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SOCIEDAD

31 de agosto de 2020

La comida es y será siempre un lenguaje complementario de la maduración

La alimentación es muy importante para todas las personas pero cobra mayor importancia en la infancia.

La comida es un lenguaje universal, lograr describirlo mediante las palabras es una manera de sincronizar toda la información de los sentidos, unirla en palabras que amplifiquen nuestras ideas.

Como hablamos es como pensamos; el lenguaje puede crear o distorsionar la realidad por medio del análisis e internalización de nuestras ideas a partir de las palabras que utilizamos. Mientras más pobre es el lenguaje, más pobre y vació es mi mundo interior, por lo que mientras más amplia es la descripción de lo que como, más nutritivo, extenso y positivo es mi concepto de la comida.

Mientras más amplia es la descripción de lo que como, más nutritivo, extenso y positivo es mi concepto de la comida.

La comida es y será siempre un lenguaje, una manera para comunicar desde las emociones hasta los traumas más profundos. En la comida me encuentro y no sólo la mastico, y la disfruto, sino que también la nombro, la pronuncio, la conozco. Mientras más profundo y ancho es mi vocabulario, mayores posibilidades tengo de entender lo que como.

Problemas con la alimentación complementaria y retraso en el lenguaje ¿algo en común?

Cuando pensamos en el desarrollo infantil, en la mayoría de ocasiones, lo hacemos teniendo en cuenta los grandes logros del crecimiento (alimentación, primeros pasos, control de esfínteres, adquisición del lenguaje,…) como si se tratara del índice de un manual.

Si una característica tiene la infancia es que los procesos son globales y los avances nunca lineales: hay pasitos hacia delante y pasos hacia atrás y, en la mayoría de ocasiones,  grandes escalones que implican pequeñas crisis. Cualquier avance representa un cambio y todo cambio, una oportunidad de aprendizaje. También, acceder a un mundo desconocido con sus temores y dificultades, al que hay que saber afrontar con optimismo y perseverancia.

Respetar el proceso de desarrollo infantil requiere estar atento a los ritmos particulares de aprendizaje que cada criatura precisa, pero también acompañar animando y estimulando dicho ritmo. Cada vez más en consulta, vemos una tendencia a ralentizar los procesos con el habitual “aún no está preparado” que en la mayoría de ocasiones esconde un exceso de protección ante la malinterpretación del sufrimiento infantil que conllevan esas crisis.

En Mamicenter son habituales las consultas sobre las dificultades que presentan los bebés para introducir la alimentación complementaria y especialmente ese gran cambio que es dejar el biberón y empezar a llevarse la comida a la boca. Pero ¿qué otras cosas implica ese usar la boca además de un cambio en la alimentación?

A partir de los 6 meses, físicamente ya estamos preparados para empezar a masticar. Este proceso de masticación y deglución se va perfeccionando con el tiempo, los órganos implicados van adquiriendo fuerza y destreza a medida que los utilizamos: lengua, labios, mandíbula, garganta… Todos ellos son también órganos del lenguaje.

Además de aprender a comer desde bien pequeños, también estamos sentando las bases para que nuestra musculatura se vaya tonificando y así tener mejor predisposición a empezar a pronunciar los fonemas de forma adecuada.

Una implementación de sólidos tardía, puede suponer una hipotonía en algún o algunos músculos que hagan más difícil la pronunciación de ciertos fonemas.

Al comenzar la introducción de sólidos con 6-8 meses se trata de un entrenamiento de la deglución y musculatura para que a partir de los 12 meses se pueda instaurar una alimentación prácticamente como la de un adulto.

Si la alimentación sólida se retrasa por miedo al atragantamiento, ese reflejo natural de masticación va desapareciendo y posteriormente tendremos que “enseñar” a masticar siendo necesaria la rehabilitación por parte del logopeda. Por eso, la edad ideal para la retirada del biberón es sobre el año, cuando todos los niños, si se les deja probar, ya saben beber en vaso.

Este proceso de entrenamiento de la deglución y masticación además es lo que hace que la cavidad oral se desarrolle correctamente.

Cada uno de nosotros lleva en la boca un “aparato de ortodoncia” formado por su propia musculatura, un aparato de ortodoncia que se lleva puesto día y noche durante toda la vida.

Al igual que los aparatos de ortodoncia hacen fuerza sobre los dientes y estos se mueven, la lengua, los labios y los músculos masticatorios son los encargados del correcto desarrollo de la cavidad oral, por lo que si esos músculos no se usan correctamente, la boca se deformará.

Con el tema de las caries pasa lo mismo, los alimentos sólidos y fibrosos arrastran los restos de comida y la placa bacteriana adherida a los dientes, por lo que los niños alimentados con sólidos presentan muchas menos caries que los alimentados con leche o triturados.  

Entoces nos encontramos con la duda. ¿Cuándo es el momento ideal para comenzar a darle sólidos a nuestro bebe?

Pues el momento ideal es a partir de los 6 meses, cuando el bebé es capaz de mantenerse sentado, de agarrar objetos con sus manitas y llevárselos a la boca.

En el momento en que un niño es capaz de hacer esto ya está preparado para comenzar a comer sólidos, pero ¡ojo!, debe hacerlo él solito, es decir, debemos sentarlo en la mesa en una trona o en nuestros brazos y dejar que sea él el que alargue la mano para agarrar un trozo de patata, plátano, pera, pan, para llevárselo a la boca.

Tranquilos, no va a ahogarse, en ocasiones le entraran arcadas, pero eso es normal, a esta edad tienen el reflejo de extrusión (muy al inicio de la lengua) gracias a este reflejo es más difícil que la comida se vaya por donde no debe pues ellos aprenden a controlar hasta donde deben introducir un alimento en la boca. Si lo haces tú y le metes tú algo en la boca el riesgo de atragantamiento será mayor.

Este reflejo disminuye con el tiempo, es decir, que con un año el bebé tiene más riesgo de atrangantarse. Y no sólo eso, a partir del año si un niño se atraganta con un alimento es probable que no quiera volver a probar ese alimento o uno similar por miedo a volver a atragantarse. En cambio cuando son pequeños (entre 6 meses y 1 año) este miedo no existe, les puede más la curiosidad del probar cosas nuevas y no pueden evitar seguir llevándose cosas a la boca.¿No os habéis fijado que los bebes de menos de un año se llevan todo a la boca?

Pues hay que aprovechar ese momento para ofréceles alimentos sólidos, no podrán resistirse a la tentación de juguetear con ellos, masticarlos con sus encías y finalmente algún día comerlos y alimentarse a base de ellos. Trabajarán y fortalecerán la musculatura de la cara favoreciendo el desarrollo del lenguaje y además tendremos mucho más éxito en la introducción de los nuevos alimentos logrando mucho antes que nuestro hijo sea autónomo comiendo y haciéndolo además con gran variedad de alimentos.

¡Así que librémonos de los miedos! De los miedos sin fundamento, a que nuestro hijo se atragante, porque lo único que conseguimos por culpa de esos miedos es entorpecer el desarrollo del lenguaje, retrasar la autonomía de nuestro hijo y dificultar su adaptación a otro tipo de comidas.



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