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23 de abril de 2015

La Iglesia apostólica armenia canonizó a víctimas del genocidio

Fue en una ceremonia sin precedentes realizada en la víspera del centenario del exterminio. Durante el acto fueron canonizados los 1,5 millones de armenios que fueron masacrados, fusilados o murieron de hambre en el genocidio cometido por el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial.

Al acto, realizado en la Santa Sede de Echmiadzin, a unos 20 minutos de auto del centro de Ereván, asistieron algunos de los descendientes de las víctimas de las masacres, calificadas recientemente por el papa Francisco como "el primer genocidio del siglo XX".

Las palabras de Francisco y el reciente reconocimiento simbólico de la Cámara de Diputados de Austria desataron la ira de Turquía, el heredero del Imperio Otomano, que se niega a reconocer el genocidio oficialmente y sostiene que cientos de miles de armenios y turcos murieron en el marco de una guerra civil.

Pese al rechazo rotundo a hablar de genocidio, el gobierno turco tuvo un gesto hoy hacia la diezmada comunidad armenia que aún queda en ese territorio.

El Ministerio de Asuntos Europeos turco informó que su titular, Volkan Bozkir, participará por "primera vez desde 1916" de una "misa que conmemora el centenario de los sucesos de 1915". La ceremonia tendrá lugar mañana en la iglesia Santa María del barrio de Kumkapi en Estambul.

El gesto en Armenia, sin embargo, no despertó ninguna reacción oficial. Toda la atención hoy estuvo puesta en el principal acto religioso con motivo del centenario.

La canonización en Echmiadzin, que fue oficiada por el Katolikos Karekin II, el patriarca de la Iglesia apostólica armenia, y seguida por una marea de familiares y miembros del clero, incluyó un extenso repertorio de cánticos tradicionales y la unificación de todos los restos que se conservan de las víctimas del genocidio en un solo osario.

"Más de un millón de armenios fueron deportados, asesinados y torturados, pero pese a ello se mantuvieron fieles a Cristo. Fueron perseguidos por su fe en Cristo", aseguró Karekin II.

La mayor canonización de la historia duró dos horas y se realizó en el patio aledaño a la catedral de Echmiadzin, ya que el templo, como la mayoría de las iglesias armenias, es pequeña para acomodar a tantas personas.

Una vez que terminó la ceremonia, sonaron campanas en todas las ciudades y los pueblos de Armenia y la población respetó un minuto de silencio.

Las campanadas también resonaron en iglesias armenias y católicas en Buenos Aires, Madrid, Venecia, Berlín y París, entre otras ciudades, según informó la televisión pública en Ereván.

La jornada de hoy se completó a la noche con el recital del conocido grupo de rock System of a Down, integrado por estadounidenses de origen armenio.

Un mega escenario fue construido en la Plaza de la República, en el corazón de Ereván, para el principal evento cultural de la agenda del centenario.

El recital será retransmitido en vivo a través de pantallas instaladas por la diásporas en algunas de las principales ciudades del mundo.

Mañana viernes bien temprano, comenzará la tradicional Marcha de las Antorchas, una movilización que es uno de los símbolos de la lucha por el reconocimiento del genocidio y que partirá como todos los años desde la Plaza de la República en dirección al Monumento de Dzidzernagapert, como se conoce al memorial del genocidio.

Este monumento se encuentra a unos 15 minutos de auto del centro de Ereván, sobre una colina que domina la ciudad y es el corazón de las conmemoraciones del aniversario del genocidio año tras año.

Desde la mañana hasta las primeras horas de la tarde el monumento, que se encuentra al lado del museo del genocidio, estará cerrado para que las autoridades de Armenia, con el presidente Serge Sargsian a la cabeza, y los invitados internacionales, como el mandatario ruso, Vladimir Putin, y su par francés, Francois Hollande, visiten el lugar y coloquen una ofrenda floral alrededor de la llama del memorial.

Veinticuatro horas antes de viajar a Erevan, Putin aseguró que el genocidio armenio fue "uno de los acontecimientos más terribles y dramáticos de la historia de la Humanidad".

"Cien años después, inclinamos la cabeza ante la memoria de las víctimas de aquella tragedia, que en nuestro país siempre es recordada como un dolor y una desgracia propios. Rusia mantuvo siempre un punto de vista objetivo que no modificó: no puede justificarse la eliminación masiva con argumentos étnicos", agregó, en un comunicado publicado en la página web de la Presidencia rusa.

El acto de mañana en el Monumento de Dzidzernagapert será el evento central de la conmemoración del centenario en Armenio.

Después que los mandatarios invitados y algunos miembros de la influyente diáspora presenten su ofrenda floral, el memorial abrirá sus puertas para otros cientos de miles de personas que llegaron de todo el mundo para participar de este aniversario tan especial.

NOTA RELACIONADA

Descendientes de las víctimas del genocidio armenio contaron sus historias y agradecieron a Francisco

El centenario del Genocidio Armenio y la mención hecha por el papa Francisco de esa acción de exterminio durante su sermón el pasado 12 de abril en la Basílica de San Pedro, abren una nueva etapa "crucial y esperanzadora" en este atávico reclamo, opinaron descendientes de víctimas e integrantes de esta numerosa colectividad en Argentina, que narraron a Télam algunas de sus historias ancestrales.

Arturo Ohanessian y Manuel Manoukian, opinaron en una entrevista con Télam que las palabras de Pontífice son "el resultado de las luchas y reclamos" protagonizados por la enorme diáspora armenia, calculada en 8 millones de personas en todo el mundo y en alrededor de 200 mil en Argentina.

"Las palabras del Papa son un click, marcan un antes y un después y estamos muy agradecidos, pero nada de lo dicho por él hubiera ocurrido si no fuera por décadas y décadas de peleas y reclamos", subrayó Ohanessian, de 72 años de edad y comerciante.

Tras estas palabras, en una semana que derrama sentido histórico y político para esta colectividad, ambos entrevistados hilaron historias familiares vinculadas a la masacre iniciada en 1915, que -según expresaron- les fueron transmitidas por sus familiares en el ámbito cotidiano, alrededor de algún rito familar o de un lehmeyun (cómida típica) en la mesa, y que pese a su transmisión oral de generación en generación, sorprende por su intensidad y pasión.
 

"Las palabras del Papa son un click, marcan un antes y un después y estamos muy agradecidos, pero nada de lo dicho por él hubiera ocurrido si no fuera por décadas y décadas de peleas y reclamos"
Arturo Ohanessian

Ohanessian es nieto de un joyero que vivíó en Smirna -en el oeste de Turquía, actualmente el segundo mayor puerto del país euroasiático tras Estambul-, que logró huir de esa ciudad en un barco francés hacia Grecia tras recibir noticias de que en Anatolia (en el este) ya se habían producido las primeras matanzas de armenios.

Como tantos millones, Ohanessian encarna la historia de una familia "desgajada", como grafica él mismo en su relato interrumpido por breves silencios y suspiros, una familia que logró reconstituirse en parte (de muchos ellos jamás se supo su paradero) y que siente que la persistencia de la memoria es el modo elemental de "homenajear a las víctimas".

Muchos años después, en la Grecia que los recibió y que -según relata- albergó más de 120 mil refugiados durante los primeros años del genocidio, se conocieron sus padres desde donde viajaron a Argentina en 1948, dos años después de nacer Arturo.

Manoukian, de 84 años y maestro mayor de Obras, también intercala sus recuerdos con prolongados silencios y miradas al suelo, buscando forzar la memoria para no extraviar el legado de sus ancestros.


Sus padres son oriundos de Adana, en el sur de Turquía y cerca de la frontera con Siria. Huyeron tras ver "cerros de cadáveres" -relata- y poco después de ver "como mataban a su tío Sarkís delante de todos los adultos de su familia", lo que los obligó a sumarse a la prolongada peregrinación por el desierto, rumbo a Siria y Líbano, donde él y sus hermanos fueron repartidos en varios orfanatos.

"Sólo quedaron los chiquitos..mataron hasta a las mujeres" dice en voz baja, antes de relatar que su padre viajó a la argentina décadas después para ir trayendo a sus hermanos vivos, que habían quedado repartidos en varios países de la región.
"Todos ellos trabajaron limpiando zapatos, trasladando agua en baldes o en plantaciones durante años", recuerda.

Mientras el diálogo crece en intensidad, Arturo señala que "nunca" conversó con su madre en español, aunque ella hablaba perfectamente este idioma. "Todas nuestra conversaciones eran en armenio", insiste buscando graficar el modo en que la mujer persistía en preservar el legado de sus antepasados.

Luego, ambos coincidieron en que el crecimiento de este antiguo reclamo "tiene mucho que ver con la falta de justicia y que, de haber existido ésta, el reclamo no tendría la magnitud ni el crecimiento que logró durante los últimos años.

"Por eso la juventud, nuestros hijos, ahora es tan militante, y por eso participamos tanto", concluye Manuel.

La comunidad preparó largamente esta conmemoración, a la que le dio dio un gran sentido simbólico, buscando profundizar en todo el mundo el conocimiento de esta matanza y buscando que una nueva visibilidad y consenso global contribuya al reconocimiento y la búsqueda de justicia.

Como resultado del genocidio, nació la diáspora armenia, muy influyente en países como Estados Unidos, Francia o Argentina, mientras la actual Armenia logró su independencia tras la caída de la Unión Soviética en 1991

Fuente:Agencia Télalm

 



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