Isabel II, camino de los 91 abriles, cumplió ayer 65 años como reina, lo que la sitúa, de momento, en el cuarto puesto de los monarcas con más tiempo en el trono, a lo largo de la historia de la humanidad.

En esa categoría solo es aventajada por Luis XIV que ostentó el título de rey de Francia durante 72 años; Bhumibol de Tailandia (recientemente fallecido, que ejerció de monarca durante 70 años y Francisco José de Austria, emperador a lo largo de 68 años.

Isabel nació en primavera, un 21 de abril del año 1926. Su padre, Jorge VI, y su madre, la Reina Madre, duques de York, no supusieron que aquella niña se convertiría un día en la soberana de Inglaterra.

Hasta que no abdicó su tío, el duque de Windsor, por amor a Wallis Simpson, en 1936 (Isabel contaba con diez años) no se sabía que aquella nena, que mostró bien pronto su inteligencia innata, sucedería a su padre, el rey Jorge VI, muerto a los 57 años.

La reina de Inglaterra permaneció la jornada de la víspera en su residencia de Sandringham, donde la familia real británica pasa cada año unas semanas entre Navidad y mediados de febrero y donde, hace 65 años, mientras dormía, murió  Jorge VI, padre de la actual soberana. Isabel II dedica siempre este día a la memoria de su padre, con quien estaba muy unida.

La efeméride por la proclamación de Isabel II ya tiene dos instancias anteriores: con motivo de los jubileos de oro (2002) y de diamante (2012), pero nunca se conmemora en la fecha exacta por coincidir cada 6 de febrero de 1952 con el deceso de su progenitor, Jorge VI, a los 57 años, con quien estaba muy unida.

Isabel, acompañada de su marido, Felipe de Edimburgo, se encontraba en aquel momento en un parque natural de Kenia, tras concluir una gira oficial que también les llevó a Australia y Nueva Zelanda.

Isabel, de 26 años, salió de Londres como princesa y aterrizó como reina. Al serle comunicada el fallecimiento del soberano firmó, en un salón de la residencia del gobernador británico de Kenia, el acta de aceptación del trono, adoptando para su reinado el mismo nombre que recibió en el bautismo. En aquella lejana época era conocida como Lilibet.

La primera ocupación de la nueva reina fue presidir los funerales de su padre y preparar su propia coronación que se retrasó hasta el 2 de junio de 1953 por consejo del entonces primer ministro Winston Churchill, quien había recibido el encargo de Jorge VI de velar y preparar a la joven soberana en sus tareas durante unos meses antes de la solemne proclamación.

Fue entonces cuando hizo una promesa  ante millones de británicos que abarrotaban las calles de Londres: “La vida entera, ya sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio”.

El reloj que marca el reinado de Isabel II se puso en marcha el 6 de febrero de 1952 y se parará el día de su fallecimiento o el de su abdicación.

Hace casi dos años, Isabel superó el récord de Inglaterra que ostentaba su tatarabuela, la reina Victoria, que reinó durante 63 años y 216 días y hace unos meses se convirtió en la soberana de mayor edad y la que más tiempo lleva en el trono. La reina Isabel va camino de batir todos los récords y no parece que ni su salud, ni su ánimo le impidan superar las marcas históricas.

Cañonazos

Salvas de cañón en la Torre de Londres y el Green Park londinense, así como una ceremonia militar con caballos y música castrense conmemoraron con solemnidad el aniversario de la llegada de Isabel II a la jefatura del Estado.

Una inspiración

La primera ministra británica, Theresa May, calificó a Isabel II como una “inspiración” y afirmó que una prueba de su “entregada devoción a la nación” es el hecho de que la reina no haya querido celebraciones públicas y que haya pasado el día “haciendo el trabajo al que ha dedicado su vida”.

Y añadió: “Estoy orgullosa, en nombre de la nación, de ofrecer nuestro más humilde agradecimiento y felicitaciones en la celebración de este jubileo de Zafiro”, afirmó la jefa de Gobierno. Asimismo, se ha emitido un sello especial con motivo de esta fecha y se ha reeditado un retrato de la reina tomado en 2014 por el fotógrafo David Bailey.

En esta imagen aparece sonriente y luciendo el collar y pendientes de zafiros que le regaló su padre por su boda en 1947 con el príncipe Felipe de Edimburgo.También los turistas podrán adquirir un sinfín de souvenirs en homenaje a la reina que van desde llaveros, afiches y muñecas. Agencias EFE-Reuters