido está a la defensiva. En la previa a su visita a Rusia, volvió a ser blanco de las críticas de los ex secretarios de energía, los mismos que durante años habían advertido sobre un colapso como consecuencia de la insuficiente inversión.
Ahora, estos ex funcionarios, que ya habían criticado la forma y el fondo de los acuerdos con China, vuelven a advertir sobre el riesgo de hacer convenios “improvisados” con los rusos.
“No es técnica ni políticamente razonable lanzar obras de la magnitud y complejidad de una central nuclear sin estudios previos completos que justifiquen que la obra debe ser realizada”, afirmaron.
Además “debe ser viable en lo económico, financiero, ambiental y asegurar la mejor relación costo-beneficio frente a otras alternativas”, completaron.
Desde Moscú, De Vido respondió en la tónica habitual: desestimar las advertencias y culpar a los ex funcionarios por el colapso del sistema eléctrico que cada verano deja a los usuarios sin luz.
Agrego que, a pesar de los cuestionamientos públicos, resultará difícil que la oposición política proponga explícitamente la anulación o marcha atrás con estos acuerdos.
En ese punto, el funcionario cuenta con altas chances de estar en lo cierto. No resulta políticamente redituable hablar en contra del desarrollo de satélites o de la inversión energética. Pero, sobre todo, no son tan fáciles de deshacer los convenios internacionales que pasarán por la aprobación del Congreso.
Lo que sí podría ser objeto de acaloradas polémicas es la metodología de asignación de concesiones, algo que ya levantó polvareda en el caso chino.
“Muchas veces, bajo una financiación de baja tasa de interés que forma parte de los convenios, estas obras son ejecutadas por empresas sin la debida experiencia ni procesos licitatorios públicos y transparentes que aseguren la ejecución a precios competitivos”, advirtió el documento de los ex secretarios de energía.
Gazprom, el nuevo jugador local
Pero, más allá de la extensa agenda de acuerdos, en este viaje a Rusia, la frutilla de la torta será el avance entre Gazprom e YPF por las inversiones de exploración en Vaca Muerta.
Tras el papelón de octubre del año pasado -cuando la estatal argentina desmintió categóricamente un acuerdo con la compañía rusa que Débora Giorgi, ministra de Industria, pregonó a los cuatro vientos-, ahora parece haber llegado el momento para sellar una fuerte alianza.
El bajón del precio del petróleo había provocado una inquietud generalizada respecto de si para los grandes inversores globales el yacimiento de Vaca Muerta seguiría siendo atractivo, dados los altos costos de exploración, que no serían pasibles de compensarse con un barril cotizando por debajo de los 83 dólares.
Ante esas expresiones de preocupación, Galluccio siempre se había mostrado confiado en que los dólares para avanzar llegarían.
Y, ahora, todo indica que está dispuesto a que Gazprom sea una parte importante de ese plan, al cual ya se sumaron la estadounidense Chevron y la malaya Petronas.
En el ámbito de las empresas energéticas circula la versión de que no se tratará de un pacto similar al firmado con Chevron, por el cual se asignó un área de exploración.
En el caso de Gazprom, la idea sería la de avanzar en un convenio de cooperación para la producción de hidrocarburos, sin limitar el accionar de los rusos a una zona geográfica específica.
Todo indica, entonces, que habrá que acostumbrarse a que esta compañía gasífera -que ya tiene presencia regional a partir de su ingreso a Bolivia- pase ahora a jugar un rol preponderante en la política energética argentina.
Gazprom tuvo un momento de fama mediática en el plano internacional hace menos de dos años, cuando una acción del grupo ecologista Greenpeace contra una plataforma de la petrolera en el Ártico derivó en la detención de 30 activistas, entre ellos los argentinos Camila Speziale y Hernán Pérez Orsi.
Controlada en un 50% por el Estado ruso, la petrolera surgió en 1989 en plena debacle de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) pero su crecimiento empezó a partir de 1993, con Boris Yeltsin en la presidencia de la recién nacida Federación Rusa.
Los recursos que comercializa provienen casi en su totalidad de campos ubicados en diferentes zonas de Siberia, aunque en los últimos años la firma viene multiplicando sus acciones para expandir sus explotaciones marítimas.
Aunque particular por la distancia geográfica, la potencial inversión de la empresa en Vaca Muerta no representa la única nueva apuesta fuera de su tradicional circuito comercial europeo.
Así, en los últimos meses la energética viene negociando una serie de contratos para colocar su portafolio de hidrocarburos en el gigante chino.
Aunque viajó Galluccio hasta Moscú para el acuerdo con Gazprom, está previsto que el lugar protagónico en la firma le corresponda a Cristina Kirchner.
El nuevo convenio está destinado a formar parte del "relato" como uno de los hitos en la recuperación de la "soberanía energética".
Y a la hora de los brindis para la foto, se verá la inquietante sonrisa de Putin, que no por nada fue destacado agente de la central de inteligencia y espionaje KGB.
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