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SOCIEDAD

28 de septiembre de 2020

Los adolescentes sufren de la pérdida de autonomía en la pandemia

La convivencia sostenida de 7 x 24 impuesta por la pandemia ha multiplicado la irritabilidad y elevado los montos de ansiedad

El aislamiento en los niños y los adolescentes los llevó a perder lo más preciado para el ser humano, su "autonomía" en la etapa que se forma la identidad con la interacción con sus pares.

La pandemia limitó la autonomía de los adolescentes”Mucho se habló de las consecuencias del aislamiento en los niños. Sin embargo, en una etapa en la que se conforma la identidad con modelos externos al ámbito familiar, se vuelven imprescindibles los amigos. Cómo impacta el encierro en los no tan chicos

Según un relevamiento, uno de cada cuatro adolescentes se encuentra asustado (Shutterstock)
Habitualmente, el inicio de la estación más libidinal del año llega acompañado de la salida masiva de adolescentes a las plazas, parques y otros espacios de los que suelen apropiarse, en un acto colectivo de celebración y liberación.

Pero este año fue distinto. La pandemia los obligó a encerrarse, al igual que al resto de la población. Y tuvieron que hacerlo para cuidar a los demás, ya que no son un grupo etario considerado de riesgo.

Esto lleva a analizar cómo afecta esta situación sanitaria, social y emocional a un segmento de la población que oscila entre la angustia y la responsabilidad.

“En una etapa de crecimiento en la que los cambios corporales devienen en retracción, cuestionamiento de la estructura social, estados de fantasía y ensoñación, los adolescentes han puesto esos mecanismos al servicio del cuidado personal y de los otros”. Marisa Mujica es psicóloga y coordinadora del área sociocomunitaria de Fundamind y luego de hablar con varios de los y las adolescentes que son parte de las 300 familias atendidas en el centro de primera infancia resaltó que “extrañan el vínculo cercano con sus compañeros y amigos. Se cuidan porque saben que los médicos y los hospitales no pueden contener toda la demanda”.

“Quienes asisten a nuestro Centro de Primera Infancia sufren carencias habitacionales, alimentarias y afectivas. A esto se sumó ahora la dificultad para estar conectados con sus maestras. Pese a eso, se pudo seguir asistiendo a cada familia con bolsones de comida y a través del teléfono, hacer un seguimiento de cada chico”, sostuvo la especialista, para quien “los adolescentes de esas familias también sufren las carencias, a su manera”.

Según los indicadores del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (CDNNA) de la Ciudad de Buenos Aires, el 20,3% de los hogares con población de esa franja etaria presentan situaciones de hacinamiento, el doble que para el total de hogares de la Ciudad. Esto se agrava en algunas comunas: en la 8, el 38,1% de los hogares con presencia de población de 0 a 17 años está en situación de hacinamiento; en la 1 representa un 36,5% y en la 4, un 33,5%.

El encierro les generó a los adolescentes, a nivel general, una sensación de angustia. Al menos así lo reconocieron siete de cada diez que respondieron una encuesta realizada por Unicef, Fundación Ineco y el Gobierno porteño semanas atrás. Uno de cada cuatro, además, se encuentra asustado, según el relevamiento.

A la hora de mantener el ritmo de la escuela, para Mujica “es admirable el esfuerzo por mantenerse conectados aun sin tener comodidad para el uso de dispositivos que les permitan sostenerlo regularmente, compartiendo teléfonos y computadoras, superando los cortes de luz y comunicándose virtualmente entre ellos a la hora de los trabajos grupales”.

De cualquier manera, el aprendizaje mediante las pantallas no se da de la misma manera que presencialmente. “Algunos reconocen que la modalidad virtual resulta más ordenada que las clases presenciales en las que la rebeldía suele impedir el aprendizaje, pero también manifiestan que no es lo mismo el vínculo con los profesores -señaló-. La actividad presencial cultiva un vínculo más propicio para despejar dudas y reiterar preguntas sobre temas difíciles y a veces los profesores tampoco decodifican bien las respuestas de los alumnos”.

Consultada la directora general de Programas Descentralizados del CDNNA, Luisina Lomonte, confirmó que una de las mayores preocupaciones es mantener la permanencia de los chicos en el sistema educativo y advirtió que, con el paso de las semanas, ya sea por falta de equipamiento, de conectividad o por la propia inercia del aislamiento, cada vez son más los adolescentes que se desvinculan del ciclo escolar.

Si bien se puede considerar alta, la tasa de asistencia –que para los de 6 a 12 años es casi del 100%- en los adolescentes de 13 a 17 años es de 96,1, de acuerdo con registros previos a la pandemia.

En efecto, el Gobierno porteño subrayó a fines del año pasado que el abandono del secundario se había reducido un 41% en los últimos cuatro años, pero aún quedaban al menos 4.450 estudiantes afuera de la escuela. El riesgo es que, producto de la pandemia, ese número aumente.

Para Itatí Canido, directora general de Gestión de Políticas y Programas del CDNNA destacó que “para las y los adolescentes ha sido muy difícil atravesar estos meses de aislamiento obligatorio como medida de prevención imprescindible para cuidarnos entre todos, ante esta pandemia que afectó al mundo entero”.

Por otro lado, un dato alarmantes es que se duplicaron las consultas por situaciones de violencia hacia niños, niñas y adolescentes. “La convivencia sostenida de 7 x 24 impuesta por la pandemia ha multiplicado la irritabilidad, elevado los montos de ansiedad y disminuido en los y las adultos su capacidad para frenar y gestionar sus impulsos, deviniendo en mayores situaciones de violencia a la que niños y adolescentes se encuentran expuestos al interior de sus hogares”, remarcó.

Y tras asegurar que “la adolescencia es la etapa vital de la vida en los seres humanos en donde se va conformando la identidad con modelos externos (exogámicos) al ámbito familiar, se vuelven imprescindibles los grupos de pares, amigas y amigos y la necesidad de distinguirse, diferenciarse de aquellas propuestas de ser, de vivir, de valores y elecciones que surgen dentro del ámbito habitual que es la familia”, Canido consideró que “la pandemia llegó para obturar estos procesos de referencia externos y volvió a todos con la mirada nuevamente puertas adentro, limitando la autonomía y los aprendizajes que implica”.

En la adolescencia se vuelven imprescindibles los grupos de pares, y la necesidad de distinguirse de aquellas propuestas y elecciones que surgen dentro del ámbito habitual que es la familia (Shutterstock)
Otra faceta importante en la etapa adolescente se caracteriza por la necesidad de la privacidad como elemento constitutivo vital que permite exteriorizar sentimientos, vivencias, modos de pensar que podrían ser considerados negativamente por el mundo adulto, y que sólo son asequibles por pares que se encuentran atravesando situaciones similares.

Párrafo aparte merece la continuidad escolar y las dificultades que muchos y muchas adolescentes presentan para ajustarse a las propuestas de la educación virtual que ofrece una manera distinta de acceder al conocimiento y que además les recuerda todo el tiempo que ahora ya no pueden ver, tocar y abrazar a sus amigos.

Por último -remarcó la experta- “no puede dejar de señalarse que las denuncias de violencia hacia niños, niñas y adolescentes han crecido, duplicándose las consultas a la línea 102. La convivencia sostenida de 7 x 24 impuesta por la pandemia ha multiplicado la irritabilidad, elevado los montos de ansiedad y disminuido en los y las adultos su capacidad para frenar y gestionar sus impulsos, deviniendo en mayores situaciones de violencia a la que niños y adolescentes se encuentran expuestos al interior de sus hogares”.

El Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes cuenta con la línea 102 disponible en todo momento para que cualquier joven pueda hacer una consulta, un comentario, una necesidad o una reflexión. “Además se ha sumado el servicio de la línea a través de whatsapp, aplicación mucho más acorde a las formas comunicativas de los niños y jóvenes en la actualidad. Y por último contamos con un equipo especializado en maltrato infanto juvenil para poder acompañar, evaluar y contener situaciones que ameriten una intervención especializada del organismo de protección de derechos en la Ciudad”, concluyó.



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