El millar de autos negros de origen alemán y marcas premium está bajo la mirada de un grupo de gendarmes y contadores para tasarlos. El avión que lo trajo desde Río Gallegos para depositarlo en brazos de los policías que lo esperaban en el aeropuerto de San Fernando también quedó interdictado. Sus máquinas juntan polvo y herrumbre en distintos lares de la Patagonia, y hasta el mausoleo que construyó para su amigo Néstor Kirchner es fuente de la curiosidad judicial. Lázaro Báez, preso hace casi tres semanas, es una sombra de aquel bravucón que le negaba a los periodistas en la cara obviedades como que la bodega con olor a pintura y las botellas sin polvo no reemplazaban una bóvedad llena de billetes que había sido fotografiada por los empleados encargados de desarmarla. Solo, sin visitas, achacado por la hipertensión y la diabetes, y con mucho miedo por la seguridad de su familia, barrunta dar un giro absoluto en su estrategia judicial. Un inminente cambio de abogado podría ser el primer paso en la nueva direccion. 

Lázaro Báez ya no mantiene la fortaleza espiritual indispensable para seguir enfrentando la metralla de acusaciones y pruebas en su contra por los inexplicables negocios que anudó con el Estado kirchnerista desde el minuto cero de su llegada al poder. "Tiene mucho miedo de lo que puedan hacerle a sus hijos. No sólo que los encarcelen, tal vez eso sería una tranquilidad para él", dicen en el entorno del empresario caído del olimpo de la obra pública.

"Lázaro siempre sufrió amenazas por parte de los allegados a Kirchner, que así creía mantenerlo vigilado. Y ahora que las cosas se pusieron feas aquellos juegueteos se volvieron algo serio", dice el hombre, que ejemplifica el supuesto temor de Báez con un nombre que también se hizo famoso: Rudy Ulloa, el ex chofer de Néstor que fundó su propio circuito de medios locales y en lo que fue su jugada más audaz llegó a sondear en España la posibilidad de comprar el canal de televisión Telefé.

La primera señal de un posible cambio de estrategia que podria desembocar en una amplia colaboración con la justicia que pondría en alerta máxima a Cristina Kirchner y su hijo Máximo sería un cambio de abogado defensor por parte de Báez. En el círculo íntimo del empresario se escuchan frases inquietantes: "él y todos estamos arrepentidos de haber participado de este entramado de estructuras corruptas", dicen. Y van más lejos: "la verdad es que después de todo Lázaro no era más que un testaferro, eso está comprobado en muchos documentos".

Este diario había dado cuenta de los febriles movimientos con los que el sábado el círculo cercano a Báez intentó preparse para los anuciadísimos allanamientos que el fiscal Marijuan finalmente inició ayer por la tarde. Entre otras maniobras extrañas, Clarín contó que un hombre llamado Leonardo buscó por todos lados resmas de papel para imprimir, porque se habían acabado por todos lados. La información se completó el lunes: casi a la medianoche, los apurados maquilladores también se quedaron sin impresora, tras haber colapsado las que estaban usando. La información decía que Leonardo y sus compañeros estaban reimprimiendo miles de facturas para adecentar lo más posible las carpetas que encontraría la justicia. Pero ayer, esos mismos datos se orientaron hacia otro lado: "lo que se imprimía eran los estados de todas las cuentas que Lázaro operaba para Néstor y Cristina. Son muchos años, muchos movimientos, mucha plata. Ahí esta todo", murmuran en Río Gallegos.

Fuente:Agencias Buenos Aires