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POLITICA

30 de noviembre de 2014

Contadores de Báez administraban empresa hotelera de los Kirchner

Un grupo de contadores del empresario patagónico Lázaro Báez se encargó durante años de la contabilidad de Hotesur, la sociedad con que la familia presidencial Kirchner controla el hotel Alto Calafate, según surge de documentos internos del grupo Báez.

El control contable fue total y profundo. Desde 2009 manejó la facturación del Alto Calafate. También supervisó sus índices de ocupación y sus gastos operativos, a tal punto de conocer la cifra exacta y hasta en centavos, por ejemplo, de sus gastos declarados de telefonía, lavandería, desayuno, tintorería y health club, entre otros.

La operatoria la lideró un estrecho colaborador de Báez, César Gerardo Andrés, quien también supervisó la contabilidad de Austral Construcciones y del resto del grupo de empresas y sociedades del ex empleado del Banco de Santa Cruz, que durante más de un año y medio pagó más de 1100 habitaciones por mes en los hoteles de la familia presidencial sin usar esas reservas.

Andrés actuó -y aún lo sigue haciendo- desde su oficina de la calle Libertad 141 de Río Gallegos.

Andrés no fue el único lugarteniente del grupo Báez que se involucró en los registros de Hotesur y del Alto Calafate.

También lo hizo otro contador de extrema confianza del empresario, Daniel Pérez Gadín, quien antes de desembarcar en la financiera SGI de Federico Elaskar subió a Internet su propio currículum, en el que detalló entre sus "clientes" al hotel de lujo de los Kirchner.

Consultados, los voceros de Lázaro Báez declinaron hacer comentarios sobre la participación de sus asesores en la contabilidad de la empresa de la Presidenta.

La simbiosis entre el Alto Calafate y Hotesur, de la familia presidencial, y el grupo Báez, llegó a niveles polémicos, al punto de que en los convenios que ofreció el hotel a sus clientes corporativos se remarcaba una frase -en negrita, subrayada y con las últimas palabras en mayúscula"- que llevan a la confusión sobre qué es de quién.

"Les recordamos que Hotel Alto Calafate es una empresa del Grupo Valle Mitre", era la frase, según consta en el "convenio confidencial" y retroactivo.

Pero esa afirmación contradice lo que declararon el fallecido ex presidente Néstor Kirchner y la actual mandataria Cristina Kirchner, al identificar ese hotel como propio ante la Oficina Anticorrupción (OA), y a Báez, que reconoció como suya a Valle Mitre, la firma gerenciadora del hotel.

Pero más allá de la propiedad real del Alto Calafate, ocho empresas de Báez firmaron esos contratos confidenciales y retroactivos. De ese modo, el ex empleado del Banco de Santa Cruz pagó millones por cientos de habitaciones en ese hotel.

Sin embargo, la operatoria no se agotó allí. Una novena empresa, Credisol SA, también vinculada a Báez y al financista Ernesto Clarens, también repitió la dinámica de pagar por reservas hoteleras sin utilizar, tal como reveló LA NACION en marzo de este año.

Como supervisor final de toda esa operatoria alrededor de Hotesur quedó Andrés, un contador de 42 años que también figura en los registros en tres sociedades: Enficom, Consultora Magma y Cristina SA, creada para negocios del rubro automotor.

Las relaciones cruzadas se multiplican. Porque en Enficom SA y en Cristina SA, Andrés aparece junto a Alejandro Fermín Ruiz, quien integra el directorio del diario Prensa Libre, de Báez, y el último directorio que se conoce de Hotesur, de noviembre de 2008. Allí figuró junto a Osvaldo Sanfelice y Romina Mercado, socio y prima de Máximo Kirchner, respectivamente (ver página 15).

Desde su oficina de la calle Libertad -un edificio gris, de fachada deslucida y sin cartel identificatorio alguno, pero con varias cámaras de seguridad que enfocan hacia los transeúntes-, a Andrés le respondían dos contadores para las cuentas de Hotesur: Guillermo Castillo y Fernando Neira.

El primero trabajó como contador "senior" en Austral Construcciones, para luego asumir como gerente de manera simultánea en Austral Desarrollos Inmobiliarios y Austral Agro. También fue tesorero del Club Boca de Río Gallegos. Pero ya no trabaja para Báez.

El segundo, Neira, comenzó en otra conocida constructora patagónica: Gotti SA. Pero luego se mudó a Austral Construcciones. Con un paso previo por Bolívar, el contador pasó unos años en Río Gallegos, pero ahora mantiene un pie en las oficinas porteñas de Báez, en el Pasaje Carabelas.

Ambos contadores, Castillo y Neira, se encargaron de los números de Hotesur y de Valle Mitre, y reportaban a Andrés, quien tomaba las decisiones finales en comunicación con Báez.

Sin embargo, el binomio Castillo-Neira ya quedó atrás. El primero retornó a Córdoba, al igual que Tomás Garzón, otro contador oriundo de esa provincia que trabajó para el grupo Báez -donde llegó a asumir un rol relevante, aunque no sobre Hotesur- hasta que decidió que los riesgos eran demasiado altos.

BALANCES EN LAS SOMBRAS

De manera notable, sin embargo, los balances de Hotesur continúan en las sombras. Por eso se ignora aún quién fue el contador que los firmó, con la responsabilidad profesional y penal propia de esa función.

En el caso de Los Sauces, el contador de la familia Kirchner, Víctor Manzanares, firmó algunas declaraciones contables. Es el mismo al que el juez federal Norberto Oyarbide tomó como perito de parte en la causa por presunto enriquecimiento ilícito que sobreseyó en diciembre de 2009.

Pero si los balances de Hotesur -que controla el Alto Calafate- son aún un misterio, la contabilidad del grupo Báez a la que accedió LA NACION expone los millones que el empresario desembolsó por sus habitaciones. Cada mes, Valle Mitre emitió un cheque por 469.272 pesos.

Báez confirmó la autenticidad de los documentos contables que obtuvo LA NACION cuando le pidió a la Justicia una medida cautelar para impedir la publicación de más artículos. Lo hizo, argumentó, "para resguardar la confidencialidad de la información contable y comercial" de Valle Mitre.

Ese medio millón de pesos que Báez pagó por mes en el Alto Calafate se sumó a otros cheques que Valle Mitre emitió por "Los Sauces - La Aldea" y por la hostería "Las Dunas". Y en este último caso, con un destinatario unívoco: "NCK". Es decir, las iniciales del ex presidente. Tras su fallecimiento, los cheques pasaron a manos de su hijo, Máximo Kirchner. 

LA LUPA SOBRE LOS PATRIMONIOS

El juez federal Claudio Bonadio analizará a partir de mañana las declaraciones juradas de Néstor, Cristina, Máximo y Florencia Kirchner, Lázaro y Martín Báez, que el viernes último le remitió la AFIP. Busca determinar cómo es la vinculación entre las empresas Hotesur, propiedad de la familia presidencial, y Valle Mitre, la gerenciadora de los hoteles de los Kirchner que preside el empresario patagónico. A esa trama se suma el dato de que las sociedades compartieron contadores durante años.

 

Fuente: SM - La Nación

El control contable fue total y profundo. Desde 2009 manejó la facturación del Alto Calafate. También supervisó sus índices de ocupación y sus gastos operativos, a tal punto de conocer la cifra exacta y hasta en centavos, por ejemplo, de sus gastos declarados de telefonía, lavandería, desayuno, tintorería y health club, entre otros.

La operatoria la lideró un estrecho colaborador de Báez, César Gerardo Andrés, quien también supervisó la contabilidad de Austral Construcciones y del resto del grupo de empresas y sociedades del ex empleado del Banco de Santa Cruz, que durante más de un año y medio pagó más de 1100 habitaciones por mes en los hoteles de la familia presidencial sin usar esas reservas.

Andrés actuó -y aún lo sigue haciendo- desde su oficina de la calle Libertad 141 de Río Gallegos.

Andrés no fue el único lugarteniente del grupo Báez que se involucró en los registros de Hotesur y del Alto Calafate.

También lo hizo otro contador de extrema confianza del empresario, Daniel Pérez Gadín, quien antes de desembarcar en la financiera SGI de Federico Elaskar subió a Internet su propio currículum, en el que detalló entre sus "clientes" al hotel de lujo de los Kirchner.

Consultados, los voceros de Lázaro Báez declinaron hacer comentarios sobre la participación de sus asesores en la contabilidad de la empresa de la Presidenta.

La simbiosis entre el Alto Calafate y Hotesur, de la familia presidencial, y el grupo Báez, llegó a niveles polémicos, al punto de que en los convenios que ofreció el hotel a sus clientes corporativos se remarcaba una frase -en negrita, subrayada y con las últimas palabras en mayúscula"- que llevan a la confusión sobre qué es de quién.

"Les recordamos que Hotel Alto Calafate es una empresa del Grupo Valle Mitre", era la frase, según consta en el "convenio confidencial" y retroactivo.

Pero esa afirmación contradice lo que declararon el fallecido ex presidente Néstor Kirchner y la actual mandataria Cristina Kirchner, al identificar ese hotel como propio ante la Oficina Anticorrupción (OA), y a Báez, que reconoció como suya a Valle Mitre, la firma gerenciadora del hotel.

Pero más allá de la propiedad real del Alto Calafate, ocho empresas de Báez firmaron esos contratos confidenciales y retroactivos. De ese modo, el ex empleado del Banco de Santa Cruz pagó millones por cientos de habitaciones en ese hotel.

Sin embargo, la operatoria no se agotó allí. Una novena empresa, Credisol SA, también vinculada a Báez y al financista Ernesto Clarens, también repitió la dinámica de pagar por reservas hoteleras sin utilizar, tal como reveló LA NACION en marzo de este año.

Como supervisor final de toda esa operatoria alrededor de Hotesur quedó Andrés, un contador de 42 años que también figura en los registros en tres sociedades: Enficom, Consultora Magma y Cristina SA, creada para negocios del rubro automotor.

Las relaciones cruzadas se multiplican. Porque en Enficom SA y en Cristina SA, Andrés aparece junto a Alejandro Fermín Ruiz, quien integra el directorio del diario Prensa Libre, de Báez, y el último directorio que se conoce de Hotesur, de noviembre de 2008. Allí figuró junto a Osvaldo Sanfelice y Romina Mercado, socio y prima de Máximo Kirchner, respectivamente (ver página 15).

Desde su oficina de la calle Libertad -un edificio gris, de fachada deslucida y sin cartel identificatorio alguno, pero con varias cámaras de seguridad que enfocan hacia los transeúntes-, a Andrés le respondían dos contadores para las cuentas de Hotesur: Guillermo Castillo y Fernando Neira.

El primero trabajó como contador "senior" en Austral Construcciones, para luego asumir como gerente de manera simultánea en Austral Desarrollos Inmobiliarios y Austral Agro. También fue tesorero del Club Boca de Río Gallegos. Pero ya no trabaja para Báez.

El segundo, Neira, comenzó en otra conocida constructora patagónica: Gotti SA. Pero luego se mudó a Austral Construcciones. Con un paso previo por Bolívar, el contador pasó unos años en Río Gallegos, pero ahora mantiene un pie en las oficinas porteñas de Báez, en el Pasaje Carabelas.

Ambos contadores, Castillo y Neira, se encargaron de los números de Hotesur y de Valle Mitre, y reportaban a Andrés, quien tomaba las decisiones finales en comunicación con Báez.

Sin embargo, el binomio Castillo-Neira ya quedó atrás. El primero retornó a Córdoba, al igual que Tomás Garzón, otro contador oriundo de esa provincia que trabajó para el grupo Báez -donde llegó a asumir un rol relevante, aunque no sobre Hotesur- hasta que decidió que los riesgos eran demasiado altos.

BALANCES EN LAS SOMBRAS

De manera notable, sin embargo, los balances de Hotesur continúan en las sombras. Por eso se ignora aún quién fue el contador que los firmó, con la responsabilidad profesional y penal propia de esa función.

En el caso de Los Sauces, el contador de la familia Kirchner, Víctor Manzanares, firmó algunas declaraciones contables. Es el mismo al que el juez federal Norberto Oyarbide tomó como perito de parte en la causa por presunto enriquecimiento ilícito que sobreseyó en diciembre de 2009.

Pero si los balances de Hotesur -que controla el Alto Calafate- son aún un misterio, la contabilidad del grupo Báez a la que accedió LA NACION expone los millones que el empresario desembolsó por sus habitaciones. Cada mes, Valle Mitre emitió un cheque por 469.272 pesos.

Báez confirmó la autenticidad de los documentos contables que obtuvo LA NACION cuando le pidió a la Justicia una medida cautelar para impedir la publicación de más artículos. Lo hizo, argumentó, "para resguardar la confidencialidad de la información contable y comercial" de Valle Mitre.

Ese medio millón de pesos que Báez pagó por mes en el Alto Calafate se sumó a otros cheques que Valle Mitre emitió por "Los Sauces - La Aldea" y por la hostería "Las Dunas". Y en este último caso, con un destinatario unívoco: "NCK". Es decir, las iniciales del ex presidente. Tras su fallecimiento, los cheques pasaron a manos de su hijo, Máximo Kirchner. 

LA LUPA SOBRE LOS PATRIMONIOS

El juez federal Claudio Bonadio analizará a partir de mañana las declaraciones juradas de Néstor, Cristina, Máximo y Florencia Kirchner, Lázaro y Martín Báez, que el viernes último le remitió la AFIP. Busca determinar cómo es la vinculación entre las empresas Hotesur, propiedad de la familia presidencial, y Valle Mitre, la gerenciadora de los hoteles de los Kirchner que preside el empresario patagónico. A esa trama se suma el dato de que las sociedades compartieron contadores durante años.

 

Fuente:  La Nación



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