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7 de mayo de 2021

El contrato de vacunas de Argentina con Rusia permite que lleguen màs de la primera dosis

El documento fijó un cronograma de abastecimiento con partes iguales entre componentes uno y dos.

Ante eventuales problemas de producción se dejó abierta la puerta a una mayor entrega de primeras dosis de la Sputnik V se vuelva “light”.

La decisión de Rusia de aprobar su vacuna Sputnik light contra el coronavirus fue el corolario de una historia anunciada. Desde que el Instituto Gamaleya firmó el contrato con Argentina por 20 millones de dosis estuvo latente la frágil disposición del segundo componente de la Sputnik V. Tanto que el documento tiene entre sus cláusulas referencias que abren la puerta, como solución alternativa, a intercambiar segundas dosis por primeras.

El cronograma tentativo de entrega de la Sputnik V, fijado por contrato, daba cuenta en principio del envío de ambos componentes por partes iguales: en diciembre, 300 mil unidades del componente uno y 300 mil del dos; en enero,  dos millones de cada uno; y en febrero, 7,7 millones por componente. Lo que sumado da el total de 20 millones. Luego Argentina optó por ampliar su demanda 10 millones más.

La opción contractual que deja la opción de cambiar segundas dosis por primeras puede ser útil tanto para Argentina como para Rusia. Para los rusos, claro está, por el impedimento en el desarrollo fluido y masivo del complemento de la primera dosis. Para Argentina, para poder disponer al menos de una mayor cantidad de primeras dosis en caso de que -como efectivamente está ocurriendo- las segundas se vuelvan promesas.

Argentina y Rusia, en ese sentido, articularon sus intereses mutuos. Hace dos semanas, los directivos del Instituto Gamaleya aseveraron que la segunda dosis de la Sputnik V podía aplicarse a los tres meses de la primera, cuando apenas un mes antes habían afirmado que el plazo máximo podía ser de dos meses. Se interpretó como un guiño a la Argentina en su voluntad de aplazar las segundas dosis.

La única palabra escrita y publicada sobre cómo debe administrarse la Sputnik figura en su manual, donde se afirma que la segunda dosis debe darse en un plazo de entre 21 y 28 días después de la primera. Una de las incógnitas que surge es cuánto durará la inmunidad de la Sputnik light, que no es otra cosa que el primer componente del la Sputnik V.

El lote de vacunas Sputnik V arribado 19 April al país. Foto: Télam

El lote de vacunas Sputnik V arribado 19 April al país. Foto: Télam

El paraguas se fue abriendo de a poco. En marzo circuló un estudio del Conicet que afirmaba que los convalecientes de Covid a los que se les había aplicado la primera dosis de Sputnik V no necesitarían la segunda, dado que el nivel de anticuerpos que se les había detectado era suficiente, y hasta incluso superior al alcanzado por las personas que recibían las dos dosis.

El contrato firmado con Rusia permitiría, si fuera necesario, recibir una mayor cantidad de primeras dosis, con lo que el país liderado por Vladimir Putin podría saldar los compromisos con Argentina sin tener que cumplir sí o sí con la entrega del componente dos. De todos modos, por ahora el Gobierno argentino ha dicho que no modificará el esquema de vacunación.

Esto quiere decir que se seguirán esperando las segundas dosis, que no es lo mismo que poder garantizar que el Instituto Gamaleya las entregue. Si esa posibilidad no existiera en el futuro cercano, a Argentina no le quedaría más remedio que hacer uso de la flexibilidad del contrato para poder aprovechar al menos una mayor cantidad de primeras dosis.

Cuando Rusia sacó su vacuna al mercado se jactó de que la suya era la vacuna más eficiente, justamente por consistir la primera y segunda dosis en componentes diferentes. Pero esa cualidad terminó jugando en contra de la producción. Las empresas de biotecnología no fueron consultadas antes del desarrollo y luego surgieron los inconvenientes.

Básicamente, la dificultad de fabricar el segundo componente radica -según han explicado expertos rusos- en que es más inestable que el primero. “Es como si necesitaras dos autos para avanzar, pero son completamente diferentes: un jeep y un minibus”, había dicho en diciembre pasado uno de estos especialistas, cuando ya se vislumbraban problemas.

Al ser menos estable, según se advirtió, para producir el segundo componente se requieren estrictos controles de temperatura y condiciones más difíciles de lograr que las que exige el primero. Eso ha derivado en que, en el caso de Argentina, de los más de seis millones de vacunas arribadas desde Moscú, menos de un millón hayan sido segundas dosis. Una relación aproximada de cinco por una.

La Sputnik V usa adenovirus humano como vector. En rigor son dos adenovirus diferentes (el 26 y el 5) para provocar una mayor y más duradera respuesta en el sistema inmunológico. A esos adenovirus se le agrega una parte de la proteína espiga que pertenece al coronavirus para provocar la respuesta inmune. Esa fórmula ofrece una efectividad del 92 por ciento, algo que con la Sputnik light se reduce al 79,4.



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