DEPORTES
14 de agosto de 2016
Lydia Valentín: Este bronce me sabe a oro
Ha tenido que acelerar la rehabilitación de la lesión que le impidió participar en el Mundial del año pasado para llegar a tiempo de competir en los Juegos. Ayer recibió el premio que tanto esperaba
La edad no es un obstáculo para Lydia Valentín, 31 años. Nada la arredra, ni el ver cómo una norcoreana superlativa levantaba pesas y pesas. Ella, sin despeinarse. Huele a perfume del bueno, si ha sudado en esas dos horas de concurso ni se le nota, el rímel sigue en su sitio, alrededor de unos ojos castaños que brillan de felicidad. Ha subido al podio olímpico, que no es lo mismo que recibir una medalla de oro por mensajería, o como sea que el COI va a «devolverle» la que unas tramposas le «levantaron» en 2012.
–¿Sorprende la victoria de Rim, la norcoreana?
–No. Sabíamos que era la rival más fuerte.
–¿Tampoco la bielorrusa?
–Tampoco.
–Un kilo entre la plata y el bronce, ¿ha pecado de conservadora?
–He seguido al pie de la letra la táctica de mi entrenador. Es lo que hago siempre. Él me decía lo que tenía que hacer y lo he hecho.
–¿Está satisfecha?
–Satisfecha, contenta y feliz. Hace diez meses estaba lesionada y Río quedaba muy lejos, como una meta imposible, así de mal me encontraba. Pero aquí estoy, con la primera medalla de la halterofilia española, haciendo historia en mi deporte.
–¿Ha costado llegar hasta aquí?
–Me he tenido que recuperar muy rápido, acelerar la rehabilitación. Estas marcas no son las que ostentaba antes de lesionarme. Tengo margen para mejorar.
–¿Eso significa que quiere participar en los Juegos de Tokio 2020?
–Tokio no queda lejos. Voy a recuperarme al ciento por ciento y volveré más fuerte que nunca para arrasar –no puede evitar una carcajada, es feliz.
–Huele bien, no creo que haya tenido tiempo de ducharse, el maquillaje está perfecto, ¿con todo el peso que ha levantado, ha sudado?
–(Otra carcajada) Claro que he sudado. Y no, no me he duchado. Todavía no he tenido tiempo. Voy perfumada porque me gusta ir perfumada, y con mucho rímel y el maquillaje en estado de revista –vuelve a reír.
–Ríe por dentro y por fuera, se la ve feliz.
–Soy feliz. Estoy feliz.
–¿Tiene algún ritual para antes de levantar las pesas?
–No sé ni lo que hago. Me centro, visualizo todo lo que tengo que hacer y voy a por todas.
–¿Siente que podía haber hecho más?
–Seguro, pero no estoy en mi mejor momento. He apurado con la recuperación para estar aquí y no hemos dado los pasos como hubiese sido conveniente. Pero no ha estado mal, ¿eh?
–Ha estado colosal; ¿pero le daba igual el color de la medalla?
–No, en absoluto. Hubiese preferido la plata, pero dadas las circunstancias...
–¿Y qué pensaba en el podio, que esta vez sí lo ha pisado?
–En lo que me ha costado llegar hasta aquí, en avanzar el proceso para conseguirlo y en que se ha hecho justicia. Tarde, pero por fin.
–¿Alguna dedicatoria?
–A mi familia, a mis paisanos de Camponaraya.
–¿Sabe que hasta el momento todas las medallas que se han conseguido en Río las firman las chicas?
–Bueno, en Londres ya nos dejamos ver. Esperemos que empiecen los chicos, aunque Nadal y Marc ya tienen una asegurada (a esas horas todavía no se había disputado la final de dobles).
–Sus padres estaban en el recinto, siguiéndola de cerca...
–Lo que habrán sufrido. Ahora los veré y nos iremos a cenar con ellos y con el equipo para celebrarlo. Esta medalla es histórica para la halterofilia, ¿lo había dicho?
–Sí, pero no importa. ¿A qué sabe?
–A oro. Esta medalla me sabe a oro porque hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí, y con mucho sacrificio.
–Y se ha visto a la norcoreana muy superior...
–En 2014 la gané en arrancada, al levantar 124 kilos. En condiciones normales, si me hubiera recuperado en los plazos adecuados, o si no me hubiese lesionado, hubiese sido segunda.
–¿Entonces, cómo ha hecho para llegar hasta aquí?
–Me engañaba. Sabía que no estaba recuperada.
–Y sin embargo, empezó a celebrar la medalla antes de que terminara el concurso.
–Sabía que lo había hecho bien. Pero ahora espera Tokio. Cuatro años pasan muy rápido.
«Fuerza, músculo y belleza»
El undécimo puesto de Miguel Ángel López en los 20 kilómetros marcha había dejado un poso de frustración entre la delegación española. El bronce de Lydia Valentín devolvió la sonrisa a tanta cara mustia y tanto Alejandro Blanco como Miguel Cardenal celebraron con la haltera su triunfo y se recuperaron del «palo».
Emilio Estarlik, presidente de la Federación Española de Halterofilia estaba feliz, pero ¿se había pecado de conservadurismo? Era la pregunta que flotaba en el ambiente. ¿Y si hubiese pedido 142 kilos, como hizo la bielorrusa, en lugar de 141? «Pusimos los kilos razonables –aclara Estarlik– y no hemos sido conservadores. Había que coger la medalla y estaba en nuestras manos. Así que pusimos 141 para asegurarla y esperamos el fallo de la bielorrusa. No falló y la plata fue para ella. Si ponemos 142 kilos y fallamos, perdemos el podio y acabamos cuartos. Mejor así». En Londres el podio despertó muchas sospechas, los dos escalones superiores del de Río parece que no: «Mientras no se demuestre lo contrario, la norcoreana y la bielorrusa están limpias». ¿Y qué decir de Lydia? Pues que es nuestro estandarte, la mujer que ha revitalizado este deporte, que es nuestra imagen, una imagen de fuerza, de músculo y de belleza. Lydia es nuestro progreso». No se hable más.
EFE
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