Melanija Knavs cumple hoy 50 años. Este fue el nombre que eligieron Viktor, un vendedor de automóviles, y Amalija, una empleada de una fábrica de textiles, para la menor de sus dos hijas, nacida bajo el régimen de la antigua Yugoslavia, hoy Eslovenia, en la ciudad de Svenica. Seguramente allí o en Liubliana, la capital, sería donde Melanija hubiera celebrado su aniversario si hubiera continuado con sus estudios de arquitectura. Pero los dejó en el primer curso cuando un fotógrafo la convenció de que tenía futuro como modelo.

Melaniija Knavs en sus comienzos como modelo en Liubliana, en 1987 (Stringer / Reuters)
Trabajó en toda Europa, se hizo retoques estéticos y cambió su nombre por el de Melania Knauss. En 1995, dio el salto a Estados Unidos. En una fiesta en Nueva York conoció a Donald Trump, 24 años mayor que ella, con el que se casó. Y es por ese motivo que Melanija/Melania celebrará su medio siglo en la Casa Blanca, como corresponde a la esposa del 45.º presidente de los Estados Unidos.

Donald Trump y Melania Knauss, en octubre de 1998, en Nueva York, al poco de conocerse (Ron Galella / Getty)
Cuando Melania empezó su relación con el magnate, a finales de 1998, su físico y su estilo eran llamativos, muy al gusto de Trump: escote, aberturas, siluetas ceñidas y poca discreción. Su mayor logro como modelo fue aparecer en la edición del 2000 de Sports Illustrated . En el 2004, Trump le pidió matrimonio con un anillo de tres millones de dólares. Y el 22 de enero del año siguiente, la eslovena, con un espectacular traje de Dior, se convertía en la tercera esposa de Trump. La boda se celebró en la mansión del empresario en Mar-a-Lago, en Florida, ante 450 invitados y en un salón dorado, de estilo versallesco, que se construyó especialmente para complacer a la novia.

Nacida en Eslovenia, como Melanija Knavs, dejó sus estudios de arquitectura para ser modelo y en 1998 conoció a su marido

La nueva señora Trump disfrutaba del sueño americano con toda su opulencia y en el 2006, la pareja dio la bienvenida a Barron, su único hijo en común. Poco a poco Melania fue evolucionando hacia un estilo más sobrio en el vestir, sobre todo al convertirse en empresaria de su firma de joyas y de cosmética.

Melania Trump junto a su hijo Barron observando como su marido jura el cargo de presidente (Chip Somodevilla / AFP)
En agosto del 2016, después que su marido fue elegido candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Melania, tuvo que hacer frente a su pasado, cuando salieron a la luz fotos antiguas suyas en las que aparecía desnuda. Desde su llegada a la Casa Blanca, en enero del 2017, Melania Trump es sin duda la primera dama (la primera extranjera) más cuestionada y reservada de Estados Unidos. Y es que siendo su modelo a seguir Jackie Kennedy, y su predecesora Michelle Obama, no lo tenía fácil.

El año pasado se publicó una biografía no autorizada Free Melania (Liberad a Melania), utilizando el lema de una campaña emprendida por sus defensores. El libro pretendía desmontar la imagen de mujer sumisa y florero. Asegura que influye en Trump, y que discuten de muchos temas. Cuando ella quiere hacerle enfadar se viste con ropa holgada y masculina, y no con los vestidos ceñidos, que a él le gustan

Durante el baile inaugiural con el que Donald Trump inició sus mandato como presidente de los Estados Unidos (Aaron P. Bernstein / AFP)
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Dice Kate Bennett, la autora, que en la intimidad, Melania es una mujer cálida y amable pero que con ciertos asesores se muestra desconfiada, después de haber leído un discurso plagiado de Michelle Obama, y de que se filtrasen sus desnudos. Es por ello que prefiere seguir su criterio, aunque haya generado ciertas polémicas (especialmente de vestuario): el abrigo de Dolce & Gabbana de 51.000 dólares, que lució en su primera cumbre del G-7; el sombrero con el que viajó a Kenia, muy similar al de los soldados británicos durante la colonización; o la chaqueta de Zara con la inscripción En realidad no me importa ¿y a ti? en un centro de inmigrantes.

Melania, durante un viaje a Kenia, luciendo el controvertido sombrero, igual que el de los soldados británicos durante la colonización africana (Carolyn Kaster / AP)
La última polémica la ha protagonizado hace unas semanas, cuando en plena crisis por la pandemia publicó en Twitter: “Estoy emocionada de compartir el progreso del pabellón de tenis en @WhiteHouse”, algo que sólo disfrutarán su familia y las de los futuros presidentes.