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11 de diciembre de 2016

Tévez y D'Alessandro en medio de las piñas con argentinos

A los astros de Boca y River les sigue costando la readaptación al país y se fastidian en vez de asumir que la realidad es como es.

Fue en el Estadio Nacional de Lima, doce años atrás, cuando #MarceloBielsa y sus colaboradores observaban con cierto recelo a dos de sus jugadores y a pocos minutos de que llegara el final de la #CopaAmérica2004. En ese momento, #CarlosTevez y #AndrésD'Alessandro intentaban mantener la pelota bajo la suela y en sucesión de toques cortos, a la espera de que algún defensor brasileño cortara el circuito con una alguna falta y así se ganaran segundos preciosos para acelerar el cierre del partido. Sin embargo, desde el sector cercano al banderín del corner en zona defensiva verdeamarela, el balón se perdió y en una escalada de traslado seguro se llegó hasta la cercanía del área argentina: #Adriano, con un puntazo seco, casi sin trayectoria de la pierna, marcó el 2-2 inesperado. Lo demás es historia conocida: penales y triunfo brasileño. A nueve años de la anterior conquista albiceleste - #CopaAmérica1993 - nadie imaginaba que el trofeo alzado en Ecuador sería el último en torneos #FIFA hasta la actualidad. Ni siquiera los dos oros olímpicos en #Atenas2004 y #Pekín2008 sirvieron para cicatrizar la herida en el orgullo futbolístico nacional.

El destino de Carlitos y del Cabezón pareció estar sometido a un designio divino al modo y usanza de la mitología griega. Como si el devenir de las dos figuras surgentes del momento en #BocaJuniors y #RiverPlate, respectivamente, hubiera estado predeterminado por los dioses del Olimpo. Porque los dos reunían las cualidades propias de un futbolista premium - talento, destreza y mentalidad ganadora - pero probablemente nunca se imaginaron que terminarían siendo idolatrados en el fútbol del pentacampeón mundial. Uno, en el #Corinthians; el otro, en #Internacional de Porto Alegre. Uno, como trampolín hacia su consolidación en Europa: #WestHam, #ManchesterUnited, #ManchesterCity y #Juventus; el otro, como continuación de su etapa pródiga en #Wolfsburgo y #Zaragoza más su ciclo corto en #SanLorenzo

Ya afirmados en sus respectivas carreras y con cuentas bancarias que les permiten una tranquilidad de por vida, el regreso hacia la Argentina se fue planeando por diferentes caminos pero con un objetivo único: volver al club en el que llegaron a Primera luego de haber iniciado el trayecto en las divisiones inferiores. Y el recorrido se imaginó sin sobresaltos ni situaciones tensionantes. Casi una idealización sin fisuras: aquello que se imagina, concretado en la realidad como si bastara pulsar el control remoto. Sin embargo, las cotidianidades de cada una de las estrellas se chocaron contra el muro de la realidad. Y aquél planeta fútbol que dejaron en su juventud se les transformó en una pesadilla de la que parece no haber retorno. Basta con enumerar los motivos: el barrabravismo corporizado, la presión mediática que todo lo que no es éxito lo supone como fracaso, las fricciones físicas y provocaciones verbales dentro de la cancha, los calendarios de las competencias que se alteran de un mes al otro y la sensación de vulnerabilidad externa cuando suponen los riesgos familiares que pudieran ocurrir con sus familias de acuerdo con los índices de inseguridad.

El efecto #Higuain es otro ejemplo de cómo la valoración del profesional se mantiene alta o baja conforme a la cultura del exitismo. Ni siquiera los más de doscientos goles en ligas europeas jugando en clubes top como #RealMadrid, #Nápoli y la #Juve se respetan a la hora de evaluar cómo este delantero - uno de los cinco más goleadores de todos los tiempos en #LaSelección - atraviesa una etapa de transición a la búsqueda de recuperar su mejor nivel. Y asi sucesivamente con otros consagrados tales como KunAgüero, #ÁngelDiMaría o el hasta hace poco incuestionable #JavierMascherano. En la Argentina se pasa de la ponderación a la banalización de la figura y de ésta directamente al canibalismo social. Pretender que quienes llegaron a la cima de la consideración en otras tierras - en este caso #Tévez y #D'Alessandro - se readapten al ecosistema argentino de inmediato es un error de percepción.

A Tevez se lo observa molesto cuando se siente acosado por el periodismo, aún sabiendo que la gestión #DanielAngelici movió su enorme aparato para acordar la cesión del futbolista con Juventus. Inclusive, #LaVecchiaSignora se dio el gusto de elegir a un juvenil como segunda incorporación y todas las recomendaciones recayeron sobre #RodrigoBentancur. Si bien el #Apache iba a cancelar su contrato apenas un año después, lo cierto es que las heridas por el escándalo del gas pimienta en #LaBombonera aún estorbaban en la imagen #xeneize. Y Carlitos volvió, quizá en el momento más óptimo de su trayectoria en el viejo continente: artillero del #Calcio y con el bianconeri finalista de la #ChampionsLeague

Sin embargo, abandonar la comodidad de la vida cotidiana europea y máxime siendo una figura consagrada no significa solamente un acto declamativo. Las diferencias se agudizan - encima - cuando una estrella futbolística que lleva doce temporadas viviendo en el exterior supone que va a encontrarse con lo mismo que dejó tras su partida. Y empieza a palpar las diferencias generacionales, con un un grado de demanda de satisfacción inmediata a la que quizá tenían las anteriores. Y allí es donde se confunde y siente que se lo agrede, cuando en realidad se le está dando el mismo trato que a cualquiera de sus pares y que éstos consienten por estar acostumbrados al medio.

A D'alessandro le sucedió igual. Su breve pero intenso paso por San Lorenzo - llegó de la mano de #MarceloTinelli - lo dejó marcado con la foto del festejo tras el gol de #GonzaloBergessio a River que le dio el histórico 2-2 a San Lorenzo, con nueve jugadores, y que significó el pase a cuartos de final de la #CopaLibertadores2008 y dirigido por #RamónDíaz. Cuando regresó al Millo, el armador tuvo que hacerse cargo de un murmullo del hincha riverplatense, quien además le endilgó falta de colaboración cuando el club pasaba por su peor momento de la historia tras el descenso de categoría. No le fue fácil al Cabezón ir recuperando la estima del simpatizante, en otra prueba fidedigna de lo complejo que resulta meterse en el corazón del hincha y luego suponer que ese fan seguirá respondiendo siempre así.

Tévez y D'Alessandro, referentes de los dos clubes más grandes del país, están en el tramo definitivo de sus riquísimas trayectorias. Y saben que les espera el mayor de todos los desafíos posibles: el de volver a adaptarse al lugar que los vio nacer. El mismo en el cual crecieron y al que regresaron de motu proprio. Nada les será sencillo, pero el cambio está en el interior de uno mismo. 

 



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