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19 de marzo de 2017

El Atlético devora a un frágil Sevilla y acecha la tercera plaza

El cuadro de Simeone gana con autoridad, en su mejor partido de la temporada, con goles de Godín, Griezmann y Koke (3-1).


Necesitado de los tres puntos para poder soplarle la nuca al Sevilla en la recta final de la temporada, el Atlético redujo al equipo de Sampaoli a la nada y a dos puntos la distancia que les separa en la tabla. Reverdecieron los rojiblancos ese perfil de equipo machacón experto en anular una por una las virtudes del rival. Concretó su victoria a balón parado y a la contra: un gran cabezazo de Godín, una falta maestra de Griezmann y un contragolpe de libro culminada por Koke tras un centro de atrás de Juanfran.

En el juego, con la pelota y sin ella, en la pizarra y en la hierba, el Atlético devoró al Sevilla. Fue un ejercicio colectivo de esfuerzo de los de antaño, con las dos grandes individualidades, Griezmann y Carrasco, mudando continuamente el frac por el mono. Todo salpicado por algunas combinaciones vertiginosas que levantaron al Calderón. En casi todas estuvo Griezmann, cada vez más en ese rol de chico para todo en ataque, con ese poso de los grandes mediapuntas para dar un paso atrás y escoger dónde recibir y hacia dónde repartir juego.

Pocos partidos tan completos y sobrios como este se le contabilizan al Atlético en el presente curso. Decidido, tenaz en la presión en campo contrario, sometió al Sevilla a una tortura física y agobiante que ahora mismo parece incapaz de soportar el que hasta hace poco era la gran revelación de la temporada. Fue un partido redondo del Atlético, que además se embolsó el goal-average particular, y decepcionante para el cuadro de Sampaoli. Si el empate con el Leganés, que le sacó los colores en el Pizjuán, y el golpetazo de Leicester encendieron las alarmas, su actuación en el Calderón confirmó que este Sevilla ya no es el que fue. Ha perdido capacidad de improvisación en los circuitos de balón y frescura.

Y eso que Sampaoli trató de romper el partido desde la pizarra colocando a Escudero de volante por el medio. Ese movimiento de salida supuso dejar a la intemperie a Sarabia contra Carrasco y Juanfran. Y por ahí empezó a desmontar el Atlético una y otra vez esa idea de Sampaoli, que no fue a ninguna parte. Una contra llevada por Carrasco y filtrada a Gameiro por ese costado no acabó en gol porque la fina vaselina del delantero francés la raspó con los dedos Sergio Rico y la desvió al larguero. Ese aviso y la palmaria incapacidad de Sarabia para frenar toda la carga de juego que se le venía por su costado hicieron recapacitar a Sampaoli. Dio igual, el Sevilla dio la impresión de ser un conjunto muy golpeado por los últimos acontecimientos. Ahora es un amasijo de buenas intenciones nucleadas en torno al toque de N’zonzi y poco más. Apenas hubo señales de Sarabia y Vitolo y menos de Ben Yedder.
El primer golpe lo recibió el Sevilla en una jugada de estrategia tras una falta de Vitolo a Carrasco, que corría flechado hacia la meta de Rico. El belga estaba perfilado para el golpe, pero fue Griezmann el que enguantó la falta al segundo palo. La defensa entera del Sevilla se comió la triquiñuela y Godín cruzó la pelota con un cabezazo rotundo. El gol es otra muesca más en el crecimiento del central uruguayo en los últimos partidos. Seguro él, seguro se siente el equipo, que tampoco acusó el madrugador cambio de Juanfran por Vrsaljko tras el esguince de rodilla sufrido por el croata.

Con 1-0, incluso el Atlético se mostró fiable en el repliegue en campo propio. Otra buena noticia porque también se afiló en las salidas a la contra y en las combinaciones. Entre Koke, Carrasco y Griezmann cosieron una que dejó al francés solo ante Rico, pero su remate se fue por un palmo. Fue una contra la que mató el intento de reacción buscado por Sampaoli en el descanso al sentar a Lenglet, un central, para meter a Jovetic. Gameiro enfilaba a Rico cuando fue derribado a un par de metros de la frontal. Griezmann dibujó un cañonazo al que embelleció el golpeo de la pelota en la parte baja de travesaño antes de entrar. Con esa ventaja, se dio paso a una de las historias de la semana. Simeone metió a Torres e incluso pidió a la grada que coreara su nombre. Fue una forma de intentar apagar ese runrún que hay en torno a los dos emblemas de la hinchada, que jaleó a los dos.

Tuvo Torres dos ocasiones claras para marcar, ambas a la contra, pero se topó con Rico. Fue Koke el que cerró el partido llegando desde atrás para empujar otro contragolpe guiado entre Carrasco y Juanfran ante la mirada derrumbada de Sampaoli. A su equipo le salvó la honrilla una acción individual de Correa cuando ya había sido devorado por completo por el Atlético más redondo que se ha visto en los últimos meses.EFE

 

 



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