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POLITICA

13 de diciembre de 2020

Las decisiones políticas que generan la Pobreza

Hoy son 4 millones los indigentes en Argentina que sus ingresos no les alcanzan para comer. La mayoría de los y las pobres, son menores de 30 años.

La pandemia va profundizando la pobreza en la Nación. La sociedad argentina perdió el modelo agroexportador generador de trabajo y riqueza en el País.

El crecimiento de la pobreza en Argentina es algo sobre lo cual aún no estamos acostumbrados, pese a que llevamos muchos años con esa deficiencia social. No estamos acostumbrados porque desde Perón, Argentina fue un país relativamente igualitario en los núcleos urbanos, donde la villa miseria, por ejemplo, era un lugar de paso para los inmigrantes rurales que integraban la clase obrera argentina quienes con sacrificio y empleo compraban casa y terreno aunque lejos de la ciudad, formándose el Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Rosario, etc.

También el empleo era suficiente y con escasez de mano de obra local siendo que los países limítrofes resolvían parcialmente su falta de empleo, hoy también, mediante migraciones hacia la Argentina, llegando a ser el 7/8 % de la población de Argentina.

Ese bienestar relativo que se continuó en el tiempo con los salarios más altos de Latinoamérica, con un sindicalismo fuerte y organizado y juventudes trabajadoras y estudiantiles politizadas, más la generalización de la condición asalariada, nucleando a los votantes de los partidos nacionales y populares que trepaban al 70% de la población económicamente activa, impidieron que las políticas económicas de los golpes militares lograran sus fines de hambrear, “disciplinando” al pueblo argentino. Prueba de ello fueron los índices anuales de Desarrollo Humano de Argentina siempre por arriba del promedio de América Latina.

¿Cuándo empezó a destacarse la pobreza en Argentina? Cuando se produjo un cambio de época en el mundo industrializado, en la década de 1970 por el aumento del precio del petróleo trasladado luego a los países periféricos mediante los “petrodólares” generando impagable deuda externa con la complicidad del Fondo Monetario Internacional, FMI, y otros organismos de crédito más los bancos internacionales, responsables de préstamos a gobiernos dictatoriales sin legitimidad alguna y violadores de la Constitución Nacional.

Los países ricos, implementaron políticas de ajuste para mantener la tasa de ganancia a través de triunfos electorales. En Argentina, esas políticas no se podían implementar electoralmente y entonces nuevamente un golpe militar en 1976 derrocó al tercer gobierno peronista con un desempleo del 3% y una deuda externa de 5 mil millones de dólares que luego la dictadura cívico-militar de Videla y Martínez de Hoz llevó a 40 mil millones y más.

Se trataba de retrotraer la sociedad argentina al modelo agroexportador anterior a  la crisis de  1930 aplicando el principio de subsidiariedad del Estado (“Achicar el Estado es agrandar la Nación”) y la apertura de la economía (eliminación de aranceles de importación) con grave perjuicio para la industria nacional y cese de sus trabajadores, también eliminando asalariados del ámbito estatal y privado y congelando y bajando el salario real mediante sucesivas devaluaciones y reformas a la Ley de Contratos de Trabajo que fueron las primeras medidas tomadas por la dictadura.

La sociedad que asaltaban en 1976 era ingobernable para un proyecto dictatorial y por ello también el genocidio de los 30.000 jóvenes, varones y mujeres, argentinos.

El “triunfo” de la política económica de Martínez de Hoz fue la deuda externa, para maniatar a los futuros gobiernos democráticos, más el crecimiento de la pobreza y la marginalidad que se patentizó, por ejemplo, en el cierre de campaña del peronismo en 1983 con la candidatura de Luder–Bittel.   

Menem presidente

A la avenida 9 de julio asistió un millón de personas y vastos sectores de la concurrencia presentaban todos los atributos de la marginalidad, en las vestimentas y en sus rostros, aunque con muy buen comportamiento. Las bebidas alcohólicas y una música extraña para la época que luego se impondría como la “cumbia villera” completaban el cuadro donde, como anticipo futurista, volaba una avioneta con un letrero atado de “Menem presidente”.

Esa muchedumbre marginada  (¿clase obrera empobrecida por Martínez de Hoz?) que opacaba a la clase obrera industrial, era el testimonio de lo ocurrido durante siete años largos de dictadura política y liberalización de la economía. Niños pidiendo limosna en el centro de CABA, como novedad para los porteños, aunque no para las ciudades de provincias con altas tasas de mortalidad infantil y economía familiar campesina destruida.

Lo iniciado por Krieger Vasena y el Gral. Onganía, año 1966, en una dictadura anterior menos cruenta, con enajenación extranjera de bancos, compañías de seguros y fábricas de cigarrillos con despidos numerosos, devaluación del 40% y congelamiento salarial, fue aumentado y profundizado por la dupla Gral. Videla-Martínez de Hoz. La pobreza avanzaba en estado larval, a través de bajos salarios, cuentapropismo empobrecido, despidos en masa y baja participación de los sectores populares en la distribución del ingreso, 35% aproximadamente, dada la concentración económica de los grupos dominantes.

Desde fines de 1983 comenzó la larga marcha –cuesta arriba con la deuda en la mochila- de los gobiernos democráticos de los grandes partidos nacionales y populares, radicalismo y peronismo, con la inédita derrota de este último.

El gobierno de Alfonsín debió pactar con el FMI, por el error de no investigar la deuda externa privada estatizada en la última etapa del gobierno militar, abrumado con el pago de intereses de la deuda que se había duplicado, derivando años más tarde en una hiperinflación del 600% y más ante el posterior abandono crediticio del FMI y del Banco Mundial, BM, con devaluación del 150% anual y pobreza cercana al 50%. En ese entonces comenzaron las mediciones sobre la pobreza (Necesidades Básicas Insatisfechas, NBI) probablemente por recomendación del BM para evaluar el daño social del plan de ajuste del FMI.

Los saqueos a los supermercados por la hiperinflación de 1989, que mostraban un costado humillante para el país de las vacas y del trigo, fueron el broche final del gobierno radical que ya en 1987 había sido derrotado en elecciones de renovación parcial de diputados, gobernadores e intendentes en casi todo el territorio del país.

Lo sucedió Menem como candidato triunfante del justicialismo, también con hiperinflación al principio que luego resolvió, pero a costa de la enajenación de las empresas estatales, aumento de la deuda por el pago de intereses y un inédito desempleo de 17%. La liberación del sistema financiero facilitaba maniobras especulativas que redundaban siempre en fuga de divisas, dólares.

Pese a que en este período la pobreza y la inflación bajaron sensiblemente, la pobreza continuaba en estado larval o adormecida por las medidas ya mencionadas y varias otras. Las consecuencias se harían sentir en el corto plazo merced a la reducción del gasto social público, perjudicando a jubilados y otros grupos de clase media vulnerables y avanzando hacia los pobres en general.

Se trataba de reducir los costos de todo tipo para adquirir, supuestamente, niveles importantes de competitividad en el proceso de “globalización” e innovación tecnológica. La Argentina, desde Martínez de Hoz en adelante y luego Menem, se había “latinoamericanizado” por el lado de la pobreza, el desempleo y la desindustrialización, al compás del neoliberalismo.

Así se llegó a la fenomenal crisis del 2001 producto del desgobierno de la Alianza encabezada por el radical De la Rúa con deuda creciente y dolarizada a un dólar caro. El PBI per cápita cayó 22%, la tasa de desempleo alcanzó el 22% y la pobreza superó al 55% de la población representando 17 millones de personas, con el “default” de deuda más grande de la historia. La fuga de divisas de los sectores más pudientes superó los 20 mil millones de dólares para no invertir en el país que algunos edulcoraron como “ahorro en el exterior”.

Luego vino Duhalde quien salió de la convertibilidad, del 1 a 1, a costa de más pobres, aunque luego favoreció el empleo, institucionalizando la pobreza con el Programa Jefes de Hogar e iniciando la reactivación de la economía que luego sería plenamente lograda por Néstor Kirchner.

Kirchner 

Kirchner inauguró un semi oasis para la pobreza –seguido luego por Cristina Fernández- pues la bajó hasta un 25% / 28% aproximadamente a través de la generación de casi seis millones de puestos de trabajo, disminuyendo la desocupación del 26% al 7/9% durante los doce años de gobierno de los Kirchner. El 50% de esos puestos fueron empleo asalariado registrado del sector privado. Se crearon miles de cooperativas y mutuales y más de 200 mil nuevas empresas formales en la industria, el comercio y los servicios. Al año 2013 se contabilizaban más de 500 mil empresas con empleo asalariado registrado o en blanco; el salario medio de los trabajadores registrados del sector privado creció 1.154%, pasando de 928 pesos en 2002, a 11.643 pesos en 2014 y el salario real medio creció 50% como mínimo.

La ley de movilidad jubilatoria estableció dos aumentos automáticos por año y desde su aprobación en 2008 la jubilación mínima aumentó 107% llegando a los 1.434,29 pesos, lo cual fue un aumento del 856% comparado con el año 2003, cuando la jubilación mínima era de 150 pesos. Sin embargo, la pobreza pese a que bajó fuertemente con el peronismo de los Kirchner respecto al gobierno de la Alianza, resistió y se mantuvo en el 25% mencionado, probablemente como efecto del continuo pago en divisas por la deuda externa, “pagadores seriales” como graficó Cristina F. de Kirchner, suponiendo que con esas divisas se hubieran implementado emprendimientos laborales y/o más ayudas para los pobres, además de los programas sociales aplicados. Después del oasis volvió el desierto aunque no tanto pues se pobló de neoliberalismo más odio y soberbia macrista celebrando el triunfo electoral por uno o dos puntos, pero triunfo al fin, sin necesidad de acudir a los cuarteles golpistas para gobernar.

Macri

¿Cuáles medidas tomó Macri ni bien asumió como presidente que aumentaron la pobreza al 35% de la población, 55% de inflación, 20 mil empresas menos, 80 mil millones de dólares más de deuda externa, impagable sin reestructurar, desempleo superior al 10% y caída de la actividad industrial de 17% al finalizar su mandato?

Estas fueron algunas de las medidas del gobierno de Macri que aumentaron la pobreza y potenciaron lo ocurrido durante la pandemia que nos aqueja:

Supresión de las retenciones al agro exportador con el consecuente aumento del precio de la canasta básica lo cual repercutió en las mediciones sobre pobreza, incrementándolas.

Liberalización de las tarifas (tarifazos) de los servicios públicos -gestionados por privados- con la excusa falaz de la reinversión, además de los combustibles lo cual aumentó la inflación y por ende la pobreza.

Liberalización del capital financiero que generó deuda externa (fuga de divisas) en vez de inversiones y devaluación del peso con el obvio aumento de la pobreza por baja del salario real que cayó 17%.

Suba de tasas de interés encareciendo el crédito, llegaron hasta el 85% paralizando la economía, desfinanciando a las Pymes y aumentando el desempleo y la pobreza. El único negocio rentable fue la especulación financiera.

Un blanqueo laboral con perdón total de la deuda de los empleadores por aportes no pagados al fisco, incluyendo intereses y multas, que comprometía las finanzas del sistema de la seguridad social, así como el mal uso de los fondos jubilatorios devaluando grandemente el Fondo de Garantía Sustentable, FGS-ANSES, que rebajaban el ingreso de los sectores más desprotegidos de la sociedad.

Así, las jubilaciones y otros beneficios como la Asignación Universal por Hijo, AUH, tuvieron una caída en términos reales de poco más del 20% entre fines de 2015 y 2019.

Finalmente vino el cambio de gobierno por una ciudadanía que le negó a Macri la continuación de su mandato de 4 años.

Alberto Fernández

A poco de asumir en diciembre de 2020, el presidente Alberto Fernández debió enfrentar la pandemia del COVID-19 y la peor recesión en 20 años, que arrancó en 2018 como otra parte de la herencia Macri quien dijo que venía a eliminar la pobreza y la subió 7/8 puntos porcentuales.

Las medidas adoptadas por Fernández fueron para socorrer a los habitantes más vulnerables a través del fortalecimiento de la salud pública que impidió el colapso del sistema, el Ingreso Familiar de Emergencia, IFE, que subsidió a cerca de 9 millones de personas de muy bajos recursos, el programa ATP, que cubrió parte de los salarios y sostuvo el empleo de unos 2,4 millones de trabajadores, bonos extraordinarios a los jubilados, el Potenciar Trabajo y otras varias medidas sociales más, como asistencia alimentaria para millones de personas con la Tarjeta Alimentar, que no frenaron el crecimiento de la indigencia.

La paralización parcial de la economía para evitar los contagios masivos hizo que los ingresos de los hogares cayeran y la pobreza aumente al 40,9% al cierre del primer semestre 2020, con un incremento de 5,5 puntos porcentuales respecto al 35,4% de igual período de 2019; el Índice de Indigencia -que comprende a las personas en situación de pobreza, pero que además sus ingresos no les alcanzan para comprar los productos que comprenden la canasta básica alimentaria ascendió al 10,5% al término del primer semestre, contra el 7,7% de enero-junio del año 2019. La desocupación al 13,1 % del 10,6% anterior y la inflación al 42,8%, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC, reproducidas por la Agencia Oficial de Noticias, TÉLAM.

Estas mediciones resultan en 18 millones de personas pobres, dentro de las cuales 4 millones son indigentes, es decir que sus ingresos no les alcanzan para comer. La mayoría de los y las pobres, son menores de 30 años.

Si bien la pobreza puede explicarse por la economía, antes hay decisiones políticas que producirán riqueza o pobreza, empleo o desempleo, etc. lo cual  afectará a determinados grupos sociales y sectores económicos elegidos como blanco por el poder. Sin embargo, sin aplicar las medidas económicas específicas dichos resultados no se darán.

Con esto queremos decir que no hubo errores en la economía macrista sino objetivos sociopolíticos previamente definidos como aumentar brutalmente la deuda externa, sobretodo esos 44 mil millones de dólares que tomó después de haber sido derrotado en las PASO, para dificultar al futuro nuevo gobierno como hizo la dictadura cívico militar de 1976 respecto al regreso del régimen democrático de gobierno.

La pobreza aumentó y seguirá aumentando sino hay crecimiento económico y redistribución del ingreso a favor de los trabajadores registrados y no registrados, trabajo en negro, cuentapropismo de pobres, trabajo “informal”, desocupados jóvenes y otras formas laborales donde se acumulan la pobreza y la marginalidad adentro de la sociedad, interpelándonos a todos con distinta carga de corresponsabilidad y riesgo.

La pobreza y la indigencia no son naturales sino construcciones sociales y por ende exigen remedio desde la sociedad, a través de la política, la economía, el conflicto y el consenso que también son construcciones sociales.



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