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POLITICA

2 de marzo de 2018

El Presidente le cambia la agenda a un peronismo desconcertado

Mauricio Macri evitó ayer irritar a un Congreso que lo escuchó (en pleno) en medio de un ambiente de paz y civilización democrática que hacía tiempo no se registraba.

Mauricio Macri evitó ayer irritar a un Congreso que lo escuchó (en pleno) en medio de un ambiente de paz y civilización democrática que hacía tiempo no se registraba.

La transmisión por televisión mostró postales de calma y armonía bien distantes de las épocas en que los Kirchner hablaban lanzando guiños para que la tribuna les respondiera desde los palcos. Nada de eso pasó; el idioma no fue el mismo y el estilo mucho menos. Y si bien el macrismo eligió lanzar el debate sobre el derecho a la interrupción del aborto como una herramienta de discusión que barriera humores complicados, lo cierto es que con eso ayer Macri se pudo parar frente al recinto como un presidente de un tímido centroderecha que levanta banderas de un progresismo al que ayer silenció en ese Congreso tan civilizado.

En su lugar el Presidente habló dando señales varias que, entre otros, recibieron sus socios de Cambiemos. Por ejemplo, aunque el público en general no lo haya registrado, los presentes agradecieron que Macri ratificara el rumbo y que no hubiera volantazos sorpresa en el mensaje. Era previsible: tras dos años de gobierno y la acumulación de ansiedades e insatisfacciones frente a las metas aún no logradas, sobre todo en economía, no hubiera sido extraño algún lanzamiento inconsulto. Los radicales y Carrió festejaron entre bancas que el macrismo, en esto, no se hubiera desmarcado de sus promesas al grupo.

Macri no dio cifras en su discurso, ni siquiera para referirse a los temas de la economía. Está claro que en este tipo de mensajes los datos no hacen falta. Los estadistas hablan con ideas, no con números que pueden no ser creibles. Como Cristina de Kirchner que repetía en sus discursos decenas de cifran ininteligibles para el común de la población que, además, nunca pudo saber si eran ciertas o un invento de su imaginación (esta última chance luego comprobada con creces).

Pero si bien a un presidente no se le deben pedir números (estos los explican sus ministros y secretarios), si se le pueden exigir ideas claras sobre el futuro. En ese sentido al discurso le faltaron mensajes directos al mercado y los inversores; es decir, referencias concretas que dieran señales de confianza, por ejemplo en el area de las reformas.

Le cambió la agenda a todos sus adversarios con una demanda del progresismo que atravesó a la sociedad como un rayo.

El mismo efecto pero con signo diferente utilizó Carlos Menem en el comienzo de su gestión en los años ’90. Puso a su servicio el protagonismo de dos figuras estelares de la derecha económica como Alvaro Alsogaray y Domingo Cavallo para apuntalar su política de privatizaciones de las deficitarias empresas estatales. Y para dotar de un plan al shock de la convertibilidad que redujo a cero la inflación. Así construyó el escenario político que le permitió ser reelegido como presidente con el apoyo de los sectores liberales que jamás hubieran votado a un peronista riojano y con patillas.
 

Es cierto que el presidente habló del fin de la recesión, algo que puede verificarse técnicamente en los indicadores que muestran crecimiento real de la economía en los últimos tres trimestres, Esta vez fueron números que no mienten, a pesar que decidió no poner sobre la mesa las cifras específicas y sí definir las grandes líneas. El recinto lo agradeció.

Tambien le pidió al Congreso (esto le toca al Senado) que apurara una norma clave como es el la nueva Ley para el Mercado de Capitales que espera desde el año pasado y que lo liberará en parte de algunas de las sandeces con las que el kirchnerismo quiso manejar esos mercados desde la Casa Rosada.

No era un buen día, de todas formas, para medir el impacto del mensaje presidencial en los mercados. El anuncio de Donald Trump de arancelar las importaciones de acero y aluminio en los Estados Unidos, otro escalón mas en el cierre de esa economía, derrumbó precios en Wall Street, con bajas que llegaron amplificadas a latinoamérica y Buenos Aires. 

En las bancas hubo dos fenómenos que se no pueden dejar de analizar. Cristina de Kirchner y su hijo decidieron ayer incumplir con otro rito de la democracia que sí exigían a propios y ajenos cuando ocupaban el poder. La democracia tambien se hace de la repetición de esos ritos que terminan reforzando instituciones, Como en un rezo budista, la repetición eleva como ejercicio el respeto y la concentración, en este caso, a la representación popular que suponen tanto el Congreso como el presidente. La expresidente, que se instituciones solo habló mucho, no solo se negó a entregar el mando como corresponde participando de la fiesta cívica, sino que además no acepta no ser ella quien le hable a la Asamblea Legislativa y por eso prefiere no estar para no ver un espectáculo en el que solo puede reconocerse como protagonista exclusiva. El kirchneriso ayer hizo silencio y pareció avergonzarse de este nuevo berrinche anti sistema de su jefa. Nada obliga a un diputado o senador a participar de la Apertura de Sesiones Ordinarias; nada lo obliga tampoco, salvo que lo voten sus pares, a abandonar sus fueros cuando la justicia lo reclama. La ley la ampara en estos dos casos; pero la ley es el límite que el sistema se fijó para que las relaciones en el genero humano no cayeran en la barbarie o la matanza. La virtud y al ética son otra cosa y pueden estar mucho mas allá de la ley. Eduardo Angeloz, por ejemplo, lo comprendió y accedió a que le quitar sus fueros de senador para que se lo juzgara libremente. Despues volvió.

Elisa Carrió cumplió su rol de siempre. La chaqueña fue al Congreso y dijo lo mismo que le había anticipado a Macri y Marcos Peña 24 horas antes cuando pasó por a comer por la Residencia de Olivos. Ella se opone a la interrupción de un embarazo y militará en contra; igual sigue siendo una espada invalorable para Macri. No debe haber confusión con relación a lo que sucedió ayer: Carrió no rechaza el debate del tema, solo se negó a que se hiciera en una sesión especial que estaba convocada de antemano por diputadas de izquierda y que no contemplaba el lanzamiento que hizo el gobierno. El tema es que ella llegó de viaje y aun nadie le había informado que esa sesión especial ya se había levantado.

 



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