La escritora y periodista Mariana Enríquez (Buenos Aires, 46 años) ha ganado este lunes el Premio Herralde de novela que convoca la editorial Anagrama, con la novela Nuestra parte de noche. La autora se ha impuesto en la 37ª edición en este premio de novela al que se habían presentado un total de 680 originales y seis finalistas. El premio, dotado con 18.000 euros y la publicación de la novela ganadora, toma su nombre de Jorge Herralde, fundador de la editorial. 

La obra ganadora narra la travesía que un padre y un hijo por Argentina en los años de militarización del país. Ellos emprenden un viaje por carretera desde Buenos Aires hacia las cataratas de Iguazú, en la frontera norte con Brasil. El hijo se llama Gaspar y el padre trata de protegerlo del destino que le ha asignado. Sociedades secretas, seres dotados de poderes especiales y rituales son algunas de los temas de los que habla esta novela llena de misterio y terror.

Enríquez, tras darse a conocer el fallo, ha agradecido el reconocimiento del jurado y ha comentado que ha necesitado una inmersión para mostrar todo lo que era capaz de escribir. “Es una novela muy personal. Tiene todas mis obsesiones, lo cual delata que son muchas mis obsesiones. Venía de escribir cuentos, no ficción y en un registro del que los lectores, y yo misma, querían más”.

El jurado ha estado compuesto por Lluís Morral (director literario de la librería Laie de Barcelona), Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé. Pontón ha destacado que la obra desborda las convenciones del género al que se adscribe para elevarse a la categoría de novela total. “Quiero incidir en el valor que esta novela tiene. Es una novela que bucea desde el género en relaciones familiares, cuestiones de poder, familia, lealtades. Es una historia llena de recovecos, esquinas oscuras”.

El año pasado, la galardonada fue Cristina Morales, por Lectura fácil, novela que recientemente ha ganado también el Premio Nacional de Narrativa, en la que la diversa y supuesta discapacidad intelectual de cuatro mujeres que viven en un piso tutelado en Barcelona no les impide abordar y reflejar los desahucios, el machismo, la sexualidad o la precariedad moral y económica.