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15 de junio de 2019

Trump se lanza a la reelección 2020

Donald y Melania Trump, junto al presidente polaco, Andrzej Duda, durante una recepción en la Casa Blanca el pasado 12 de junio.Foto: Jacquelyn Martin

Por: AFP

Arranca la campaña que nunca acabó con las encuestas, de nuevo, en contra.

Todo empezó, oficialmente, hace cuatro años. A las once de la mañana del 16 de junio del 2015 el magnate inmobiliario, comentarista estridente y estrella de la televisión Donald Trumpbajó por las doradas escaleras mecánicas de la Torre Trump de Nueva York y anunció la más improbable de las candidaturas a la presidencia de Estados Unidos.

“¡Cuánta gente, miles de personas!”, celebró. No eran tantos –aunque sí mucha prensa– y luego se supo que los simpatizantes habían sido contratados para la ocasión por 50 dólares por tres horas de trabajo.No tenía apoyos, ni fondos ni estrategia, pero tenía razón. Ahí afuera había un malestar y un potencial suficientes para crear el movimiento que le llevaría a la Casa Blanca directo desde esas escaleras.

Trump quiere repetir la hazaña, y aunque aquella campaña realmente nunca acabó (nada más tomar posesión como presidente, presentó los papeles para ser candidato en el 2020 y se puso a recaudar fondos), el próximo martes se lanzará oficialmente a por la reelección con un gran mitin en Orlando (Florida) con el que pretende demostrar la supuesta buena salud de su movimiento y, de paso, contraprogramar al Partido Demócrata, que una semana después reunirá en Miami a veinte de sus candidatos para su primer debate presidencial.

El reto es diferente esta vez. Como candidato y presidente, va a tener más difícil que en el 2016 presentarse como un outsider, como alguien ajeno al sistema. Tras cuatro años al frente del país, muchos votantes valorarán hasta qué punto ha cumplido sus promesas electorales. Y aunque ocupar la Casa Blanca suele dar ventaja al candidato frente a sus rivales cuando se presentan a su primera reelección, lo habitual es que se dejen muchos votos por el camino. Su victoria fue tan estrecha en algunos estados (10.700 votos más que Hillary Clinton en Michigan, 22.100 en Wisconsin y 46.700 en Pensilvania) que no puede permitirse muchos retrocesos, de ahí que la estrategia –más que intentar captar nuevos votantes, algo complicado con los índices de popularidad por debajo del 50% en los estados donde ganó– pase por movilizar a su base con los mismos temas que en el 2016 pero con una campaña mucho más sofisticada y profesional, paralela a la que el presidente hace desde Twitter.

Como entonces, Trump parte con las encuestas en contra. Su equipo ha reaccionado con desdén a los malos augurios demoscópicos. El último sondeo de la Universidad de Quinnipiac, un referente, le coloca por detrás de los principales candidatos demócratas (ver información adjunta) a escala nacional y en estados clave para su reelección, como Michigan o Pensilvania, incluso en Texas, hasta ahora territorio seguro para los republicanos.

El hipotético duelo entre demócratas y el presidente

 

Una encuesta interna de la campaña de Trump ya había hecho saltar todas las alarmas unas semanas atrás en el edificio de Arlington (Virginia) que el Partido Republicano les ha cedido para instalar a su equipo. La encuesta, realizada a finales de marzo y publicada en detalle esta semana por la cadena ABC, sitúa al presidente por detrás de Joe Biden –identificado como el rival a batir tanto por el republicano como por sus colegas demócratas– en varios de los estados cruciales para su reelección: 14 puntos por detrás en Pensilvania, 10 en Wisconsin, 7 en Florida, 2 en Texas.

El presidente ha negado la existencia de esos sondeos internos y asegura que maneja otros que lo colocan a la cabeza “en todas partes”. Su equipo de campaña sin embargo ha confirmado la información, aunque desdeña sus datos por “antiguos”. “Esas cifras no significan nada”, sostiene Brad Parscale, el jefe de campaña de Trump. Desde que realizaron esos sondeos, asegura, han visto un “movimiento masivo” a favor del presidente en ellos. Además, “ninguno de los demócratas que se presentan ha pasado todavía lo que va a ser unas primarias brutales y todavía no se han enfrentado en unas elecciones generales al presidente Trump. Cuando esas dos cosas ocurran, las cifras contarán una historia muy diferente”, asegura Parscale, artífice de la exitosa campaña de Trump en la red social Facebook en el 2016.

Con 23 aspirantes demócratas en liza, la opinión pública ha mostrado hasta ahora poco interés por conocer a los candidatos demócratas, muchos de ellos absolutos desconocidos a nivel nacional. Los debates de Miami serán su primera ocasión para presentarse ante el gran público y tratar de convencerle de que su estrategia es la mejor para derrotar a Trump: el pragmatismo centrista, por parte de Joe Biden; el socialismo democrático que según Bernie Sanders puede atraer también a votantes desencantados del presidente; la reforma a fondo del sistema capitalista sin cuestionarlo que propone Elizabeth Warren; el cambio generacional que pide Pete Buttigieg; quizás el idealismo del senador afroamericano Cory Booker o el excongresista tejano Beto O’Rourke, o la energía y experiencia de la senadora de California Kamala Harris.

Veinte de los aspirantes han alcanzado el umbral marcado por el Partido Demócrata para estar en el plató de la NBC durante dos horas, en horario de máxima audiencia, los días 26 y 27 de junio. La cadena los ha dividido en dos grupos y el azar ha querido que los principales contendientes quedaran en el mismo. Aunque durante sus mítines ya se han lanzado dardos envenenados, será la primera vez que Biden y Sanders se enfrenten por primera vez cara a cara. El exvicepresidente de Obama ha eludido hasta ahora los mítines con varios candidatos a la vez y ha actuado como si las primarias no fueran con él, jugando directamente a enfrentarse con Trump, a quien califica de “amenaza existencial para EE.UU” (el presidente respondió diciéndolo que es “un débil mental”). El equipo de Sanders está encantado con el resultado del sorteo. “Es una alineación fantástica, porque va a haber un debate de verdad sobre los temas clave de estas primarias”, celebró en un comunicado el viernes su jefe de campaña, Faiz Shakir.

La NBC ha dejado el debate más caliente para la segunda noche. La vispera se verá a Warren, a O’Rourke, el alcalde de Nueva York Bill de Blasio o al exministro de Vivienda con Barack Obama, Julián Castro. De todos, la única contendiente que hasta ahora ha aparecido bien situada en las encuestas es Warren. La alineación a priori la favorece pero la senadora y exprofesora de Harvard podría acabar tanto acaparando la noche como perjudicada por no estar en el ring de boxeo político (con sus consiguientes buenos ratings) que promete ser el siguiente debate, advierten los analistas.

 

Los asesores del presidente preferirían que se guardara para sí sus opiniones (según The Wall Street Journal, estarían intentando mantenerlo lejos de Twitter durante los debates demócratas) pero la tentación de hacer de comentarista político es demasiado fuerte para el neoyorkino. En las últimas semanas, Trump ha señalado insistentemente a Biden como rival a batir pero el viernes, en una entrevista con la cadena Fox News, aventuró que al final se disputarán la nominación Biden, Sanders y Warren.

En abril la había dado por acabada políticamente pero la senadora no deja de desgranar planes para llevar a cabo sus propuestas y ha escalado posiciones en los sondeos. Es además la segunda elección de muchos votantes de Biden y Sanders y tiene potencial para atraer a gente que votó a Trump. El equipo de campaña del presidente según Politico, prepara una nueva estrategia para, más allá de burlarse de sus difusas raíces indígenas, presentarla como una izquierdista radical.

No es casualidad que tanto Trump como los demócratas hayan elegido Florida para lanzar la campaña del 2020. Por su peso demográfico, el estado sureño tiene una enorme influencia en los resultados de las presidenciales. Trump ganó aquí a Clinton por 1,2 puntos y quiere asegurarse el territorio –de los que más veces ha visitado, no sólo para jugar al golf– con un tour de force que ninguno de sus rivales puede permitirse por el momento, un acto que su campaña promociona como pura diversión y al que aseguran que se han apuntado 106.000 personas. El espacio sólo tiene capacidad para 20.000. “¡Son los tickets más demandados!”, se felicita el presidente y animador en jefe del país. Pantallas gigantes, música en directo y puestos de comida animarán la espera del pistoletazo de la salida de la fiesta de la democracia.

 



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