Alberto Fernández ya está en la capital alemana, donde se este lunes mantendrá una bilateral y una cena de trabajo con Angela Merkel, la mandataria más poderosa del continente. “Todos tenemos que descansar, ustedes también”, sugirió el Presidente a los periodistas que lo aguardaban en el lobby del hotel.

Bajo una llovizna constante y típicamente berlinesa, el mandatario acababa de caminar los 200 metros que separan el Hotel Regent, donde se hospeda, del Borchardt, un restaurante clásico del Mitte, el centro histórico de la ciudad.

Durante la breve caminata secundaban al Presidente, la primera dama Fabiola Yañez -la única que usaba paraguas-; el canciller Felipe Solá y el jefe de Gabinete de la cancillería Guillermo Chaves; el secretario de Comunicación Juan Pablo Biondi; y el último en sumarse a la gira, el secretario general de Presidencia Julio Vitobello.

Alberto Fernández y Fabiola Yañez caminan por las calles de Berlín junto al resto de su delegación. Foto: Presidencia

El fotógrafo presidencial Esteban Collazo, se mojaba arrodillado, para retratar al mandatario en el marco de esta ciudad imponente. El secretario de Asuntos Estratégicos y confirmado aspirante al BID, Gustavo Beliz, no fue de la partida.

El Borchardt es uno de los lugares más característicos para comer los “schnitzel”, las típicas milanesas alemanas. Más aún, dice la leyenda, que el Schnitzel a la Holstein (una suerte de milanesa a caballo con dos huevos fritos) fue creado en esa cocina por el barón y diplomático alemán Friedrich von Holstein. Fundado en 1881, el restaurante supo ser el preferido de la nobleza alemana, los banqueros y también del canciller Otto Van Bismarck. Sobrevivó a la II Guerra Mundial; es en definitiva un museo gastronómico de Alemania. 

Gira europea. Alberto Fernández en su llegada a Berlín. (Presidencia)
 

El Presidente optó por un bife. Las proteínas venían bien después de haberse sacado con creces el gusto de comer spaghettis con salsa de trufas, en Roma, una de sus debilidades. La caminata en la capital había quedado pendiente.

El almuerzo de Fernández fue compartido tambien por su amigo y funcionario Vitobello, recién llegado desde Buenos, nadie dio demasiadas precisiones sobre qué temas se tocaron. Algunos funcionarios llevaban las carpetas con información de la relación bilateral entre Alemania y la Argentina. 

El mandatario y su delegación se hospedan en el exclusivo Hotel Regent (Four Seasons), cuyas habitaciones oscilina entre los 200 y 600 euros por noche. Sin embargo, desde la comitiva argentina enfatizaron que el gobierno alemán pagó el alojamiento de toda la delegación. Algo similar sucedió días atrás, en Israel, cuando el mandatario, la primera dama y el canciller fueron invitados por el Ejecutivo local al histórico King David, de Jerusalén.

En su siguiente escala internacional, la anterior a Berlín el Presidente había optado por un gesto de austeridad y de cercanía con el Papa. Durante su estadía en Roma se alojó en la residencia del embajador argentino ante la Santa Sede que permanecerá vacante hasta que el Vaticano acepte el plácet de María Silva.

Ahora, en el Regent -de la cadena Four Seasons- el Presidente podría optar, si lo deseara, por relajarse en el spa, algo que difícilmente ocurra por la intensidad de su agenda. A pesar del deseo y la recomendación de un descanso, Fernández y su colabores se disponían a preparar las reuniones de este lunes con Merkel y empresarios alemanes. “Vamos a instruirlo”, exageró uno de sus funcionarios, en clave de humor.

El centro de operaciones es la suite del quinto piso, que ocupa el mandatario y tiene una suerte de living. Biondi, el funcionario que le sigue los pasos al mandatario, adonde quiera que vaya, duerme en la habitación contigua.

Los empleados del Regent ya estaban familiarizados con el acento y el movimiento de custodios y funcionarios argentinos. Se trata del mismo hotel que eligió Mauricio Macri durante su visita a Alemania en julio de 2016.