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29 de noviembre de 2014

El Papa Francisco rezó en la Mezquita Azul

ESTAMBUL.- En una imagen que valió mil palabras, el Papa Francisco rezó hoy durante dos minutos, que parecieron una eternidad, en dirección a La Meca.

Francisco oró durante dos minutos, con las manos entrelazadas y los ojos cerrados, en dirección a La Meca.

 

Descalzo, con las manos entrelazadas, los ojos cerrados, el Papa, que desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires fue tejiendo óptimas relaciones con los musulmanes, tuvo este momento de intenso recogimiento junto al Gran Mufti de esta ciudad, en un lugar de de lo más simbólico para los turcos: la inmensa mezquita Sultan Ahmet de Estambul, también llamada Azul por los 21.043 azulejos de ese color que revisten sus paredes y cúpula.

El primer papa en haber ingresado a una mezquita fue Juan Pablo II en Damasco, Siria, en 2001. El segundo fue Benedicto XVI , en su visita a este país, en noviembre de 2006, marcada por la tensión que había suscitado en el mundo musulmán el discurso que había pronunciado en Ratisbona meses antes, en el que había relacionado al profeta Mahoma con la violencia. Y el tercero Francisco, que ya había ingresado en una mezquita al visitar la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, en su viaje a Tierra Santa, en mayo pasado.

Francisco visitó la imponente mezquita Azul-la única con seis minaretes, ya que por lo general tienen cuatro y la más importante del país-, enseguida después de haber llegado a esta metrópolis de casi 14 millones de habitantes después de una hora de vuelo desde Ankara.

En medio de un impactante dispositivo de seguridad -helicópteros revoloteando en el cielo, miles de agentes en las calles y en los techos-, el Papa fue recibido en el aereopuerto por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I -el motivo de este viaje que culminará mañana- y por el gobernador la ciudad. Durante el trayectyo hasta la Mezquita Azul, el ex arzobispo de Buenos Aires pudo contemplar la belleza de Estambul, única ciudad en el mundo que se levanta entre dos continentes, Asia y Europa, separados por el estrecho del Bósforo.

Más tarde, como estaba previsto, el Papa visitó otro sitio espectacular, joya de la arquitectura mundial: el museo de Santa Sofia o "Hagia Sophia", donde fue recibido por varios turistas, cristianos y locales con banderas y vivas. En menos de 20 minutos y acompañado por el séquito del Vaticano, un guía le fue explicando la historia de ese lugar fascinante. Basílica dedicada a la Divina Sabiduría, fue construida por el emperador Constantino sobre un sitio ocupado por templos paganos en el año 360. Destruida por dos incendios, en el 404 y en el 352, Justiniano la hizo reconstruir para volver a la basílica "más suntuosa desde la época de la Creación". Para ello, se buscaron en todas las provincias del imperio los materiales más preciosos y los mejores mármoles y 10.000 obreros, conducidos por 100 jefes de obra trabajaron durante seis años.

Cuando fue inaugurada, en el año 537, Justiniano exclamó: "Oh Salomón, te he superado". Cuando Constantinopla fue conquistada por los latinos, en 1204, Santa Sofía fue despojada de sus decoraciones más preciosas. En 1453, cuando la ciudad cayó en manos de los Otomanos, fue convertida en mezquita, recibiendo preciosas donaciones de sultanes. En 1700 sus mosaicos fueron pintados de blanco. Sólo en 1847 el sultán Abdulmegid le pidió a dos arquitectos italianos que volvieran a traer a la luz los mosaicos y restauraran el edificio. A partir de 1935, "Aya Sofya" se convirtió en un museo por voluntad de Mustafá Kemal Attaturk, padre fundador de la Turquía laica y moderna.

Francisco es el cuarto papa que visita este sitio maravilloso, famoso por su cúpula bizantina rodeada de dos semi-cúpulas. También estuvieron Pablo VI en 1967, Juan Pablo II en 1979 y Benedicto XVI en 2006.



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