En el Día del Padre, Gimnasia y Tiro fue el padre de las carencias, el de la escasez de ideas, el de la chatura futbolística. En un encuentro plomizo y digno de los mayores bostezos, con una preocupante actuación colectiva, el albo rifó dos puntos fundamentales en su lucha por la clasificación, igualó sin goles con Unión Aconquija en el Gigante del Norte, ya no depende de sí mismo y comienza a complicar su clasificación, paralelamente a que sus rivales directos no le dan tregua.
 
Gimnasia empató el partido que debía ganar para posicionarse en la tabla y la amargura de sus hinchas se correspondió a la de una derrota. Porque con la igualdad consumada, el equipo de José María Bianco perdió terreno vital en una instancia clave en la que los márgenes se acortan y restan solo cuatro finales para la conclusión de la primera fase; quedó quinto, a 14 puntos del líder Juventud y, lo que más le importa, a tres de los últimos virtuales clasificados, San Martín y su rival de ayer.
 
El albo, que se había impuesto hace ocho días en Palpalá mostrando esbozos de recuperación, tocó sus picos más bajos en casa ante el escolta del santo. Fue durante 90 minutos un auténtico bodrio que no contagiaba ni un resfrío en la fría tarde invernal. Fue un cúmulo de voluntades sin creatividad, sin ingenio, sin juego asociado, con escasísimas gravitaciones en ataque (un remate de Prieto al arco que hizo vibrar la cara externa de la red en el complemento fue la única acción clara del local en todo el partido) y con recursos alarmantemente escasos en función a la calidad de sus jugadores, quienes, en su gran mayoría, evidenciaron niveles individuales muy por debajo de lo que pueden llegar a ofrecer por sus prontuarios.
 
De entrada nomás, el austero y complicado Unión Aconquija, pese a la palidez general del juego en el que ni uno ni otro llenaron los ojos a la escasa masa de gente que capeó el mal clima en la Vicente López, mostró mejores argumentos que el dueño de casa, se paró en cancha con orden y firmeza, le rodeó la manzana al millonario y lo acorraló en sus propias deficiencias, sin dejarlo hacer ni crear. Y con ese libreto, en el contexto de un juego con escasas emociones en los arcos, con poco, complicó en más de una oportunidad a Gimnasia y estuvo muy cerca de ganarlo, sobre todo en dos acciones al hilo en el complemento que se desvanecieron por la impericia de los delanteros y las intervenciones de Darío Sand.
 El primer tiempo, de lo más pálido y aburrido en lo que va del año, se escurrió con dos acciones de peligro del estanciero y algunos tibios intentos del albo como saldo.
 
Poco fue lo que cambió en el complemento. Bianco no movió el equipo de entrada cuando los generadores necesitaban refrescos, pero ni la salida de Motta por Álvaro Aguirre le dio sentido a los intentos de Gimnasia. La voluntad del otro ingresado, Diego Núñez, empujó a Gimnasia en los minutos finales, pero con intenciones largas y centros previsibles que tenían como destino inevitable las manos del arquero Pave.
 
La acción de Prieto antes mencionada y la maniobra de Zárate en una baldosa para definir débil fue lo único en el complemento de un Gimnasia que se topó con un equipo en serio que lo enmarañó y lo dejó sin respuestas.
 
El albo empató y complica su clasificación. Pero más allá de la matemática que aún le guiñará un ojo, debe cambiar sustancialmente la imagen de ayer para aspirar a clasificar y no encaminarse a otro fracaso.