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SOCIEDAD

13 de noviembre de 2016

La conectividad está cambiando el mundo de formas inesperadas.

A veces vale la pena detenerse a contar todas las formas en que nuestras vidas están cambiando. No importan las aplicaciones tales como Uber, Seamless, Amazon y Kayak que han cambiado mi propia forma de hacer malabares.

Hace seis años, el crítico de vinos estadounidense Antonio Galloni decidió crear una guía fundamental para los mejores vinos del mundo. Si lo hubiera tratado de hacer en la década de 1990, habría tenido dos opciones: 1. Crear una enciclopedia (muy pesado); o 2. Impartir un montón de revistas (igualmente engorroso). “Hace 30 años el conocimiento del vino estaba en revistas y libros”, dice Galloni.

Sin ir más lejos, estos días Galloni cuenta con 200 mil publicaciones de opiniones sobre vinos en la web y aplicaciones de poco peso. Por lo tanto, si cualquier suscriptor quiere deslumbrar a sus compañeros con experiencia, no es necesario llevar una enciclopedia a cuestaa o chatear con un sommelier; sólo basta que saque su smartphone y escriba un nombre. Mejor aún, puede conseguir la opinión de un vino simplemente escaneando la etiqueta con su teléfono. “Ahora podemos tomarnos de la tecnología y todos juntos embarcarnos en una experiencia, sin fisuras y con rigor”, dice entusiasmado Galloni.

Este si bien es solo un cuento trivial que sólo excita a los amantes del vino (o aterroriza a los sommeliers), personifica un patrón que nos debe hacer reflexionar, porque en nuestra vida cotidiana, donde normalmente no dedicamos tiempo a pensar cómo los equipos que llevamos en nuestros bolsillos están dando un vuelco a nuestras vidas. No es de extrañar que  en menos de una década, los potentes computadores se volvieran omnipresentes sin que apenas lo notemos (a menos que el teléfono o Wifi repentinamente se estropeen). Cuando los expertos y políticos discuten sobre este mundo, rara vez mencionan estos pequeños milagros; en cambio, se concentran en altos (y muchas veces sombríos) temas macro, tales como la lentitud del crecimiento, las tragedias de Medio Oriente, el proteccionismo comercial y así sucesivamente.

Pero cuando nos fijamos en la historia del siglo XXI a través del lente de la tecnología moderna – y la posibilidad de disponer de datos sobre 200 mil vinos en nuestros bolsillos – todo comienza a verse diferente. Piensa, por ejemplo, en  cómo recordamos 2007. Si le preguntas a muchos líderes de negocios (o lectores del FT), seguramente recordarán como hecho importante el momento en que la burbuja financiera comenzó a estallar, provocando el colapso de instituciones como Northern Rock.

Pero, como señala Thomas Friedman, columnista del New York Times en un libro que se lanzará próximamente, 2007 también fue el año en que Apple lanzó el primer iPhone, Facebook hizo una campaña para expandirse más allá de los usuarios no educativos, Google desarrolló Android y así sucesivamente. En realidad, nadie se acuerda de estos acontecimientos trascendentales del 2007 porque fueron eclipsados por la crisis financiera del 2008.

Nuestra macro oscuridad nos hace ciegos a un millón de puntos de luz o, más exactamente, seis mil millones de puntos de optimismo, si se cuentan todos los teléfonos ahora en el mundo.

A veces vale la pena detenerse a contar todas las formas en que nuestras vidas están cambiando. No importan las aplicaciones tales como Uber, Seamless, Amazon y Kayak que han cambiado mi propia forma de hacer malabares. Lo que es igualmente sorprendente son todas las historias sobre cómo la conectividad está cambiando el mundo de formas inesperadas. En una conversación que tuve el mes pasado con Bill Bratton, ex jefe del Departamento de Policía de Nueva York, me dijo que si un oficial de policía quería hacer una verificación de antecedentes sobre un sospechoso, que es un proceso que toma tiempo, desde hace poco se puede hacer en la calle con un smartphone.

Por otra parte, funcionarios de las Naciones Unidas me han dicho que están experimentando con medios de comunicación social (y el uso de palabras clave) para realizar un seguimiento de la propagación de pandemias con gran precisión. Y empresarios de Silicon Valley están desarrollando aplicaciones con el objetivo de predecir si los enfermos mentales tendrán un episodio psicótico, basado en el contexto de sus mensajes de texto.

Hace poco vi la película León, protagonizada por Dev Patel. Narra la historia real de un niño indio de una población rural que fue separado de su familia a los cinco años de edad. Después de viajar miles de millas a Calcuta, fue adoptado en Australia –  parecía perdido permanentemente de su familia biológica. Pero luego conecta sus recuerdos de niño en la nueva aplicación de Google Earth y ahora, dos décadas más tarde, se reunió con su madre.

En la enumeración de estas sorprendentes historias no quiero ignorar el lado oscuro: La conectividad crea enormes retos sociales, económicos y también políticos. Pero la próxima vez que tengas una comida con amigos, trata dehacer un juego: colectivamente realicen una lista de todos los cambios desatados por esos pequeños computadores que llevamos siempre entre las manos. El resultado podría dejarte maravillado, especialmente si también hay una buena botella de vino.



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