Lo que presentíamos en la previa finalmente ocurrió en la noche del Monumental. El esquema organizado por Edgardo Bauza presentaba una fisura y esta tenía que ver con la falta de un enlace entre las líneas a la hora de generar juego, desde el mediocampo, para abastecer a quienes se presentaban como los cuatro fantásticos: Messi, Agüero, Di María e Higuaín. Ese rol, que en algún partido fue tarea de Éver Banega, siempre le quedó grande a Javier Mascherano y Lucas Biglia. 

Por momentos Messi retrocedía y Biglia se colocaba por el sector derecho. El hombre de la Lazio le dejaba la posición al crack y desde ahí se vio lo poquito de fútbol que elaboró la Argentina en los primeros 45 minutos.

Chile se dedicó a esperar y salir rápido cuando recuperaba, aunque los avances siempre fueron bien controlados por la última línea argentina. Un descuido de la Roja sobre los 15 minutos le permitió a Di María recibir en el área tras un pase largo y el jugador del PSG fue derribado o algo parecido en la zona prohibida. Ricci no dudó, compró y Leo transformo la pena en gol. 1 a 0 para la Argentina, y nada más.

En el complemento Argentina fue un poco peor. Bauza hizo ingresar a Mateo Musacchio por Emanuel Más para reorganizar la defensa y optó por el ingreso de Banega, finalmente, por el Kun. Pero el campeón de América se vino y superó a la Argentina en gran parte del segundo tiempo. 

Los de Juan Antonio Pizzi tuvieron en los pies de Alexis Sánchez la más peligrosa con un tiro libre que se estrelló en el ángulo superior derecho de Chiquito Romero. Chile insistía y Nico Castillo se lo perdía a metros de la línea de gol. Argentina no salí de su campo y se le complicó por demás a la hora de hilvanar una jugada gol. Los minutos se consumieron y el resultado no tendría otra emoción.

En este binomio en el que se pretende jugar bien y ganar, Argentina jugó muy mal pero encontró en los pies del 10 la posibilidad de desnivelar y no falló. Hoy la Argentina respira un poco más holgada, aunque los tres puntos no serán tan redituables si el próximo martes, en La Paz, se vuelve con las manos vacías.