AGROPECUARIA
28 de agosto de 2017
El arroz un eje estratégico de un sistema mixto en Corrientes
La brasileña Ceagro llegó con su negocio agrícola y ganadero a los lotes correntinos hace 20 años.
Ceagro es una empresa familiar de origen brasileño con sede en Río Grande do Sul y una vasta tradición arrocera que se ha legado de generación en generación a través del apellido Ceolín.
Hace más de dos décadas cruzaron la frontera y desplegaron todo su conocimiento en el norte argentino, más precisamente en Curuzú Cuatiá, Corrientes, con el negocio de arroz como punta de lanza, pero también con ganadería.
En Brasil, el Grupo Ceolín explota 10.000 hectáreas de arroz en la zona de Río Grande Do Sul, de las cuales 4.000 son propias y el resto arrendadas. También tienen una explotación grande en el norte de Brasil, en el oeste de Bahía, en un campo de 12.000 hectáreas con 9.000 hectáreas de agricultura, soja, maíz y algodón (un tercio de cada cultivo), que se complementan con un feedlot de 5.000 cabezas.
Martín Irastorza dentro del feedlot Braford de Ceagro, en Curuzú Cuatiá, Corrientes. El técnico trabajó desde la llegada de la firma al país y desde 2015 es su asesor externo.
En Argentina tienen en producción 18.000 hectáreas (7.000 propias y 11.000 alquiladas). Se cultivan alrededor de 5.000 hectáreas de arroz en rotación con ganadería, esto es, la siembra de raigrás sobre rastrojos de arroz con uno o dos años de descanso.
“Es un manejo de toda la vida, se cosecha el arroz, se siembra raigrás y a partir de julio se empieza a largar la hacienda”, repasó en diálogo con Clarín Rural, Martín Irastorza, quien trabaja en Ceagro Argentina desde su creación. Después de 20 años en relación de dependencia, desde 2015 trabaja como asesor externo.
El centro-sur de Corrientes tiene muy buenas características climáticas, con un verano bien definido y un invierno no tan largo que ofrece una ventana de producción mayor a otra de las zonas arroceras de Argentina, como el norte entrerriano.
“Esto favorece la operatividad porque podemos arrancar a sembrar un poco antes y terminar de sembrar un poco más tarde que ellos”, apuntó Irastorza.
Un lote de arroz inundado con agua de represas artificiales.
La fuente de riego, un insumo fundamental para producir arroz, es casi toda de represas artificiales en las que se almacena agua de lluvia y se bombea al lote de destino.
Este tipo de arroceras gasta de 150 a 250 litros de gasoil por hectárea (más unos 100 litros para hacer funcionar los tres generadores de la planta de silos y el molino) que hoy tiene un valor de 0,90 dólares por litro, tanto en Brasil como en Argentina.
En el año 2013 se convirtieron todas las estaciones de bombeos y la planta de silo y molino a energía eléctrica, gracias a una obra que se ejecutó de más de 50 kilómetros de red de media tensión en 33 KV. Alrededor de un 20 por ciento de esta obra se financió con un fideicomiso que administra la recaudación del Impuesto Inmobiliario en Corrientes, FDR (Fondo de Desarrollo Rural).
En ambos países, el riego se hace casi en su totalidad con energía eléctrica. “El gobierno de Corrientes empezó hace unos años una campaña fuerte para electrificar la mayoría de las estaciones de bombeo por lo que la energía es todavía bastante barata, incluso más que en Brasil”, destacó Irastorza.
Desde Corrientes se exporta arroz a Brasil e Irak.
El tipo de arroz que se cultiva es largo fino. Arrancaron produciendo arroz integral (que es lo que más venden a Brasil), desde el año 2002 hacen descascarillado, y desde 2015 también empezaron a hacer algo de arroz blanco con un molino moderno y automatizado.
De las 50.000 toneladas que se cosechan en las 5.000 hectáreas puestas en producción, con un promedio de rendimiento cercano a los 10.000 kilos por hectárea seco, el 95 por ciento se comercializa con algún proceso (70 por ciento integral y 30 por ciento blanco); y 5 por ciento común, se seca y se vende.
Por una cuestión “cultural” cuentan con maquinaria para hacer el 100 por ciento de las labores y la cosecha.
“Es un diferencial importante respecto de otras arroceras, tenemos un parque de maquinarias de 25 tractores, dos retro palas, dos excavadoras grandes, topadoras, 11 cosechadoras grandes, 11 sembradoras”, reconoció. Y agregó: “Nos permite hacer las labores cuando queremos y como queremos, sin tener que esperar”.
Una de las claves de la eficiencia está puesta en la incorporación de tecnología. “Actualmente todas las taipas son hechas con sistemas georreferenciados y todos los tractores tienen autopilot pero también tenemos dos drones para el seguimiento de riego porque estamos convencidos que la mejor manera de bajar los costos es aumentando la producción”, sentenció Irastorza.
Otro factor diferencial es tener la planta de silos y de proceso todo dentro del campo, “lo que facilita muchísimo la logística”.
La planta es de 50.000 toneladas y cuenta con una capacidad de recepción y secado de 1.500 toneladas por día, más el molino de arroz integral y el molino de blanco.
“Exportamos casi el total de la producción, un 70 por ciento a Brasil como integral y un 25 por ciento a terceros países, principalmente Irak, como blanco, el resto queda en el mercado argentino”, señaló Irastorza.
En cuanto al capítulo ganadero, desde 2001, y con unas 1.000 hectáreas de rastrojo de arroz que fueron cultivadas con raigrás para la recría de animales propios, la producción de carne permitió un mejor el flujo de fondos y también sustentabilidad.
Actualmente, la superficie ganadera ronda las 11.000 hectáreas, un 50 por ciento de raigrás y el resto campos naturales y bañados. El resto de la agricultura es maíz y/o sorgo que luego también serán convertidos en carne.
Tienen alrededor de 4.500 vientres Braford y “la propuesta es plasmar una actividad de ciclo completo que va desde la cría hasta un producto final de novillo tipo exportación que con 24 meses supere los 450 kilos”, contó Irastorza. Para ello, cuentan con un corral de encierre para 1.500 a 2.000 cabezas que se lo usa para terminación y recría en caso de ser necesario. Así, sumando técnicas de destete precoz y sanidad, logran una producción de 130 kilos por hectárea, un 50 por ciento más que la media de la zona.
En Ceagro trabajan alrededor de 100 personas. Una de las claves en una actividad como la arrocera que demanda mucha mano de obra es la profesionalización de cada recurso. Actualmente están implementando un sistema de “premios” por mérito, productividad y rentabilidad. Otro de los desafíos es usar la cáscara de arroz como biomasa para la producción de energía que alimente las propias secadoras.
Para ellos es la suma de ambos puesta al servicio de una mayor eficiencia productiva sea en Brasil como en Argentina.
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