SALUD
3 de abril de 2019
Encuentran remedio contra el cáncer de mama
Los investigadores que participaron de izquierda a derecha: María Florencia Pansa, Ayelén Nigra, Andrés Castellaro, Germán Gil, Celeste Rodríguez, Lucía Rodríguez, Florencia Villafañez, Ana Racca, José Luis Bocco y Gastón Soria.Foto:Pedro Castillo
El fármaco no daña tejido sano. El hallazgo fue hecho a partir del estudio de cinco mil muestras.
En la búsqueda de nuevas terapias contra el cáncer, gran parte del trabajo actual se enfoca en hallar medicamentos que tengan bajo nivel de efectos adversos (vómitos, caída de cabello, úlceras en la boca, sangrado, etcétera) y que se puedan indicar en dosis que dañen escasamente a las células normales.
Con esa idea, un grupo de investigación de Córdoba halló un fármaco que destruye selectivamente células de cáncer de mama y de ovario que tienen una falla en el gen BRCA1. Y lo lograron al entender que esas células, para sobrevivir y crecer, se hacen “adictas” a una proteína llamada PLK1. Por lo tanto, la droga que encontraron elimina ese tejido cancerígeno inhibiendo la PLK1 y tiene baja toxicidad sobre las células sanas.
En este contexto, la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet, junto a varios equipos de investigación y al apoyo de una farmacéutica, son el anclaje del hito científico. El fármaco se está estudiando en seres humanos para distintos tipos de cáncer y el hallazgo del grupo liderado por Gastón Soria, desde el Laboratorio de Letalidad Sintética en Cáncer, en la UNC, muestra que es posible trasladar los resultados de la investigación básica a las pacientes. Esto es lo que valoró la revista científica Clinical Cancer Research, donde se acaba de publicar el trabajo.
Además, podría ser un tratamiento para las mujeres que tienen un tipo cáncer de mama llamado “triple negativo”. En estos casos, las opciones terapéuticas son escasas y cuando la quimioterapia pierde su efecto, prácticamente no hay recursos de tratamiento. “Estas pacientes serían candidatas para un ensayo con la droga que encontramos, y para esto me estoy moviendo para conseguir financiamiento en la Argentina o en el exterior”, señala Soria.
Otra ventaja del fármaco es que se administra por la boca, lo que va en sintonía con la búsqueda actual de medicamentos que simplifiquen el tratamiento.
“A esto, que será terapéutico y amigable con la vida, lo encontramos con una tecnología que desarrollamos aquí, desde cero, con una biblioteca de drogas que nos compartió Glaxo Smith & Kline y así pudimos avanzar”, subraya el científico, cuyo laboratorio está en la Facultad de Ciencias Químicas.
Se trata de la creación de una plataforma de búsqueda de drogas selectivas gracias al trabajo pionero en biología celular, ingeniería genética y automatización de procesos.
“Estoy trabajando en esto hace tres años y medio. Para mí es como un hijo y este resultado es la primera cristalización del esfuerzo”, dice Florencia Pansa, integrante del laboratorio.
“Cuando hace cuatro años escribí los proyectos para encarar este tipo de estudios –cuenta Soria–, la gente pensaba que estaba loco”. Y agrega: “En 2015, obtuve un subsidio de un millón de dólares de Glaxo, el laboratorio se llenó de gente, la farmacéutica también colaboró científicamente y comenzamos a trabajar en distintas líneas”.
Ensayos
Los investigadores realizaron ensayos en cultivos in vitro y en ratones. Primero, desarrollaron células normales y dos tipos de células cancerígenas: un grupo con modificación en el gen BRCA1; otro grupo con falla en el gen BRCA2. Luego, simularon con muestras en miniatura lo que sucede en el organismo de una mujer. Colocaron una mezcla de esas células en cada uno de los 96 pocillos de una placa para estudio; agregaron a cada muestra una droga diferente e iniciaron el análisis del comportamiento de las células frente a la acción del fármaco antitumoral. Estudiaron distintas dosis en más de cinco mil muestras, hasta que hallaron 10 drogas posibles.
Al mismo tiempo, analizaron el comportamiento del cáncer en 1093 pacientes, en una base de datos (Atlas del Genoma del Cáncer) de Estados Unidos. Con la ayuda del bioinformático Elmer Fernández, de la Universidad Católica de Córdoba, analizaron los parámetros y observaron que cuando se modifica el gen BRCA1, las células tumorales de las pacientes empiezan a depender de la proteína PLK1, “que es justo la que estamos inhibiendo con la droga que encontramos”, apunta Soria.
El equipo de científicos fue por más y validó los resultados en ratones. Para esto, diseñaron un modelo animal de experimentación y observaron que el tumor con el gen mutado BRCA1 responde mucho mejor al fármaco.
Luego, se hizo un estudio sobre los mecanismos de acción de la droga para ver cuán diferente es respecto de otros medicamentos que se están usando. “Estamos reposicionando esta droga, porque lo que vimos es que, si en vez de emplearse para cualquier tipo de tumor, se utiliza para cáncer de mama y de ovario que tenga una deficiencia del gen BRCA1, va a ser más efectiva y se va a necesitar menos tratamiento para obtener resultados”, explica Vanesa Gottifredi, quien validó los estudios desde el laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica del Instituto Leloir.
María Florencia Pansa. Miembro del equipo de investigación.
María Florencia Pansa. Miembro del equipo de investigación.
Trabajo de un gran equipo
La investigación se realizó y coordinó desde el Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología, Cibici-Conicet, Universidad Nacional de Córdoba y colaboraron la Fundación Instituto Leloir de Buenos Aires; el Centro de Investigaciones en Química Biológica de Córdoba, Ciquibic-Conicet, UNC; el Centro de Investigaciones y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas, Cidie-Conicet, Universidad Católica de Córdoba; y los centros de investigación de Glaxo Smith&Kline de Alemania, Estados Unidos e Inglaterra.
Los autores del trabajo son: Sofía Carbajosa, María Florencia Pansa, Natalia Paviolo, Andrés M. Castellaro, Diego Andino, Ayelén D. Nigra, Iris Alejandra García, Ana C. Racca, Lucía Rodriguez-Berdini, Virginia Angiolini, Laura Guantay, Florencia Villafañez, María Belén Federico, María Celeste Rodríguez-Baili, Beatriz L. Caputto, Gerard Drewes, Kevin P. Madauss, Israel Gloger, Elmer Fernández, Germán A. Gil, José Luis Bocco, Vanesa Gottifredi y Gastón Soria.
El resultado de un esfuerzo conjunto
La investigadora Vanesa Gottifredi cuenta que Gastón Soria fue su primer estudiante de doctorado, que volvió al país hace cinco años y que hoy, con tan sólo 37 años, “está descollando por mérito propio”. “En el país tenemos buenas escuelas de ciencia –agrega–, pero necesitan confianza y plata, así van a sacar productos con valor agregado y van a poner la ciencia argentina en el mapa”. “Pero se necesita que, de una vez por todas, dejemos de fluctuar con el apoyo”, remarca.
Por su parte, Gastón Soria, coordinador general del proyecto, subraya que la investigación se realizó “en una colaboración público-privada” y que “sin el financiamiento de la empresa farmacéutica, el trabajo hubiera sido imposible”. En este sentido, dijo que trabajar con el sector privado “no ha significado que ellos se apropien de los resultados”.
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