Accidentada fue la clasificación para José María López, que no pudo darle continuidad a su buen comienzo en el ePrix de Buenos Aires de la Fórmula E. El cordobés golpeó la cola de su auto contra el paredón en su vuelta rápida y tendrá que largar desde el 18° puesto en la carrera que se disputará desde las 16, en el callejero de Puerto Madero. Pechito había alcanzado el primer lugar en la tanda inicial de entrenamientos.

López no tuvo la suerte que necesitaba en el tercer cuarto clasificatorio. Primero se encontró con el auto del portugués Antonio Félix Da Costa (Andretti) obstruyendo la pista y debió abortar el intento. Luego, en su vuelta rápida, sufrió una ida de cola que lo hizo besar el paredón y obligó a las autoridades a sacar la bandera roja. Antes había marcado un tiempo de 1m16s760, muy lejano del 1m08s751 del más rápido, el francés Jean-Eric Vergne (TECHEETAH).

Quien largará adelante de todos será el brasileño Lucas Di Grassi (Abt), quien se adueñó de la Súper Pole. Vergne partirá segundo y el puntero del campeonato, el suizo Sebastian Buemi (Renault), saldrá tercero.

Por la mañana, el de Río Tercero, con el auto del DS Virgin Race, se había quedado con el registro más rápido de la primera de las dos tandas de entrenamientos. Allí completó los 2.480 metros en 1m09s431, aventajando al segundo, Vergne, por 528 milésimas. El inglés Bird, ganador de la edición pasada en Buenos Aires, fue quinto en ese ensayo inicial.

Justamente el británico fue quien dominó luego en el segundo entrenamiento, con un tiempo de 1m08s792, mientras que el argentino quedó en la posición 17, con un registro de 1m10s644, a 1s852 del más veloz.
La de esta mañana, para Pechito fue la primera experiencia a toda velocidad en el circuito armado en Puerto Madero. El triple campeón del Mundial de Turismo corre por primera vez en su país a bordo de un Fórmula E, por lo que las dos tandas sirvieron para sumar kilómetros y así conocer el trazado y el auto.

El punto máximo del fin de semana llegará a las 16, con la carrera de 37 vueltas.

Fuente: Ezequiel San Martìn