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30 de octubre de 2018

Juez del del caso Lava Jato sería Ministro de Justicia

Jair Bolsonaro minutos antes de depositar el voto en Rio de Janeiro FOTO: POOL/GETTY IMAGES

Por: Por:Redacciòn FM Fleming"Magazine" con información de Agencia EFE

El presidente electo de Brasil habla de la oposición, minorías y armas, entre otros asuntos, en sus primeras entrevistas tras ganar las elecciones


El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ha anunciado en su primera entrevista que pretende nombrar ministro de Justicia o miembro del Supremo “si hay una vacante” a Sérgio Moro, juez del caso Lava Jato, el escándalo de corrupción que ha sacudido la política local en los últimos años y ha golpeado prácticamente a todos los partidos pero con especial dureza al Partido de los Trabajadores (PT) y al expresidente Lula, al que ha llevado a prisión.

El ultraderechista ha adoptado un tono muy distinto al que ha venido utilizando en sus arengas diarias a sus seguidores por Facebook pero sí que ha repetido algunas de sus controvertidas declaraciones, por ejemplo, contra las minorías o a favor de liberalización de la venta de armas.
Ha dado cuatro entrevistas, una detrás de otra, a otros tantos canales de televisiones en horario estelar al día siguiente de lograr un holgado triunfo en las elecciones frente a Fernando Haddad, del PT. Bolsonaro, que durante la campaña rechazó participar en debates con sus adversarios y ha dado contadas entrevistas, ha iniciado la ronda ante un periodista de Record TV, vinculado a la poderosa y evangélica Iglesia Universal del Reino de Dios. “Agradezco el periodismo libre de Record TV”. Después ha anunciado que, cuando tome posesión, el Gobierno no pondrá publicidad institucional “en medios mentirosos”.

Bolsonaro se mostró abierto a colaborar con otros partidos, a los que necesitará para obtener mayoría parlamentaria: “La oposición siempre es bienvenida. La libertad de expresión es sagrada. El país está sumido en la crisis más profunda, un partido o una persona no van a sacar al país de esta situación. Necesitamos ayuda de todos”, ha afirmado el político que solo ocho días antes proclamó ante sus seguidores que “a los enemigos rojos solo les queda la cárcel o el exilio”.

En economía, el presidente sacó su vertiente más nacionalista. “Nadie quiere acabar con Mercosur, pero queremos darle la debida estatura”, dijo. Su principal consejero económico, Paulo Guedes, había explicado la noche electoral –a gritos– ante la prensa argentina que Mercosur no iba a ser una prioridad para este Gobierno. Para defender esta idea, argumentó: “Venezuela no debería poder participar de Mercosur”. La organización que integra ahora a Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, suspendió al país en agosto de 2017. Es una muestra del desprecio que tiene su equipo por esta institución, que impide cerrar acuerdos comerciales bilaterales y que fue símbolo de una era política que él quiere dejar atrás.

El ultraderechista desempolvó algunas de sus frases más sonadas de sus días como estrambótico diputado. Preguntado por su desinterés por las minorías sociales, Bolsonaro lo zanjó argumentando: “Yo querría saber qué es eso de minoría. Nosotros somos iguales, según el artículo quinto de la Constitución. No podemos tomar ciertas minorías y pensar que tienen superpoderes. Si conseguimos la igualdad, estarán todos satisfechos”. Bolsonaro va a presidir un país donde, en 2017, fueron asesinadas 445 personas LGBTQI solo por su condición sexual, es decir, uno cada 19 horas (un 30% más que el año anterior, según el Grupo Gay da Bahia). En cuanto a raza: de cada cien víctimas de homicidios (y en Brasil hay más que en ningún otro país: casi 64.000 en 2017), 71 son negras, según el Fórum Brasileño de Seguridad Pública. Y esa misma organización contó 4.539 asesinatos de mujeres el año pasado; 1.133 fue por violencia género (y las violaciones también han subido: un 8,4%). Aun despreciando los incontables estudios que detallan la discriminación cotidiana a minorías en la calle, la familia y el trabajo, están los datos que muestran que en Brasil las minorías existen porque pertenecer a ellas puede ser causa de muerte.

Bolsonaro se esforzó por mostrar cohesión en sus filas, lo que le obligó a hablar detenidamente de su vicepresidente, el general Hamilton Mourão, al cual tuvo que corregir repetidamente en campaña. “No es que yo sea capitán y él sargento, somos todos soldados de Brasil. Él es una persona extremadamente preparada. Tiene un bagaje cultural muy grande”, dijo. El capitán ya ha aclarado varias veces que, aunque él defienda valores militares y tenga un vicepresidente que le supera en rango, el general Mourão no le manda. Pero sí mandará en su Gobierno: “No quiero un vicepresidente decorativo. Más que vicepresidente, será un consejero para cualquier momento”, ahondó. Y añadió, con un guiño: “Tan solo hay que mejorar cómo conversa con la prensa”.

El presidente electo se refiere a la de veces que ha tenido que contradecir al general durante la campaña. Mourão tiende a ser más laxo al soltar opiniones radicales ante la prensa, como que los “héroes matan” en referencia a los crímenes de la dictadura; que “no hace falta consultar al pueblo” para reformar la Constitución; o que cualquier Gobierno puede, si lo cree necesario, ceder su poder a los militares en lo que llamó “autogolpe”.

Preguntado sobre su anuncio de que va a facilitar la venta de armas para combatir el aumento del crimen, ha respondido con un ejemplo: “Un camionero armado que reacciona si alguien le está robando la rueda de repuesto, puede dar ejemplo. Dispara, el elemento es abatido y es legítima defensa. Tendrá que responder pero no será castigado, eso va a reducir la violencia en Brasil con toda certeza”.



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