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SOCIEDAD

10 de junio de 2019

Los producto light no ayuda a adelgazar ni son màs sano

Un producto light no es más que aquel al que se le ha quitado un 30% de calorías respecto al original.

Las salsas de tomate o los zumos industriales llevan grandes cantidades de azúcar y edulcorantes, por ejemplo

El interés general en materia de nutrición y salud se ha incrementado notablemente, y a estas alturas prácticamente todo el mundo conoce los males de la bollería industrial, los refrescos carbonatados, los precocinados y, en general, los ultraprocesados.

Existen, sin embargo, algunos alimentos que podríamos calificar de “mentirosos”, en palabras de la nutricionista Paloma Quintana, pues muchas personas creen que son saludables y los consumen sin saber cuál es realmente su composición. Un equívoco que acaba siendo, en realidad, responsabilidad de las propias marcas, que anuncian determinados productos como saludables con reclamos en las etiquetas que no hacen más que confundir al consumidor. Estos son algunos de ellos.  

Postres lácteos 
Es fácil creer a priori que un yogur con trozos de fruta es más saludable que un helado o un pastel, aunque lo cierto es que si echamos un vistazo a su composición nos daremos cuenta de que estamos tomando, en el mejor de los casos, cantidades ingentes de azúcar. “El único postre lácteo recomendable es el yogur natural sin azúcar: ni desnatados, ni flanes, ni natillas, ni otros preparados lácteos tienen cabida en una dieta saludable y equilibrada”, explica Quintana. La mayoría de ellos contiene, además de azúcar, u na serie de extractos que aportan color y sabor y apenas nada de fruta, pese a que esta suele ser el principal reclamo para muchos consumidores.

La solución más sensata y económica es adquirir un yogur natural sin azúcar y añadir trozos de fruta que lo endulzarán. En última instancia, lo ideal es “educar el paladar para que poco a poco vaya acostumbrándose a los sabores de los alimentos sin necesidad de añadir endulzantes”, explica Antonio Rodríguez, autor de El libro de Sinazucar.org (Pluma de Cristal, 2018). El proceso es sencillo: “basta con ir reduciendo paulatinamente la cantidad de azúcar que añadimos y a las pocas semanas nuestro paladar se habrá habituado a los nuevos sabores”, explica.  

Bebida vegetal 
El auge de las bebidas vegetales ha dado lugar a un fenómeno que, según Quintana, no deja de ser sorprendente. “Muchas personas a las que les sentaba bien la leche han decidido abandonarla creyendo que, por algún motivo, perjudica su salud, y se han pasado a las bebidas vegetales, gran parte de las cuales contienen una gran cantidad de azúcar añadido”.

Leche sin lactosa

En la misma línea que las bebidas vegetales encontramos la leche sin lactosa, que muchas personas que no tienen ningún tipo de intolerancia consumen creyendo que es más saludable. “La leche sin lactosa que se comercializa no es más que una leche normal a la que se ha añadido una enzima que rompe la lactosa, para las personas que no pueden digerirla”, explica Quintana, algo que no necesitan todos aquellos que ya tienen esta enzima.

Sin embargo, la mala prensa que en los últimos años ha acompañado a la leche y sus derivados ha llevado a muchos consumidores a creer que, por algún motivo, la lactosa es perjudicial. “Las leches y derivados lácteos sin lactosa son productos pensados exclusivamente para los intolerantes, para todos aquellos que no son capaces de digerir la lactosa, pero no son más saludables”.

Salsa de tomate 
Un bote pequeño de salsa de tomate industrial –“que además se vende en algunos establecimientos con el reclamo de que es una receta de la abuela”, explica Rodríguez– puede llegar a contener hasta once terrones y medio de azúcar. “Estamos hablando de un producto que podemos consumir entre dos personas de una sentada, sin saber que solo con este plato ya hemos alcanzado la cantidad máxima diaria de azúcar recomendada por la OMS, que es de seis terrones”.  

Zumos industriales 
Quintana va más allá de los zumos industriales y veta directamente todo el pasillo de bebidas envasadas, a excepción de la leche y, en algunos casos, “de gazpachos o zumos de tomate, que si nos fijamos en la composición suelen llevar menos añadidos”, indica Quintana.

Deberíamos evitar, sin embargo, además de los típicos refrescos carbonatados, los zumos industriales –también aquellos que contienen leche o batido–, incluso todos aquellos que presumen de ser 100% naturales. Pese a que la legislación prohíbe añadir azúcares a los zumos de frutas, muchos de ellos contienen gran cantidad de edulcorantes, además de que Quintana recomienda “tomar la fruta siempre entera, para aprovechar la fibra, pues además evita los picos de glucosa y es más saciante que un zumo”.

 

Productos light 
Cereales, barritas, yogures, galletas, mantequilla y, en definitiva, cualquier producto con la etiqueta light suele llevar a engaño a los consumidores. “Pese a que no está permitido que estos productos señalen en su etiqueta que te ayudan a adelgazar, porque no es cierto, sí lo es que muchos contribuyen a difundir esta idea añadiendo el dibujo de una silueta en el packaging o mediante otros mensajes subliminales”, explica Quintana.

Un producto light no es más que “aquel al que se le ha quitado un 30% de calorías respecto al original”, lo que no significa ni que ayude a adelgazar ni que sea sano. Al contrario, ya que “muchas personas abusan de ellos pensando que son buenos para la salud, cuando en la mayoría de casos la reducción de calorías va acompañada de la adición de harinas, almidones, sal o azúcares, que contribuyen a lograr la textura deseada que se ha perdido al eliminar las grasas”. En este sentido, la nutricionista insta a la población “a comer comida real”, la única vía posible si queremos tener un estilo de vida saludable.  


Snacks y barritas de cereales

Otros alimentos mentirosos son todas aquellas propuestas pensadas como tentempié, cuya composición no dista tanto de la que puede tener una galleta o cualquier otro ultraprocesado. Quintana insta a desconfiar especialmente de todos aquellos que se anuncian como 0% o sin azúcares.

“Existen en el mercado mueslis y barritas supuestamente saludables, que se venden como productos sin azúcares añadidos, y llevan una cantidad de sacarina que tienes la sensación de que las estás masticando”. Hay que desconfiar, además, de todas estas propuestas con apariencia saludable que encontramos en el lineal de dulces y bollería: galletas con fibra, digestivas, multicereales, barritas, tortitas... En gran parte de los casos contienen azúcares, grasas y harinas refinadas que conviene evitar. 

Pechuga de pavo y pollo

Así como algunos embutidos como el chorizo y el salchichón ya son percibidos por el grueso de la población como alimentos de consumo esporádico por su alto contenido en grasas saturadas, no ocurre lo mismo con algunos fiambres considerados beneficiosos, como la pechuga de pavo o pollo en lonchas. “La recomendación es siempre optar por un buen jamón o un buen lomo, en el caso de que queramos comer embutido, pues son carnes que, si bien son procesadas, tienen una proteína de buena calidad”, señala Quintana, quien recomienda comprar estos productos al corte y evitar los envasados, que suelen llevar gran cantidad de aditivos. Además, “los que aparecen como 0% suelen llevar fécula de patata, harina, sal, etc.”



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