El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, abrió formalmente el año judicial y afirmó que "toda crisis de legitimidad es en parte una crisis de confianza" y advirtió que "los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial".

"Hay dudas de que nos comportemos como verdaderos jueces de una democracia republicana. La solución requiere que lo revirtamos", analizó ante magistrados de todo el país.

Si bien durante la ceremonia realizada en el patio del Palacio de Tribunales, hubo representantes de todos los fueros del país, llamó la atención la ausencia de algunos magistrados importantes como Claudio Bonadio, Ariel Lijo y Martín Irurzun.​ Quien sí asistió fue el ministro de Justicia, Germán Garavano.

Además, generó malestar que los jueces de primera instancia estuvieran ubicados en la última fila de asientos, algo que no es habitual, a pesar de que los organizadores del evento aseguraron que "es lo que corresponde por protocolo".

"La legitimidad del Poder Judicial es esencial. Un Poder Judicial sin legitimidad pierde su razón de ser pues sin legitimidad un Poder Judicial no puede ser eficaz en la realización de sus fines", dijo Rosenkrantz.

El magistrado brindó su primer discurso como presidente de la Corte Suprema en un clima de máxima tensión y de disputa de poder entre los ministros que integran el máximo tribunal, en parte por la agenda cargada de temas sensibles que resultan definitorios en un año electoral.

"Hay dudas de que nos comportamos como verdaderos jueces de una democracia republicana. La solución requiere entonces que revirtamos esta percepción y, para ello, los jueces debemos mostrar, todos y todos los días, que sí somos verdaderos jueces de una democracia republicana", planteó.

Al respecto, el ministro de la Corte enfatizó: "Nuestras decisiones no pueden ser ad hoc sino que deben están estructuradas por principios. Significa también que estamos comprometidos, en casos futuros, a aplicar esos mismos principios aunque el resultado sea impopular o antipático. Significa que, como Ulises, somos capaces de atarnos al mástil de la legalidad. Como yo lo veo, este es el punto central para recuperar confianza y legitimidad".

De todos modos, intentó dar palabras de aliento a los presentes y remarcó que no se trata de una crisis irreversible, y que aún están a tiempo para revertirla.

Al referirse al rol de los jueces señaló que hay que prescindir de estridencias y personalismo.

"Tenemos que entender que pertenecer al Poder Judicial no es un privilegio. Ser jueces o funcionarios del Poder Judicial no nos confiere derechos sino que, por el contrario, nos impone deberes y responsabilidades", agregó.

Esta misión, evaluó Rosenkrantz, exige a todos una “línea de continuidad”. “Más aún, cualquier claudicación será vista como una confirmación de que en los jueces no se puede confiar. Mostrar que solo decidimos en base a la Constitución y las leyes requiere que todos los jueces seamos coherentes todo el tiempo en todas nuestras decisiones y para ello debemos pagar un precio alto: pues debemos dispuestos a vivir con la falta de popularidad que alguna de nuestras decisiones pueden engendrar”

La tradición inaugural la comenzó en 2008 el expresidente del cuerpo Ricardo Lorenzetti. Pero el discurso de Rosenkrantz planteó un diagnóstico más crítico que el de años anteriores. En las últimas semanas, el desprestigio de la justicia federal, atravesada por la actuación de los servicios de inteligencia y signada por denuncias en las que quedaron involucrados funcionarios judiciales, quedó en el centro de la escena.