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26 de junio de 2014

Washington flexibiliza el veto a exportar crudo vigente desde hace 40 años

La licencia a dos empresas reaviva el debate en plena creciente independencia energética de EEUU y los conflictos como Irak o Ucrania

La decisión del Departamento de Comercio de Estados Unidos de conceder sendas licencias a dos empresas petroleras para exportar a partir de agosto una forma de petróleo ligero procesado denominado “condensado” ha reabierto el debate —y las expectativas— de que Washington empiece a levantar la prohibición de exportar crudo que rige desde la crisis energética de los años setenta, cuando los países árabes declararon un embargo petrolero.

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Frente a la fuerte dependencia energética estadounidense en la década de los 70, nuevas técnicas de extracción como el fracking han provocado un auténtico boom petrolero en el país, hasta el punto de que la Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé que para 2020 Estados Unidos será el principal productor de petróleo del mundo y, una década después, logrará la independencia energética.

Una perspectiva no sólo más que atractiva para la economía estadounidense sino con fuerte implicación geopolítica, sobre todo en vista de la renovada amenaza de crisis energética que suponen conflictos como el de Ucrania o, una vez más, Irak.

El diario The Wall Street Journal, que adelantó la decisión del Gobierno, considera que las licencias “allanan el camino para las primeras exportaciones de petróleo no refinado estadounidense en casi cuadro décadas”. Ello permite, según el rotativo, que las empresas energéticas puedan empezar a “debilitar la larga prohibición” de vender petróleo en el extranjero y aventura “peticiones similares” de otras empresas en el futuro próximo.

No está claro, sin embargo, el alcance de la decisión. El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, señaló que “no hay ningún cambio” en la política de exportación de crudo y que ha habido un “malentendido” sobre la decisión de conceder las licencias a Texas Pioneer Natural Resources y Enterprise Products Partners.

Según The New York Times, se trata de hecho sólo de un cambio en la clasificación del condensado a la categoría de productos “procesados”, de modo que no se le aplica la actual prohibición, igual que sucede, por ejemplo, con la gasolina. “Los que quieren ver [en la decisión] una grieta en el dique no se hacen más que ilusiones vanas”, declara al citado diario el analista energético David Goldwyn, antiguo jefe del programa de energía del departamento de Estado bajo el mando de Hillary Clinton. “Esto no constituye una señal de que el Gobierno ha cambiado su política respecto a las exportaciones” de petróleo, insiste.

Sin embargo, cuando menos la decisión “pone a prueba los límites” de la prohibición, apunta el blog especializado Fuel Fix.

Todo ello en medio de un debate intenso sobre la conveniencia de alterar la política vigente desde hace más de 40 años en un país que poco o nada tiene que ver en materia energética con el que estableció la prohibición petrolera.



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