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8 de junio de 2017

Francisco:Dios no puede estar sin nosotros

Durante la Audiencia general, el Papa subrayó que "llamar a Dios con el nombre de "Padre" no es para nada descontado", y que el arameo "Abbá" con el que Jesús llama al Padre se puede traducir como "papá".

"Podemos estar lejos, ser hostiles, podemos también profesarnos "sin Dios"", pero "Él no será jamás un Dios "sin el hombre"; es Él quien no puede estar sin nosotros2. El Papa Francisco reflexionó sobre la paternidad de Dios durante la catequesis de la Audiencia general en la Plaza San Pedro y subrayó que "llamar a Dios con el nombre de "Padre" no es para nada un hecho descontado", y además también refirió que el término arameo "abbá" con el que Jesús llama al Padre, y que San Pablo "Pablo no se siente seguro de traducir al griego", es un término mucho más íntimo que "Padre", y algunos lo traducen como "papá". 


"Nunca estamos solos", dijo el Papa: "Podemos estar lejos, ser hostiles, podemos también profesarnos "sin Dios". Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios "sin el hombre"; es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un gran misterio. Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! Y esta certeza es la fuente de nuestra esperanza que encontramos conservada en todas las invocaciones del Padre Nuestro". 


Francisco llegó a la Plaza San Pedro alrededor de las 9.20 de la mañana y continuó con su ciclo de catequesis dedicado a la esperanza cristiana. Reflexionó sobre el Evangelio de Lucas, según el cual, "los discípulos de Jesús están impresionados por el hecho de que Él, especialmente en la mañana y en la tarde, se retira en la soledad y se "sumerge" en la oración. Y por esto, que un día le piden de enseñarles también a ellos a orar. Entonces Jesús transmite aquello que se ha convertido en la oración cristiana por excelencia: el "Padre Nuestro". En verdad, Lucas, en relación a Mateo, nos transmite la oración de Jesús en una forma un poco abreviada, que inicia con una simple invocación: "Padre", Jorge Mario Bergoglio subrayó que "todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos a recitar comunitariamente la oración de Jesús, utiliza la expresión "nos atrevemos a decir"". De hecho, observó, "llamar a Dios con el nombre de "Padre" no es para nada un hecho sobre entendido. Somos conducidos a usar los títulos más elevados, que nos parecen más respetuosos de su trascendencia. En cambio, invocarlo como "Padre" nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre.

El misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero no nos da más miedo, no nos aplasta, no nos angustia. Esta es una revolución difícil de acoger en nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba vacía y al ángel, "salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí". Pero Jesús nos revela que Dios es Padre bueno, y nos dice: "No tengan miedo".  


Después el Papa recordó el ejemplo de la parábola del padre misericordioso, mejor conocida como la parábola del Hijo pródigo, y subrayó que "Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no existe ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola. Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre albedrío del hombre, capaz solo de conjugar el verbo "amar".

Cuando el hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino que siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha dolorosamente faltado a su amor de padre".  


 "¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor en relación con sus hijos!", exclamó el Papa. "Tal vez es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir al griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: "abbá". En dos ocasiones San Pablo, en su epistolario, toca este tema, y en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en la cual ha surgido de los labios de Jesús, "abbà", un término todavía más íntimo respecto a "padre", y que alguno traduce "papá"". 
 

El Papa concluyó su catequesis afirmando que "todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: existe en cambio un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona". Por ello propuso a los fieles que estaban en la Plaza San Pedro: "cada uno de nosotros tiene tantos problemas y tantas necesidades. Pensemos un poco, en silencio, en estos problemas y en estas necesidades. Pensemos también en el Padre, en nuestro Padre, que no puede estar sin nosotros, y que en este momento nos está mirando. Y todos juntos, con confianza y esperanza, oremos: "Padre nuestro, que estas en los cielos…". Gracias". 


Al principio de la Audiencia el Papa, después de la vuelta en el jeep para saludar a los fieles y antes de bajarse del vehículo, se ató un zapato ante las miradas sorprendidas de sus colaboradores. Al final de la Audiencia, Francisco recordó el aniversario de su encuentro con el presidente israelí Shimon Peres y con el presidente palestino Mahmoud Abbas, que es mañana. Saludó en particular a la Asociación Comunidad Reina de la Paz de Radom, Polonia.
 Fuente:Vaticano



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