CULTO
21 de mayo de 2015
Para la Iglesia es penosa la farandulización de la política
La Iglesia salió ayer a criticar lo que consideró “la farandulización de la política”, el monseñor Carlos Malfa, reclamó que los candidatos presenten sus “ideas y proyectos”.
La crítica eclesiástica fue hecha por el secretario general del Episcopado y virtual vocero de los obispos, monseñor Carlos Malfa,Malfa basó su afirmación en el último documento de los obispos, de marzo pasado, titulado “Las elecciones, exigencia de compromiso ciudadano”. Citó parte del punto cinco, donde dicen que “la elección de gobernantes (…) no debe ser resultado del ‘marketing’”. Y piden a los ciudadanos evaluar a los candidatos no por su imagen, sino por su “honestidad, integridad, capacidad e idoneidad, por sus propuestas e ideas –para lo cual nos parece indispensable que se organicen debates serios y a fondo– y por la voluntad y capacidad de diálogo”.
El secretario general del Episcopado se refirió a la cuestión durante un encuentro con periodistas para presentar las Orientaciones Pastorales para el Tercer Trienio 2015-2017, sobre las grandes líneas de acción de la Iglesia en el país, que están asentadas en tres acciones concretas: misión, misericordia y alegría, siguiendo los postulados del papa Francisco. Al respecto, Malfa dijo que “debemos subirnos al carro de Francisco”, tanto a nivel conceptual como en el entusiasmo que le sumó a la tarea de la Iglesia.
La presentación de los tres principales precandidatos a la presidencia en el primer programa de este año de Tinelli despertó expectativa, pero también un debate acerca de si era adecuada o no su presencia. Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa aceptaron el convite sabiendo que contarían con una gran audiencia. Concurrieron con sus esposas y en cada caso hubo un imitador que cruzó chanzas con los candidatos y sus mujeres. Tras el programa, los precandidatos, o sus voceros, argumentaron más o menos lo mismo: que les parecía bien que la gente los viera en su costado más descontracturado y alegre como una forma de humanizarlos y hacer más amigable la política.
Sin embargo, la Iglesia no parece tener la misma opinión. De hecho, en el documento de marzo los obispos criticaban el “marketing” político, lo que lleva a concluir que su posición sobre la “farandulización de la política” es todavía más crítica, como lo evidenció ayer Malfa. Más aún: en aquel pronunciamiento los obispos consideraban al proceso electoral como “una preciosa oportunidad para un debate cívico acerca del presente y el futuro que deseamos para la Argentina”.
Tras invitar a los candidatos a que “presenten sus propuestas sin incurrir en agresiones”, pedían que éstos “se traten con respeto y cordialidad por cuando no son enemigos, sino adversarios circunstanciales que puedan continuar dialogando y trabajando para el bien común al día siguiente de la elecciones”.
También es difícil no ver en ello un contraste con la actitud del ministro del Inrterior y Transporte, Florencio Randazzo, quien en una reciente exposición ante el grupo de intelectuales kirchneristas de “Carta Abierta” se burló de su contrincante en la interna presidencial, el gobernador Scioli, por haber perdido un brazo en un accidente.
Los obispos pedían, además, que los partidos y sectores sociales acordaran políticas de Estado que se desarrollen más allá de los gobiernos en temas importantes, que “no signifiquen hacer tierra arrasada y abandonar todo lo hecho hasta el momento. Puede ayudar a ese objetivo que algunas de esas políticas hayan sido previamente acordadas entre quienes se postulan a los cargos públicos”.
La Iglesia, a través de su Comisión de Pastoral Social, se reunió en las últimas semanas con los principales precandidatos para invitarlos a poner en práctica estas propuestas. Sobre todo porque consideran que el próximo gobierno no tendrá mayoría en el Congreso y deberán buscarse acuerdos ante los enormes desafíos que le esperan. Lejos de la frivolidad.
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