POLITICA
4 de diciembre de 2017
Fuerzas Armadas: creció la cantidad de oficiales a pesar de la falta de recursos
En los últimos años se buscó compensar con ascensos el deterioro salarial; ahora se prepara una reestructuración
Uno de los datos ocultos que sacó a la luz la tragedia del submarino ARA San Juan son las distorsiones en las cuentas de la Armada, que destina apenas el 4,5% del presupuesto a la preservación del mantenimiento y de la reparación de buques y aeronaves. Es un problema de asignación de recursos que se extiende a todas las Fuerzas Armadas.
Según datos oficiales, desde 2003 casi se duplicó la cantidad de coroneles, capitanes de navío y comodoros en el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, lo que incrementó el gasto de personal, en una etapa en la que las fuerzas -principalmente durante el período kirchnerista- enfrentaron restricciones de recursos y un avanzado deterioro de su equipamiento.
Cuando asumió Néstor Kirchner, en mayo de 2003, había en el Ejército 43 generales y 420 coroneles. A fines de 2015, las cifras habían crecido a 55 generales y 810 coroneles, según lo registra el Libro Blanco de la Defensa, que presenta las cifras de las dimensiones de las Fuerzas Armadas y fue actualizado sucesivamente durante las gestiones de Nilda Garré y Agustín Rossi en el Ministerio de Defensa. En la actualidad, tras dos años de gestión de Mauricio Macri, los generales son 44 y el número de coroneles se mantiene.
En la Armada, el fenómeno es similar. Si bien entre 2003 y 2015 se redujo la cantidad de almirantes, vicealmirantes y contraalmirantes -de 32 a 26-, el número de capitanes de navío pasó de 238 a 409. Y en la Fuerza Aérea los comodoros subieron de 239 a 525 durante la gestión kirchnerista. Son números que no sufrieron variantes en los últimos dos años. En todos los casos, hay más que en 1983, al terminar la dictadura militar.
Incluso el Ministerio de Defensa incrementó notoriamente su personal. Contaba con 600 empleados en 2003 y hoy se estima que llegan a 2300. La gestión del radical Julio Martínez, antecesor de Oscar Aguad, no redujo esencialmente la estructura.
Este crecimiento de oficiales, en fuerzas militares que cada vez tienen menos medios para la movilización efectiva, se conoce en momentos en que el presidente Macri y Aguad analizan una reestructuración de las Fuerzas Armadas y un recambio en las cúpulas, para concentrar más poder en el jefe del Estado Mayor Conjunto.
El crecimiento se dio especialmente en los grados militares que están en condiciones de ascender al máximo escalafón de la vida militar. La explicación, según admiten en las propias fuerzas, es que muchos de los coroneles, capitanes y comodoros que quedaban en los últimos años en las puertas de un ascenso -no todos pueden ser promovidos- fueron en compensación mantenidos en actividad por encima de los años que históricamente les correspondía.
La ley 19.101, que regula la actividad del personal militar, establece que los oficiales deben permanecer un tiempo mínimo en el grado recibido, antes de aspirar a un ascenso. Así, los coroneles, tenientes de navío y comodoros que cumplen funciones de comando desarrollan por lo menos cuatro años de servicio en esa categoría. A partir del quinto año pasan a ser considerados para un eventual ascenso.
La postergación de los haberes del personal retirado hizo en los últimos años que muchos jefes militares mantuvieran en actividad a oficiales que estarían en condiciones de pasar a retiro, lo que en la práctica resultaba pasar a cobrar la mitad de la remuneración del personal en actividad. Incluso, fuentes castrenses admitieron que durante la gestión del teniente general César Milani, hoy detenido en el penal de Ezeiza, se aplicó generosamente una política de ascensos y promociones para ganarse la lealtad de sus oficiales. Eso no quita que en la gestión de Garré se aplicara el criterio del pase a retiro "por portación de apellido", lo que truncó la carrera de oficiales que tenían parentescos con militares que actuaron en la dictadura.
Fuentes castrenses advirtieron, además, que otra distorsión militar es el achicamiento de la pirámide salarial. "Un jefe militar cobra seis veces lo que percibe un voluntario. En la Comisión de Energía Atómica esa diferencia es de 11 veces y llega a 15 en el Ministerio de Economía", graficó un experto.
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