ECONOMIA Y POLITICA
26 de diciembre de 2016
Nicolás Dujovne flamante ministro de Hacienda
Durante más de 10 años economista en jefe del Banco Galicia, integró el directorio del Banco Central. Es columnista de TV y diarios.
El designado ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, fue durante más de 10 años economista en jefe del Banco Galicia, integró el directorio del Banco Central y fue consultor del Banco Mundial.
Actualmente, es director de la consultora Dujovne y Asociados, escribe columnas en el diario La Nación y es co-conductor del programa televisivo "Odisea Argentina", que encabeza el periodista Carlos Pagni en el canal Todo Noticias (TN).
Entre 2001 y 2011 se desempeñó como economista jefe del Banco Galicia, y como consultor del Banco Mundial tanto para la oficina de ese Organismo en Buenos Aires como para la de Washington.
También fue jefe de asesores del vice ministro de Economía Pablo Guidotti entre 1997 y 1998; y miembro del Directorio del Banco Central en representación del Ministerio de Economía.
Ha publicado numerosos artículos en libros y revistas especializadas en economía, y fue profesor en la Universidad Di Tella y la de Buenos Aires.
Durante la campaña presidencial de Cambiemos, Dujovne fue parte de los equipos técnicos de Fundación Pensar que trabajó en asuntos fiscales e impositivos.
El martes pasado escribió una columna en el diario La Nación bajo el título "Macri, ante los desafíos de un mundo más exigente", en el que destacó que el programa económico del Gobierno en 2016 "consistió en revertir las extravagancias más notables del kirchnerismo: en un año, la Argentina salió del cepo y del default".
También, en el artículo recalcó que se "volvió a entablar relaciones diplomáticas fluidas con los países más importantes del mundo, independizó al Banco Central y comenzó a migrar hacia un esquema en el cual se espera que el sector privado invierta y prospere sobre la base de incentivos y ya no por la combinación de subsidios y hostigamiento".
DyN
NOTA DEL EDITOR
En entrevista el 16 de Agosto 2015 dijo:
-Si la Argentina estuviera yendo al mismo ritmo que el mundo, el desempleo no estaría subiendo, sino descendiendo. Estamos estancados con inflación elevada. Evidentemente, la Argentina ha hecho mal las cosas durante mucho tiempo y hoy estamos pagando las consecuencias. Durante muchos años se fue deteriorando la posición fiscal, el respeto a la ley, cambiando las reglas de juego y todavía teníamos un tipo de cambio competitivo que podría permitir ocultar todo esto bajo la alfombra. Ahora es tiempo de volver a reveer lo macro para volver a crecer.
-¿Cuánto puede ser la autonomía de vuelo de la Argentina frente a tantas inconsistencias?
-En la Argentina, el espacio para la creatividad se ha terminado. En los últimos años, el país se fue financiando con cajas extraordinarias. Primero, nos consumidos la rentabilidad de las empresas proveedoras de servicios públicos; mantuvimos congeladas las tarifas; nos consumimos la infraestructura energética, de caminos y de telecomunicaciones. Luego se pusieron impuestos extraordinarios a las exportaciones. En 2008, el Gobierno se apropió de los fondos previsionales. En 2010, la caja que recurrió la gestión fue el Banco Central. Modificó su carta orgánica para duplicar el ritmo de emisión monetaria con destino al fisco. Y las dos últimas cajas que utilizó la Argentina fueron el swap de China y la deuda que forzó a recurrir a los importadores por unos U$S 5.000 millones, cuando dejaron de venderles dólares. Me da la sensación que inventar una caja nueva será difícil y hoy estamos enfrentados a la ley de gravedad. La Argentina tiene y debe empezar a reequilibrar su balance de pagos y su cuenta en pesos; en definitiva, su caja en pesos y en dólares, con medidas más tradicionales, achicando el déficit fiscal y reestableciendo las condiciones para que vuelvan a crecer las exportaciones. Hay que empezar a mirar el mercado de capitales internacional. No hay cajas extraordinarias.
-¿Qué margen de maniobra le queda a la próxima gestión presidencial?
-El próximo gobierno tendrá que achicar el déficit y recomponer las relaciones con el mundo, cerrando el conflicto con los holdouts. En el sistema cambiario, sincerar la sobrevaluación, dejando flotar el peso. No vamos a tener reservas para financiar la sobrevaluación cambiaria.
-¿Hacia dónde vamos?
-El mercado está anticipando dos cosas: cuando uno mira los rendimientos en dólares de la deuda argentina, están por debajo del 10%; evidentemente esto refleja que hay expectativa de normalización en la Argentina. Pero del otro lado, en el mercado paralelo y del contado con liquidación, vemos lo inverso; un deterioro, día tras día, del tipo de cambio. El mercado considera insostenible un dólar oficial a $ 9,20 y anticipa una corrección cambiaria. En definitiva, el mercado anticipa que, gane quien gane las elecciones, se moverá hacia la normalización en su relación con los acreedores externos. La próxima gestión debe hacer sus correcciones si tiene la pretensión de ser competitiva para las elecciones posteriores, las de 2017 y las de 2019. Tiene que empezar a enfrentar los problemas económicos hoy, de tal modo que la economía esté en crecimiento y eso sea un activo, no un pasivo político. En el cortísimo plazo, 2016 será un año complicado. Si sincera la política cambiara, habrá más inversiones. Mirando como espejo a 2015, tal vez se vea una posible caída del salario y del consumo de bienes durables, pero también es posible bajar las presiones sobre las exportaciones para recuperar inversiones.
-¿La Argentina puede encaminarse hacia la normalización de su economía?
-Vamos hacia ello, pero el país no está exento de las turbulencias porque el tamaño de los desequilibrios que deja este gobierno son grandes. Hay cosas a favor, no obstante. Una es el mundo; hay que enterrar la idea de que está en crisis. Lo otro que juega a favor es la poca deuda que deja la gestión, nominada en moneda extranjera. Con un programa consistente, que corrija los desequilibrios, la economía podría recuperarse hacia el segundo semestre del año que viene, para que la recesión sea muy corta. Si no enfrentamos los problemas, nos arrastraremos hacia un estancamiento con inflación cada vez más elevada.
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