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27 de abril de 2015

LA BAJA RENTABILIDAD TAMBIÉN ESTÁ ALCANZANDO A LA YERBA MATE

Por los bajos precios a los que tuvo que vender, Hildor Kingbeil está decidido a no cosechar más té para terceros. Como él, muchos otros productores replantean estrategias para mantenerse en sus chacras

En tiempo de cosecha no hay alegrías para la mayoría de los cultivos de Misiones. El clima esta vez no fue el problema, como pasó en tantos años con sequías interminables, lluvias e inundaciones o heladas fulminantes.

Este año particularmente el valor de la producción sintió el golpe de la inflación, el atraso cambiario del peso junto con las menores posibilidades de exportación y los pagos miserables de algunas industrias.

Los ejemplos son muchos y también se pueden ver en otras provincias. Pero en Misiones, por la gran cantidad de pequeños agricultores, la incertidumbre golpea más. Plantines forestales, tabaco, té, cítricos, mandioca, dan pérdidas o directamente no encuentran quién los compre.
 

El panorama de inviabilidad de producciones está provocando medidas extremas entre los colonos. Algunos ya han quemado teales, para a futuro ver si llegan a conseguir más dinero quitando las raíces y plantando otra cosa. Otros han pasado su tractor arriba de plantas de cítricos para sembrar nuevamente yerba mate.

Otra vez aferrarse a la yerba. Otros muchos han dejado abandonadas sus plantaciones, con plantas pudriéndose (en el caso de la mandioca) o volviéndose monte como en los teales. 
 

Como alternativa, productores, dirigentes y especialistas recomiendan la diversificación. Y se recuerda que Misiones todavía consume (en algunos casos) hasta un 60% de alimentos que llegan desde otra provincia. En ese camino de cambio, la plantación de frutas tropicales se está viendo como una ayuda para seguir en la chacra (ver página 6).
 

Por su parte algunas actividades como la piscicultura al menos sirven para el autoconsumo. Pero la venta y el mantenimiento de las especies es difícil. Al no encontrar una actividad segura, varios productores terminan haciendo trabajos para terceros (ver página 7).
 

En su mal pasar, los productores de mandioca recuerdan que el stock abundante de raíces y almidón complica la expectativa por un mejor precio (ver página 8). Y así como le ocurre a ellos, la alta producción más que una bendición es una condena. A nivel nacional se lo expresa así y se recuerda que más productores están tirando lo que cosechan (ver página 10). 

Una cosecha, una condena
Hildor Kingbeil (44) decidió que este será su último año cosechando té para otros. En su chacra, heredada de su abuelo, tiene 40 hectáreas del cultivo pero llega a manejar unas 300 de otros productores que luego trata de vender al mejor precio posible. Pero lo posible este año fue miserable. 

Asegura que pese a haber un precio oficial de 90 centavos por kilo de brote de té, las industrias le pagaron lo que quisieron. Incluso menos de la mitad y a plazos extendidos que nadie controla. Su historia se replica en otros muchos tealeros que vienen denunciando hace años el mal pago de su producción, que se exporta en más de un 90%. 
 

Hildor resalta y lamenta que con los miserables precios tampoco se cuide la calidad de un cultivo que en otros países es muy apreciado por sus efectos sobre la salud. Contó que hizo lo posible e imposible por mejorar la maquinaria y aplicar mejores herbicidas para lograr una certificación de buenas prácticas que al final no le sirvió para nada. El precio fue el mismo y su té de calidad se mezcló con las peores cosechas, las de tallos grandes para sumar más kilos. 
 

Para Hildor, en definitiva, producir té es como una condena. En sus 31 años de trabajo con las plantaciones nunca vio un año tan malo como este. Nunca antes vio frenarse una cosecha, ni mucho menos terminarla antes de tiempo cuando el clima es tan favorable. 
 

Señala que hay vecinos que dejaron de cosechar en enero, cuando empezaron a darse los peores precios y plazos de pago desde la industria.
 

El productor reconoce que no sabe qué hará a futuro. Tiene la esperanza de que haya más unión entre los productores y que se concreten esfuerzos reales del Gobierno nacional y del Gobierno provincial para sostener un cultivo de calidad desde la provincia. 

¿Por qué fue tan malo este año para el té?
Este año empezamos facturando 90 centavos y percibimos sólo 60 hasta febrero. En marzo sólo 40 centavos y en abril ya no nos compraron más. Son empresas importantes, yo era un cliente de muchos años y les tenía prácticamente todo el té comprometido. Pero de golpe y porrazo nos quedamos con todas las hojas en la planta sin poder entregarlas. Y a último momento, salir a buscar otra industria es muy difícil. Entrar como productor nuevo es altamente difícil. A mí lo que me perjudicó, y seguramente a otros muchos también, fue blanquear una plata que no recibimos. Me repercutió mucho en contra porque hay que pagar una ganancia sobre algo que no se tiene. Se está blanqueando una plata que no llega y creo que el que conoce de números y ve como están los impuestos hoy, sabe que es muy complicado.

¿Las industrias le dicen que les van a pagar sólo 60 centavos en blanco?
Directamente nos hacen facturar por 90 centavos, pero en el cheque nos pagan solamente por 60, con una promesa de palabra de ajustar el precio. Cuando se firma ya no se puede exigir nada; si nos dan algo más ya tenemos que agradecer su excesiva generosidad. Siguen estando limpios ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) y todo control. 

¿Y si ustedes no firman?
Si no firmás, no te compran más. Y no te dan ni siquiera lo que entregaste. Te dicen "firmá o no llevás el cheque", y la producción ya la tenés entregada. Qué otra te queda, agarrás lo que podés. Hace tres años me hicieron la promesa de mejorar pagos si certificaba la producción. Son buenas prácticas agrícolas en donde hay que reunir condiciones para entrar en ese proceso. He gastado mucha plata y por dos años he recibido algo de certificación.

En el mercado exterior el té certificado es muy buscado y se vende a un precio alto, pero los pequeños productores no recibimos nada. El compromiso con esa empresa era que certificábamos el té y esa empresa se comprometía a comprarnos toda la producción de las chacras. Este año no sucedió eso, porque a mediados de marzo se paró la producción porque no pagaron nada. Y hay muchos productores que quedaron en la misma. 

¿Cuántas hectáreas de té certificado tenías?
En este momento tengo 200 hectáreas de té certificado entre lo mío propio y la de terceros que hacen el servicio, y es algo poco común. La mayoría certifica una o dos hectáreas. Por eso es lamentable que este año se haya parado antes la cosecha, y quedó mucho en planta. En la época de mayor brotación nos limitaron la compra y tuvimos que tirar mucho té.

En mi paquete de té que podría haber ofrecido tengo que considerar arriba de 600 mil kilos que perdí de vender. En la chacra la limpieza se hizo, estaba todo el trabajo hecho, era solo juntar y vender. Hoy por hoy queda una mala experiencia, porque el que terminó esta cosecha quedó con los números en rojo o cerca.

¿Por qué no pueden lograr el precio que corresponde?
Con el té hay un monopolio muy grande, que lo manejan entre cuatro o cinco empresas grandes. Hoy por hoy ya pasamos a ser un juguete de las grandes industrias. Yo lo tomo así, porque nos compran cuando quieren y nos pagan cuánto quieren y cuando quieren.

A pesar de que hay un precio fijado que son los 90 centavos por kilo, se cumple si quieren. Imagínense que hay secaderos a los que entregué mi té desde principio de año y todavía no vi un peso. Hay otros a los que entregué en enero y me pagaron con cheques a fin de abril. Sobre lo que se cosechó hasta abril ni me hablaron todavía de pago. Con esta forma de pago, cómo pueden hacer los productores para pagar su combustible, carga social, impuesto y hoy por hoy los impuestos, que son pesados para pagar. 

¿Al té le podría pasar lo que pasó al tung en alguna época?
Hoy por hoy las campañas se fueron abandonando; pequeños productores que no tenían donde entregar o pequeños arrendatarios que no tenían donde entregar se cansaron y no cosecharon más. 

¿Un teal que se abandona, al otro año se puede recuperar?
Se puede recuperar pero ya hay que hablar de hacer otro tipo de inversión. Hay que tener otro tipo de máquina para hacer la poda, hay que usar más herbicida, ya influyen más los costos.

¿Qué alternativa hay para plantar?
En este momento todavía el pequeño productor se está aferrando a la yerba. Pero la yerba también está entrando en un camino crítico; ya son contados los secaderos que están pagando a pocos días y hay algunos que están estirando el plazo de pago a 150 días.

Todo este paquete yo lo resumo en pocas palabras: muchas veces el pequeño productor termina siendo el que financia a las empresas. Tenemos que limpiar el yerbal y preparar la producción, pagar las cargas sociales de trabajadores, los obreros, tenemos una presión muy grande de controles de Afip y de todo impuesto. Y que nos paguen a 150 días... Me parece que uno pasa a ser financiero. 

¿Hay alguna posibilidad de salir de la yerba y del té?
Yo no veo otra posibilidad. Erradicar una hectárea de té tiene un costo altísimo. Y si lo hiciéramos, ¿que podríamos hacer en su lugar? ¿Qué diversificación garantizada tengo? En épocas anteriores ya se probaron alternativas. ¿Hacer un tajamar y criar peces? Tampoco creo que tenga futuro. ¿Tener invernaderos? Son pocos los que pudieron mantener sus invernaderos. 

¿Y con el tabaco?
Estás en la misma que con el té. Hoy si hablás con un productor te va a decir que mantiene su producción por la obra social, sino, no planta más. Creo que el 90 por ciento de los plantadores de tabaco lo hace por la obra social.

¿Cuántas hectáreas de té tiene?
Tengo 40 hectáreas de té y algunas de yerba. Mi fuerte siempre fue té y servicios de té, servicios para terceros. 

¿El año que viene puede mejorar algo?
En el tema de té yo veo un año peor al que pasamos, un año perdido. Estamos en un año electoral, donde siempre puede haber alguna chance de ayuda. Si soñamos y llega un nuevo Gobierno nacional de cualquier partido, que le dé todo el apoyo posible al agro... Pero ese Gobierno entra en diciembre y hasta que se pone en práctica, febrero, marzo, abril, ya terminó la campaña de té. Hoy por hoy nos perjudicó mucho el cambio actual con el dólar. Las grandes industrias sacan su costo y te dan lo que sobra. Somos el último eslabón. Acá en la Argentina se sacan mal los cálculos, se hacen de abajo para arriba.

¿Hubo alguna época en al que ganaron con el valor del té?
Hubo épocas de bonanzas del té. Así como la yerba, el té siempre tuvo sus altibajos. Yo hago té desde los 13 años, hoy tengo 44, son 31 años de estar con té y no he vivido un año tan pésimo como este. Es paradójico: un año perfecto en lo climático pero pésimo en mi bolsillo. Siempre se habla de mejorar la calidad, y justamente este año se dieron las condiciones para hacer el mejor té, pero no se pudo.

¿Cómo empezó usted en su chacra?
Esta chacra la heredé de mi abuelo Gustavo Kingbeil, que la compró con plata prestada de Polonia. Los primeros pioneros o plantadores de té cosechaban en una bolsa que se llamaba maleta y podían juntar unos 20 ó 25 kilos de brotes a mano. Sólo vendiendo eso no podían cargar toda la mercadería que les daban a cambio. Y era un té de altísima calidad.

Fuente:Por Víctor Piris



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