MUNDO
9 de mayo de 2018
El endiablado escenario que deja Trump en Irán tras la salida del pacto nuclear
La decisión del presidente estadounidense de retirarse del acuerdo da el argumento perfecto al ala dura del régimen: se ha probado que no se puede confiar en “el Gran Satán”
Trump ha decidido sacar a Estados Unidos del pacto nuclear con Irán. Lo hace acusando a Teherán de estar en estos momentos trabajando para conseguir la bomba nuclear. Una afirmación que nadie puede demostrar. De la que no hay evidencias. Que muy probablemente sea falsa. Ni el Pentágono, ni el ejército israelí ni los inspectores de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) tienen pruebas de la existencia de un programa nuclear iraní secreto. No obstante, eso no ha sido motivo suficiente como para que el presidente estadounidense rompa un pacto que había sido visto como uno de los pasos más importantes para ayudar a la estabilidad de Oriente Medio.
Las cancillerías europeas lo han intentado todo. Hasta mandarle a Donald Trump mensajes a través de su programa de televisión favorito, Fox and Friends. El día antes del anuncio, el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, acudía a los platós de la única cadena que le gusta al magnate para pedirle que siguiera en el pacto. De nada ha servido. Y eso que el británico se esforzó de lo lindo al especular con un posible Nobel de la Paz –“como Obama”- si el presidente era capaz de lograr un pacto con Corea del Norte y salvar el iraní.
El espectáculo televisivo montado la semana pasada por el primer ministro Benjamin Netanyahu para anunciar a bombo y platillo que tenía documentos que demostraban que Irán sigue teniendo un programa nuclear secreto han funcionado mejor que la campaña de seducción europea. Ignorando las múltiples voces que advierten que lo ‘revelado’ por el político no es nada nuevo, la Casa Blanca ya dio pistas sobre lo que estaba por venir al dar validez al Power Point del halcón israelí.
El pacto nuclear acordado en 2015 entre Irán y el llamado grupo del 5+1 (formado por EE.UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido y Alemania) era un incordio para Israel. También para Arabia Saudí, aunque sus movimientos han sido más discretos. Los firmantes acordaron levantar las sanciones internacionales contra Irán a cambio de limitar su programa nuclear y de constantes inspecciones de la OIEA. Esto suponía que el régimen de los ayatolás dejaba de ser un paria internacional y legitimaba a un actor político en la región que es percibido por Israel como una amenaza.
¿Tiene EE.UU.motivos para desconfiar de Irán? Si nos fiamos de los diez informes presentados por la OIEA tras la firma del pacto, Teherán no ha violado las condiciones del acuerdo
Estos intereses coincidían no sólo con Donald Trump, que ya en campaña prometió acabar con “el peor pacto de la historia”, si no también con los de halcones de Washington como Mike Pompeo y John R. Bolton, recientemente nombrados como Secretario de Estado y asesor nacional de Seguridad respectivamente. Unos nombramientos que presagiaban un futuro complicado para el acuerdo, considerado uno de los mayores logros de la administración Obama y que a punto estuvo de granjearles un Nobel de la Paz a los principales negociadores, el entonces Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Yavad Zarif.
¿Tienen EE.UU. e Israel motivos para desconfiar de Irán? Si nos fiamos de los diez informes presentados por la OIEA tras la firma del pacto, Teherán no ha violado las condiciones del acuerdo. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, recordaba la semana pasada que el acuerdo “no se basa en asunciones de buena fe o confianza, sino que se basa en compromisos concretos, mecanismos de verificación y un control de los hechos muy estricto, realizado por la OIEA”. Es más, altos cargos del ejército israelí han afirmado que el acuerdo está funcionando.
Pero la intención ultima de Trump no es evitar que Irán se dote de la bomba atómica. La razón de fondo es preservar la hegemonía militar de Israel en Oriente Medio. Trump pretende negociar un nuevo acuerdo con el que limitar los misiles balísticos convencionales de Teherán, tema que no trata el actual acuerdo. La gran amenaza para Israel es que Irán se dote de armas convencionales de largo alcance.
Trump piensa que ahora puede renegociar un acuerdo en sus propios términos. El presidente, afirma que el actual acuerdo sólo posterga la obtención del arma nuclear por parte de los iraníes. Pero, aunque los europeos han especulado con renegociar sobre las bases del pacto existente, Teherán ya ha dicho que no piensa hacerlo. Y, en caso de que así fuera, ellos también tendrían sus propias demandas.
La intención ultima de Trump no es evitar que Irán se dote de la bomba atómica. La razón de fondo es preservar la hegemonía militar de Israel en Oriente Medio
Si Estados Unidos vuelve a imponer sanciones a los iraníes esto supondría, de hecho, que sería Washington quien estaría violando los términos del acuerdo, lo que dejaría a Irán con las manos libres para retomar el programa nuclear. Pero además, este movimiento haría casi imposible que los socios europeos pudieran mantener sus compromisos, ya que las sanciones estadounidenses no son solamente contra el régimen iraní, sino contra cualquier empresa que colabore con ellos. Queda en suspenso ahora, por ejemplo, la venta de cien aviones Airbus que había encargado la aerolínea estatal IranAir.
La decisión de Trump no traerá más estabilidad a la región y tanto dentro como fuera de Estados Unidos se alerta de que, más allá del pacto existente, no parece que haya un plan B creíble. El presidente estadounidense está convencido que presionando a Teherán, esta cederá y negociará con él. Pero olvida que el régimen iraní ya ha sobrevivido a muchos años de bloqueo. Es más, dentro del establishment hay quien jamás quiso un acuerdo y que ahora se frota las manos.
Una mujer camina frente a un mural antiamericano en Teherán (Vahid Salemi / AP)
Hasan Rohaní y su gobierno pragmático quedan tocados. El desprecio de Trump a los acuerdos internacionales ha lanzado al presidente iraní a los pies de los caballos, y hay quien ya pide que se vuelvan a encender las centrifugadoras. Este miércoles, el parlamentario conservador y jefe del comité nuclear, Moytaba Zolnurí, se subió a la tribuna del Hemiciclo y, antes de quemar la bandera estadounidense, gritó el lema revolucionario: “muerte a EE.UU.”. Todo un símbolo de lo que podría estar por venir.
Puede que cada vez más iraníes estén en contra del régimen de los ayatolás, pero siempre se han mostrado unidos a la hora de defender la legitimidad de su país para tener un programa nuclear propio. Irán es el único país del mundo cuyo programa nuclear está supervisado por inspectores de la ONU, algo que es visto por muchos como una humillación. Para los pragmáticos, ha sido el precio a pagar por volver a la economía internacional. Ahora, los agraviados tienen el argumento perfecto: se ha probado que no se puede confiar en “el Gran Satán”.
En Oriente Medio sigue habiendo un programa nuclear secreto, que jamás ha recibido la visita de inspectores internacionales y que dificulta la paz: el de Israel
Si a la humillación nacional se le unen las inevitables consecuencias económicas negativas del regreso de las sanciones, los halcones iraníes podrían ganar influencia y la política exterior iraní podría volverse más agresiva. Irán es junto a Rusia el principal valedor del régimen de Bashar el Asad en Siria y opera en el país fronterizo con Israel, para inquietud del gobierno israelí, que periódicamente bombardea posiciones iraníes. Con Hizbulá ganando poder en el Líbano, el poder de Teherán se afianza cada vez más en el patio trasero de Israel. Si el ala más nacionalista del régimen de los ayatolás recupera influencia, se acrecienta el riesgo de un choque militar entre ambas potencias regionales.
No parece, por tanto, que la decisión de Trump vaya a ayudar en absoluto a la paz en Oriente Medio. Mientras tanto, sigue habiendo un programa nuclear secreto, que jamás ha recibido la visita de inspectores internacionales y que dificulta la paz en la región: el de Israel. Pero nadie parece negarles la legitimidad de protegerse. A ellos no.
El primer ministro Benjamin Netanyahu durante la presentación en que acusó a Irán de tener un programa nuclear secreto (Amir Cohen / Reuters)
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