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ECONOMIA

6 de diciembre de 2016

Más ahorristas van al dólar y ya se ve goteo en plazos fijos

La caída en el stock de depósitos en pesos se dio a partir de la elección de Donald Trump. Pero se vio exacerbada por la baja de tasas, en un contexto de menor actividad y mayores turbulencias cambiarias

El dólar vuelve a ser, ahora, la causa del insomnio de los argentinos "pesificados". El efecto que provocó la elección del candidato presidencial estadounidense Donald Trump en las monedas de todos los mercados emergentes generó inquietud en los ahorristas y los apuró a protegerse ante un eventual salto del tipo de cambio.

En noviembre, la mayoría de los particulares prefirieron acortar o dejar de renovar los plazos fijos que tenían en pesos para pasarse al dólar. Se vieron inducidos a esto por las cada vez más bajas tasas de interés que pagan los bancos, en un contexto de caída de actividad económica y de turbulencias cambiarias. Los depósitos en pesos del sector privado, que crecían al 3% mensual en términos reales, cayeron en casi $10.000 millones en la segunda quincena de noviembre (un 2%). Y acercaron, por si fuera poco, otra señal preocupante al sector, que se suma a otras dos: en las grandes entidades privadas ya advierten que todavía sigue sin despegar el crédito para empresas, un indicador elocuente sobre el ciclo económico, y que la demanda de dólares creció alrededor de un 50% durante este mes, tanto por homebanking como por ventanilla.


Hasta octubre, según cifras oficiales, los argentinos compraban u$s1.500 millones por mes de divisas en efectivo y vendían alrededor de u$s700 millones. Los datos sobre el último mes recién se actualizarán en las próximas semanas. Pero el fenómeno que ya se ve en los bancos alcanza para inferir que el monto de la dolarización se incrementó significativamente y que la llamada "fuga de capitales" (el desarme de pesos que decide el sector privado para quedarse en dólares) será muy superior a los u$s1.000 millones que se registraron mensualmente hasta hoy. La venta de billetes, si bien facilita al Central la tarea de esterilizar pesos (y evitar colocar más letras de deuda), tiene como contrapartida una caída en la actividad y un descenso en la demanda de dinero de la gente, que puede hacer más dificíl la baja de tasas.

Precisamente, el Banco Central deberá decidir hoy si continúa o no con el recorte en el costo del dinero que viene haciendo cada semana. A la luz de los últimos indicadores, se presume que habrá una desaceleración o una pausa en este "ciclo bajista". La tasa que sirve de referencia para toda la economía (la de la letra a 35 días) quedaría hoy a la tarde cerca del 24,75% anual. El mercado ve un piso del 24% hasta fin de año y, hacia adelante, una baja más lenta que la que se vio durante noviembre (de dos puntos porcentuales).

A algunos economistas todavía les preocupa que no se hayan visto argumentos contundentes para haber avanzado con semejante audacia en la política monetaria. Las expectativas de inflación para los próximos doce meses, según el relevamiento que hace el Central, subieron 70 puntos básicos en noviembre: de 19,80% a 20,5% anual. Y hay, además, una novedad para prestar atención: hoy sólo el 10% de los consultados en esa encuesta cree que la inflación convergerá a la meta del 17% que determinó el BCRA. Queda mucho por recorrer.



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