15 de diciembre de 2016
La interna de la CGT embarró la discusión con el Gobierno La negociación con los gremios
El sector del Transporte reclama que se eximan de Ganancias a las horas extras y viáticos. Moyano aceptaría que se le ponga un tope a ese beneficio.
La reunión de anoche del secretariado de la CGT con el jefe de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, en la sede del sindicato de Sanidad, en la que el tema excluyente fue Ganancias, fue una oportunidad para buscar una salida del choque de intereses que se produjo a raíz de la negociación de la ley que regirá el tributo. La CGT sabe que sin su consenso no hay posibilidad de avance de una ley en la que el Gobierno debe sentarse a discutir además con gobernadores, senadores y diputados del peronismo. El tema es cómo contener a todo el espectro de gremios que anida en Azopardo.
Puertas adentro de la Central obrera hay tensiones y estas se dan entre los secretarios generales del sector del transporte nucleados en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y los dirigentes de otros rubros productivos. Allí se encierra, a su vez, como si fueran cajas chinas que se desapilan, una disputa política.
Los trabajadores del transporte quieren que tanto los viáticos, como las horas extras y los feriados no estén alcanzados por el tributo; algo que el proyecto de Sergio Massa contemplaba pero no el del oficialismo. Ayer por la mañana, Hugo Moyano se reunió con Mauricio Macri ("Me llamás cuando ya es tarde", le habría dicho, ¿irónico?, el camionero al saludarlo) y le hizo saber que esa exención debería mantenerse en el futuro proyecto consensuado pero se mostró abierto a que se le ponga un tope a ese beneficio. Traducido: si todo estuviera exento, el Gobierno pondría el alerta en que las próximas paritarias tenderían a establecer sueldos básicos muy bajos y todo el resto cargado a horas extras, con lo cual casi nadie tributaría.
Para apuntalar este reclamo, cuando Moyano se iba de Olivos, una comitiva de la CATT, encabezada por el triunviro cegetista y titular de esa Confederación, Juan Carlos Schmid, se reunía con los ministros de Trabajo, Jorge Triaca, y de Transporte, Guillermo Dietrich. El portuario estuvo ausente en el Senado porque estaba volviendo del Vaticano, adonde fue a llevarle al Papa Francisco el libro de su autoría que refiere a la encíclica Laudato Sí.
¿Cuál sería el inconveniente? El universo de salarios del mundo del transporte es alto y el tributo alcanza al 80% de los trabajadores del rubro, mientras que en otros sectores sólo afecta a salarios altos. Como la torta fiscal que puede ceder el Gobierno es finita, la puja es hacia quiénes se dirige el beneficio.
Esa es la primera pelea por cuestiones puntuales de la normativa con respecto a los trabajadores alcanzados. "Schmid se encuentra en una encrucijada: si se pone la gorra de la CGT sabe que no hay problema, pero si se pone la de la CATT, ahí la cosa no es tan lineal", analiza un dirigente.
La otra cuestión es política: Schmid, ayer por la tarde, se reunió con legisladores del PJ. Sus co equipers en la conducción del movimiento obrero, Héctor Daer y Carlos Acuña, son massistas. Una verdad en la que todos en el sindicalismo concuerdan es que "ningún proyecto conforma pero el del Frente Renovador es el más favorable para los trabajadores". Sin embargo, también está claro, según deslizó anoche un sindicalista, "que si gana la posición del massismo el equilibrio en la CGT se inclina hacia un lado". Esa misma especula en favor del sector moyanista: "Si el Gobierno lee esta situación debería darle concesiones a Schmid".
Por Pablo Maradei
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