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1 de mayo de 2016

San Lorenzo le ganó 1-0 a Independiente

San Lorenzo se llevó un triunfo clave de Avellaneda
Con gol de Blandi, le ganó 1-0 a Independiente y quedó como líder de la zona 1 junto a Godoy Cruz. El Rojo, en cambio, volvió a fallar en un partido trascendente y quedó fuera de la pelea.

Por razones diferentes, los dos llegaban al clásico con el torneo local como obsesión. Pero sólo había lugar para uno en la recta final. Y con oficio, con frialdad, con más de un susto y con la puntería lo suficientemente afilada como para aprovechar su única chance, San Lorenzo le ganó a 1-0 Independiente, lo despidió de la pelea y mantiene intactas sus ilusiones de campeón.

Acaso la gente de Independiente recurra a estas crónicas en algunos años para recordar el día del debut de Gastón Del Castillo, uno de los hermanos del Kun Agüero, quien a los 18 años, y faltando 12 minutos, saltó a la cancha en lugar de Leandro Fernández. Aunque es más probable que la gente de San Lorenzo haga lo mismo para rememorar un triunfo que lo convierte, definitivamemte, en aspirante al título.

Claro que detrás del resultado, y del debut del chico (como su hermano, ante San Lorenzo), y de las expectativas repartidas, hubo un partido. Que cayó del lado de San Lorenzo después de que se cumplieran al pie de la letra varias de las viejas máximas del fútbol. A saber...

Los goles no se merecen, se hacen. Con esa sensación se habrán ido los protagonistas al cabo del primer tiempo, después de que Independiente dilapidara tres situaciones claras de gol. Un zurdazo cruzado de Fenández pasó cerca, otro de Ortiz fue salvado magistralmente por Torrico y un cabezazo de Rigoni en el borde del área también fue neutralizado por el arquero. Enfrente, apenas una media chilena de Cauteruccio que salió cerca... Pero en el segundo, en su primera y al cabo única llegada limpia, Blandi rubricó con un derechazo exquisito una excelente maniobra colectiva que inició Blanco y prolongó Belluschi. Y aun con 36 minutos por delante, se terminó el partido,   

La jerarquía de las individualidades suele ser determinante. San Lorenzo recurrió a su arquero, a sus centrales -en especial- y al enorme Juan Mercier, por lejos la figura de la cancha, para tratar de capear el temporal en el primer tiempo, cuando la mano venía torcida, y en el segundo, cuando el local manejó la pelota pero se aproximó sin pimienta. Tuvo en Ortigoza, Blanco y Belluschi, en el segundo tiempo más que en el primero, conductores lúcidos y hábiles para manejar los tiempos. Y en Blandi al definidor implacable. Enfrente, Independiente fue el despliegue y el quite de Ortiz, las trepadas y el coraje de Tagliafico y la solvencia de Cuesta. Poco más. Méndez pedía ser cambiado casi desde el comienzo aunque el primer sustituido fue Aquino, que tampoco es insustituible. Todo un síntoma.

Las actualidades tienen peso decisivo. Independiente lo fue a buscar por ser local y porque no le servía otra cosa que la victoria. Y tuvo raptos de buen fútbol en el primer tiempo. Pero el equipo transmite todo el tiempo cierta sensación de tener las cosas atadas con alambre, de que le falta algo para redondear lo bueno que gesta, de que se derrumbará al primer contratiempo. San Lorenzo jugó en todo momento con aplomo, conociendo sus fortalezas y sus debilidades, como confiado en que el presente de cada uno terminará jugando su papel. Así aguantó el primer tiempo, así se puso en ventaja y así dejó transcurrir el segundo, esperando sin sobresaltos y saliendo en réplicas poco profundas pero insinuantes siempre.

Suele ganar quien convive mejor con la presión. La condición de local puede ser tan estimulante como perniciosa. Y salir de casa puede ser un riesgo o un paseo ajeno a todo murmullo perturbador. Este Independiente necesita ponerse en ventaja rápido porque la impaciencia de su gente (hija en partes iguales del exitismo imperante y de la indolencia de algunos jugadores) acecha. Y al no encontrar los caminos del gol y quedar en desventaja, todo se hizo negro. Este San Lorenzo, el mismo al que su gente suele apurar en el Nuevo Gasómetro, disfrutó de esas urgencias y las explotó al máximo.

Esta colección de sentencias alcanzan para explicar el partido. Para el después, el fútbol tiene reservada otra verdad: los clásicos dejan huella. Además de disfrutar del triunfo -apretado, merecido, inobjetable más por eficacia que por búsqueda-, San Lorenzo podrá acelerar rumbo, al menos, a la final. Sus jugadores tendrán margen para terminar de entender el mensaje del técnico y éste podrá avanzar en la búsqueda de un once estable y de un estilo definido para terminar de convencer.

 

En Independiente todo se parece a un fin de ciclo: varios jugadores (Aquino, Méndez, el arquero Rodríguez) seguranmente deberán buscar otros destinos. Y su técnico nunca terminó de convencer. A Mauricio Pellegrino, profesional serio y estudioso, lo puede más el orden que la audacia. Así en la semana como a la hora de hacer cambios. Su plantel no le ofrecíó variantes en puestos clave, y esa combinación de factores terminó siendo fatal.



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