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1 de febrero de 2020

Hoy empieza el 2020 y empezamos a caminar y mirar hacia delante

Así es que en todas las comunidades del mundo donde se festeja el año nuevo chino hay una explosión de luces, colores y sonidos que muestra la alegría y la esperanza ante el ciclo que comienza.

Por: Redacciòn FM Fleming"Magazine"

El año nuevo chino,conocido como "la fiesta de la primavera", es una de las celebraciones más importante de esta comunidad. Y es compartido por países como Vietnam, Hong Kong, Singapur, Malasia, Corea del Norte y Corea del Sur.

Para mí, hoy empieza el 2020. Y fue ayer, 31 de enero, cuando de veras se acabó el año viejo. El 31 de diciembre no suele ser sino un atajo que nos inventamos para empezar a asesinar lentamente el pasado. Nos toma un mes hacerlo.

Bueno, eso pienso yo y por lo tanto aún me creo a tiempo para una meditación sobre el ayer, ya inexistente, que lanzamos por la borda, y el mañana, igualmente sin existencia, que hoy empezamos a caminar.

En una idea me refugio: tal vez el secreto de la felicidad sea, simplemente, mirar hacia delante. Volver la cara hacia atrás lo convierte a uno en una estatua de sal. Y ser estatua de sal es detenerse, anquilosarse, perder alientos para seguir adelante por el camino de la vida.

Que eso somos: caminantes. Ninguna época mejor que el comienzo de un año para saborear a fondo este estar siempre de camino. El tiempo es un sendero y cada minuto es pisada y es huella. No es posible detenerse ni retroceder. Somos empujados hacia delante y no queda otra opción que mirar el horizonte, recibir en el rostro las ráfagas de nuevos vientos y olfatear los aromas de lo desconocido.

Caminar en el tiempo, al ritmo de las horas y los días, es una aventura que no requiere más equipaje que la capacidad de asombro ante lo nuevo y el saber perseverar por encima de las dificultades y los tropiezos, más allá de los sinsabores y las alegrías del viaje.

Pero perseverar, que etimológicamente se relaciona con la palabra severidad y, por lo tanto, implica rigor, tenacidad, no debe reducirse a la simple disciplina. Esta se requiere sí, pero no debe quedar la sensación de que perseverar es estar sometido a un sacrificio insoportable.

El secreto de la perseverancia es el entusiasmo. Si no sentimos arder por dentro la pasión que nos impulsa a alcanzar una meta, acabamos doblegados por el peso de exigencias impuestas a regañadientes. Entonces viene la frustración, el desaliento, el sentarnos al borde del camino a llorar nuestra mediocridad, nuestra impotencia, nuestro fracaso.

La perseverancia no es una carga pesada que el caminante lleva sobre sus hombros y que le impide avanzar. Por el contrario, es la pasión que late en el corazón y que de tal manera agiliza los pasos que al final uno siente que corre desbocado como un caballo con las crines al viento. En el horizonte está la meta.

Postdata: Hablando del mañana, decía el gran Lope de Vega: “Tanto mañanar y nunca mañanamos”. Y el poeta español de la generación del 27 José Bergamín (1895-1982): “Mañana está enmañanado/ ayer está ayerecido,/ y hoy, por no decir que hoyido,/ diré que huido y hoyado” .



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