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MUNDO

30 de mayo de 2019

La desigualdad social se profundiza en Brasil

Los ingresos de la porción más rica de los brasileños aumentaron 8,5%, mientras que los de los que menos ganan cayeron 14%.

Por: Redacciòn FM Fleming"Magazine"

La brecha entre los más privilegiados y quienes están en la franja más postergada llegó al nivel más alto de los últimos siete años.

Mientras la economía brasileña no consigue salir del pozo y, como De Souza, más de 13 millones de personas no encuentran empleo, otro indicador continúa empeorando de forma silenciosa: la desigualdad.

De acuerdo con un estudio de la fundación Getulio Vargas publicado en mayo, la brecha entre los brasileños más privilegiados en el mercado de trabajo y quienes están en la franja más postergada según sus ingresos llegó al nivel más alto de los últimos siete años.

Brasil alcanzó 0,63 en el índice de Gini de la renta de los trabajadores per capita, una medida de la desigualdad que va de 0 (muy equitativo) a 1 (muy desigual).

América latina es una de las regiones más dispares del mundo, según datos del Banco Mundial. Marcelo Neri, economista director de la fundación Getulio Vargas, indicó, sin embargo, que Brasil está encima de algunos de sus vecinos, como Colombia o Uruguay.

El estudio arrojó otro dato alarmante: quienes más sufrieron los efectos de la crisis que comenzó en 2014 fueron las personas de menos recursos. En siete años, los ingresos de la porción más rica de los brasileños aumentaron 8,5%, mientras que los de los más postergados cayeron 14%.

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Los resultados del mencionado informe indican que los trabajadores más calificados pudieron sortear la crisis, pero la mayor cantidad de mano de obra con menor calificación presionó los salarios hacia abajo.

Según el último censo de 2010, en Paraisópolis viven 43 mil personas, pero los vecinos dicen que son entre 80 mil y 100 mil quienes habitan hacinados en apartamentos y en casas pequeñas que se apilan como piezas desordenadas de Lego.

Guardias y helipuertos

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La desigualdad, vista desde Paraisópolis, abruma. Frente a un barrio de calles estrechas y callejones laberínticos se levantan algunas torres residenciales de Morumbi, uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. Allí están las tiendas de marcas de lujo y los guardias de seguridad privada que custodian residencias y edificios con helipuertos, desde donde cada día muchos ejecutivos vuelan hacia sus trabajos.

“Todo va quedando caro, no nos sobra nada. El dinero apenas da para comer”, dijo De Souza. El único ingreso de la familia son los 300 dólares que su esposo recibe cada mes como ayudante de construcción en un empleo informal.

Presente con recesión

Neri explicó que Brasil pasó de un período de crecimiento con inclusión social hasta 2014 a un presente de recesión “concentrador de riqueza”. El gigante sudamericano tuvo una contracción del producto interno bruto (PIB) de más de 7% entre 2015 y 2016, y en los últimos dos años la economía apenas creció alrededor de un punto. Según la última cifra oficial del Instituto de Geografía Brasileño, 26,5% de la población es pobre (el equivalente a 54,8 millones de personas).

“La gran víctima es la población extremadamente pobre, con poca educación, negra y que habita en la región norte, nordeste, y en las periferias de las grandes ciudades”, indicó Neri.

Históricamente una tierra de contrastes, un economista brasileño bautizó a la nación más grande de Sudamérica como “Belindia”: una combinación de Bélgica con India.

Para Edmar Lisboa Bacha, quien acuñó el término en 1974, Brasil reunía a una minoría próspera que vivía como la población belga junto a una mayoría que se mantenía en condiciones de atraso y pobreza como millones en la India.

Bacha cuestionaba que el gobierno militar de 1964 a 1985 estaba profundizando esa brecha. Hoy, 45 años después, la situación está lejos de haberse revertido.

Sin estímulos

Para Neri la profunda desigualdad entorpece la reactivación económica porque los sectores más bajos, muy vulnerables en tiempos de crisis, son quienes más consumen. El economista añadió que en los últimos años hubo una falta de estímulos hacia los más postergados.

“Los gobiernos no consiguieron hacer políticas anticíclicas ni expandir programas como el Bolsa Familia. Brasil se olvidó de cuidar a sus nuevos pobres”, apuntó el economista de la fundación. Bolsa Familia fue creado en 2003 y consiste en una ayuda económica a las familias pobres a cambio de que sus hijos asistan a la escuela y cumplan el calendario de vacunación.

La desigualdad llamó incluso la atención del Fondo Monetario Internacional. La semana pasada, el organismo evaluó que Brasil debe avanzar en una agenda de reformas para reducir las disparidades sociales que permanecen “altas para los patrones internacionales”.

Cuando Jair Bolsonaro asumió la presidencia el 1º de enero, generó expectativas de que la economía se revitalizaría rápidamente.

El mercado y muchos analistas especularon con que la agenda liberal del ministro de Economía, Paulo Guedes –un exbanquero formado en Chicago–, generaría un shock de confianza. Sin embargo, el despegue continúa postergándose.

Cae el crecimiento del PIB

El Gobierno y el sector privado redujeron varias veces la previsión de crecimiento para este año, que pasó de un 2,2% del PIB a 1,6%, según anunció el Ministerio de Economía la semana pasada.

La falta de articulación en el Congreso entre el Gobierno y la oposición ha entorpecido el avance de la reforma que aumenta la edad mínima para jubilarse, una medida considerada clave incluso por el FMI para equilibrar las cuentas públicas.

Para paliar la crisis, Agnailza de Jesús, una vecina de 38 años de Paraisópolis y madre de dos niños, convirtió la sala de estar de su casa en un salón de belleza donde ocasionalmente hace trabajos de peluquería para tener algunos ingresos.

“Nunca estuve seis meses desempleada, lo máximo era uno o dos, cuando alguien me indicaba o veía un cartel de trabajo y conseguía. Ahora está muy difícil; hay mucha gente sin trabajo”, dijo De Jesús.

El Senado de Brasil otorgó al presidente Jair Bolsonaro su primera victoria legislativa significativa al avalar el decreto mediante el cual redujo de 29 a 22 los ministerios de su gobierno.
El texto, en línea con el objetivo de reducir el gasto público, recibió un amplio apoyo en la Cámara Alta tras ser aprobado por 70 senadores, frente a sólo cuatro que votaron en contra, y ahora será remitido al mandatario para su sanción final.



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