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4 de noviembre de 2015

I Congreso de Pastoral Social del NOA

Del 30 de octubre al 1º de noviembre de 2015 se desarrollaron el XIX Encuentro de Pastoral Social y el I Congreso de Pastoral Social del NOA, convocados por los Obispos de la región; se reflexionó sobre “La problemática de la drogadicción en el NOA.

Prevención, rehabilitación y aspecto legal”. La temática fue establecida por los Obispos del NOA en su reunión anual de marzo de este año, como consecuencia de la preocupación de los Pastores de la Iglesia católica por el evidente crecimiento del problema de la droga en todo el país y en particular, en la región NOA. Poco después, la Conferencia Episcopal Argentina publicó un documento en el mismo sentido.


Para el Congreso se convocó, además de las Comisiones diocesanas de Pastoral Social, a las Comisiones de Pastoral de Adicciones, a ONGs dedicadas a desarrollar diferentes servicios respecto de la atención de adictos y también al gobierno de la Provincia de Salta. Del evento participaron Mons. Mario Cargnello, arzobispo de la Arquidiócesis anfitriona, Mons. Luis Urbanč, referente de los Obispos del NOA en Pastoral Social y Mons. Melitón Chávez, Obispo electo de Añatuya. En calidad de invitado especial, Mons. Fernando Maletti, integrante de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal y referente de la Pastoral de Adicciones.

 


El objetivo del encuentro fue generar un espacio de reflexión, debate e intercambio de alternativas que posibiliten desarrollar estrategias de prevención y asistencia frente al flagelo de las adicciones como forma de vida, en particular en los sectores sociales más vulnerables. Las actividades se inscriben en el marco de la prioridad del Bicentenario 2010-2016, propuesta por los Obispos argentinos en su documento “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad” (14/11/2008).

 


El Congreso propiamente dicho comenzó con las exposiciones del P. Pepe Di Paola, Coordinador Nacional de la Comisión Sobre Drogadependencia del Episcopado Argentino y del Dr. Agustín Salvia, Director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. El P. Pepe comentó aspectos de su larga trayectoria en el trabajo con adictos, particularmente niños y jóvenes de villas de emergencia. El Dr. Salvia por su parte, mostró datos del Observatorio que indican un claro aumento del problema de la drogadicción, tanto en el país como en particular en la región NOA.

 


Las diversas exposiciones realizadas posteriormente, sirvieron para confirmar la gravedad del problema, sobre todo en el NOA, pese a las múltiples actividades que se desarrollan, tanto desde el ámbito público como privado –en particular por parte de la Iglesia católica–. El problema de la droga afecta a todos los argentinos y debe ser resuelto con la participación de todos, teniendo en cuenta que no todos tienen la misma responsabilidad; pero nadie debe sentirse excusado de participar. Al mismo tiempo, se comprueba la necesidad de desarrollar acciones en forma coordinada, ante el volumen de la amenaza social que significa el narcotráfico, ya que la problemática excede largamente las posibilidades de reacciones voluntaristas.

 


Queda claro que es necesario fortalecer a toda costa a la familia argentina, ámbito donde se generan en muchas oportunidades las causas que llevan a algunos de sus miembros a la adicción a las drogas. Y también ámbito esencial de contención para aquellos que buscan salir del agobiante problema. La familia no goza hoy en día, de un clima adecuado para que sus miembros puedan interrelacionarse de manera óptima, en particular ante la recurrente ausencia de los padres como consecuencia de la compleja situación económica que se vive, entre otros motivos.

 


Nos da esperanza la experiencia del gobierno de Salta creando la Agencia Antidrogas, como un organismo que coordina acciones del Estado y la sociedad civil, a través del Consejo Consultivo del área. Asimismo es importante la experiencia de desfederalización, concretada en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Salta, de las acciones judiciales referidas al narcomenudeo, que la Justicia Federal no tenía posibilidades de concretar ante el cúmulo de actividades delictivas del narcotráfico de grandes magnitudes. 

 

 

La gravedad de la amenaza que genera la droga a toda la sociedad, hace imprescindible la concreción de políticas públicas, por parte de los gobernantes, que vayan más allá de las opciones partidarias, que se mantengan en el tiempo aun con el cambio de funcionarios y que apelen también al apoyo por parte de la sociedad civil e instituciones como la Iglesia católica. Es necesario coordinar esfuerzos, concretar vínculos entre todos aquellos que se encuentran trabajando en esta área, que muchas veces se desconocen entre sí y desconocen las actividades que se ejecutan, duplicando tareas, lo que significa una enorme ineficiencia cuando los recursos suelen ser escasos. Como dijera el Papa Francisco en su visita al Hospital San Francisco de Asís, en el viaje a Brasil, en el 2013, “lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. ¡Cuántos «mercaderes de la muerte», que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad”.

 


La amenaza que enfrenta la sociedad con el problema de la droga es enorme. Son muchas vidas que se pierden, son muchas familias que se destrozan, son muchos jóvenes y niños que se quedan sin posibilidad de futuro alguno. En particular, el fenómeno afecta en forma más grave a los que no tienen los recursos adecuados para afrontar los problemas que generan las adicciones, es decir, afecta sobre todo a los más pobres de la sociedad. 

 

 

Un aspecto significativo de la lucha contra la drogadicción, fue manifestado por prácticamente todos los expositores, incluso aquellos que no provienen de ámbitos religiosos; se trata del trascendente papel que cumple la fe en el proceso de recuperación de personas adictas, fe que les posibilita volver a encontrar un sentido profundo a su vida personal. Esto implica un serio desafío para la Iglesia católica y otras comunidades religiosas que no puede dejar de trabajar –y cada vez con mayor intensidad– en este ámbito, que sin dudas constituye la periferia existencial de muchas familias y personas, que anhelan ser incluidas en clave de derechos. 

 

 

Los participantes del XIX Encuentro y del I Congreso de Pastoral Social, asumimos el compromiso de desarrollar tareas de concientización sobre la gravedad del problema y la necesidad de afrontarlo con valor, como pide el Papa. Asimismo, nos pondremos en campaña para generar en cada diócesis y provincia de la región, ámbitos de encuentro de todos los organismos e instituciones, públicas y privadas, que trabajan en la problemática, a los efectos de concretar redes sociales de acción, difusión de las actividades que se realizan y coordinación de esfuerzos.

 


Pese a la conciencia de la gravedad del problema, como cristianos somos hombres y mujeres que nunca pierden la esperanza, virtud teologal que de ninguna manera supone ingenuidad sino la convicción de que Cristo venció al mundo y con Él podemos afrontar los mayores desafíos.



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