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27 de noviembre de 2014

River delira gracias a Pisculichi

River aprovechó su chance, le ganó a Boca y está en la final Copa Sudamericana. Se impuso 1-0 con un gol de Pisculichi en el primer tiempo y chocará por el título contra Nacional de Medellín.

El equipo de Arruabarrena desperdició un penal en la primera jugada del partido.

River pegó un grito que tenía atragantado desde hacía diez años. Porque el equipo de Marcelo Gallardo logró lo que nadie había conseguido en la historia del club: eliminar a Boca en un cruce directo por un torneo internacional. En el 94, un Boca de Menotti lo había dejado afuera de la Supercopa, y en 2000 y 2004 los equipos de Carlos Bianchi lo despedían de la Libertadores. Esta vez, en el Monumental se impuso por 1-0 con un golazo de Leonardo Pisculichi y se metió en la final de la Copa Sudamericana, donde enfrentará a Atlético Nacional de Medellín.

Iban 17 segundos cuando Rojas intentó rechazar en el área y no lo vio venir a Meli. El zurdazo impactó en el jugador de Boca y Germán Delfino no dudó en cobrar penal. Antes del minuto, Boca tenía la chance de ponerse en ventaja y de obligar a River a dar vuelta el resultado. Mercado y Ponzio vieron la amarilla por protestar. Y Gigliotti acomodó la pelota a doce pasos de Barovero. Tras una pausa por culpa de un láser, el Puma tomó carrera y remató a colocar, pero el arquero le adivinó la intención y le desvió el remate con la mano derecha, tras tirarse sobre su izquierda. Impactante inicio del Superclásico.

La cancha era una autopista. A toda velocidad jugaban en los primeros minutos. A los 12, otra vez tuvo el gol Gigliotti y otra vez se lo ahogó Barovero. Carrizo salió de la mitad de la cancha en velocidad, dejó a dos rivales en el camino y sacó el derechazo cruzado. El arquero dio un rebote largo y el Puma quedó de cara al arco, pero le dio tiempo a Barovero que se levantó rápido y le tapó la definición. Enseguida, un minuto más tarde, Pisculichi desbordó por izquierda y envió el centro para Sánches que entró libre, pero definió mal de zurda, por encima del travesaño.
El estallido se produjo a los 16, en una jugada similar. Porque Mora aguantó de espaldas y descargó para Ponzio que de primera abrió para Vangioni y el zurdo la metió en el área. Pisculichi definió con un taco de billar, al lado del palo derecho de Orion que se inclinaba hacia el otro costado. River se ponía 1-0 y guardaba la clasificación en el bolsillo.

Con la ventaja, River todavía no había definido si seguía atacando con todo o si empezaba a apostar por la contra. En ese desconcierto, un Boca descontrolado encontraba espacios. Y a los 30, Gigliotti encontró el empate, pero anularon el gol por una posición adelantada que no existió. El Puma recibió en el área habilitado por Ponzio y definió al ángulo, pero Núñez levantó la bandera y Delfino anuló la jugada.

Siguió cometiendo faltas Ponzio, pero Delfino le siguió dando chances a Gallardo de cambiarlo. A los 38, Forlín tuvo el empate con un cabezazo que se fue apenas por encima del travesaño. Enseguida, Gago dejó la cancha con una molestia en la pierna derecha y su lugar fue para José Pedro Fuenzalida, ahora el 4-4-2 quedaba bien marcado. Y a los 42, otra vez Gigliotti falló un gol increíble cuando quedó solo en el área y cruzó demasiado el cabezazo. Un Puma sin garras en un primer tiempo para el olvido.

El segundo tiempo tuvo poco juego y muchos nervios. Fueron cinco minutos de presión de Boca y después todo de River, hasta que le dieron las piernas. Tuvo tres jugadas de gol, la mayoría con contragolpes. Dos para Carlos Sánchez, que definió mal y una para Teo Gutiérrez que remató cruzado y contuvo Orion.

Después, fue todo empuje y nada de fútbol. Arruabarrena empezó a entrar en la desesperación de su equipo. Puso a Andrés Chávez en una pierna y sacó a Fuenzalida que había ingresado por Gago. Nada, no pasó nada. Los minutos se consumían y Boca necesitaba nada más que un gol para acceder a la final. Pero el equipo visitante nunca pudo borrar el recuerdo amargó del primer instante del partido en el que Gigliotti falló el penal. En todo el segundo tiempo Boca no generó ni una sola jugada clara de gol. De hecho, no remató al arco en todo el complemento, ni tras un centro al área, ni con un disparo desde afuera del área. Nada de nada.

 

Y sobre el final, con un rival partido al medio, River pudo haber aumentado, pero las piernas ya no podían cumplir con las órdenes que bajaban de la cabeza. Gallardo sacó a Pisculichi y puso a Augusto Solari, cerró filas y empezó a contar los segundos para poder desatar su festejo y el de todo el Monumental. Sobre el cierre, Daniel Díaz fue la cara de la impotencia de un Boca sin rumbo y tras un puntapié contra Teo Gutiérrez vio la roja en la mano de Delfino. No hubo nada más, River se sacó la espina contra Boca. Es cierto que no tuvo la épica del gol de Fernando Cavenaghi que había ingresado para jugar los instantes finales, pero la locura y la alegría no se las quita nadie. Ahora tiene la posibilidad de sumar una nueva estrella y un título internacional, algo que no consigue desde la Supercopa 97.



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